Los fabricantes de vehículos comerciales e industriales empiezan a mostrar sus soluciones para el reparto de mercancías con coches electrificados y también con furgonetas puramente eléctricas. El transporte de mercancías con vehículos eléctricos puros presenta enormes desafíos para la industria del transporte porque se conjugan exigencias contrapuestas. Cada necesidad requiere de un equilibrio diferente, con estrechos márgenes de operatividad. Para transportar materiales voluminosos poco pesados se pueden utilizar baterías grandes si se necesita mucha autonomía. Para transportar materiales muy pesados, se necesitan baterías de poca capacidad, para aumentar la capacidad de carga.

La elevada necesidad de potencia para transportar vehículos cargados al límite de peso, también reduce la autonomía. Y, como remate, la necesidad de transportar productos refrigerados y en el peor de los casos congelados obliga a un consumo adicional de energía que también actúa en perjuicio de la autonomía. Es decir, el transporte de productos pesados es un problema de difícil solución en un coche eléctrico de baterías. Por este motivo, entre otros, Stellantis ha presentado un vehículo con dos almacenes de energía: pila de baterías e hidrógeno.

Plataforma de la furgoneta del grupo Stellantis con un motor eléctrico y dos formas de almacenar energía: batería química y tanques de hidrógeno

La oferta tendrá que ser versátil, ofrecer varios tamaños de batería en cada plataforma y también combinaciones híbridas de almacenamiento de energía, como en el caso de Stellantis. El inconveniente en este caso es que el hidrógeno verde (sin emisiones de CO2) es energéticamente caro de obtener. Los kilómetros recorridos alimentados con hidrógeno deberán minimizarse en cada empresa para obtener la mayor rentabilidad.

Consumo de proximidad

Durante los últimos 100 años, hemos solventado estos problemas gracias a la elevada densidad energética del gasóleo, que movía furgonetas cargadas hasta hasta el límite, sin mayor inconveniente que el ruido y unos asientos calamitosos (hace 50 años). Pero hasta la llegada del petróleo y los motores de combustión, el transporte de mercancías y el de personas ha supuesto uno de los mayores desafíos del ser humano. Los seres humanos podían no moverse, pero al vivir en un núcleo urbano era imprescindible llevar los alimentos y los productos necesarios hasta el centro de la ciudad.

Antes de la aparición de los vehículos de combustión, era imprescindible que los huertos estuvieran cerca de las ciudades y que los animales tuvieran establos en la planta baja de las casas. En todas las ciudades, hasta no hace tantos años, las vaquerías estaban casi en cada barrio, o sin casi, y sólo había que caminar unos metros para ir a comprar la leche, que no estaba envasada industrialmente. Hace 100 años, y menos, los animales de carga ensuciaban las ciudades con sus excrementos y hoy son los coches con sus motores de combustión.

Las vías de transporte por dentro de las ciudades han existido siempre, con mayor o menor tráfico.

Teletransporte

En km77 hablamos normalmente de vehículos para el transporte de personas, pero en esta nueva época que se abre la transformación de los elementos para el transporte de mercancías va a ser igual de apasionante o más. El transporte de mercancías ha sido desde siempre un problema fundamental para el ser humano y para el bienestar de las comunidades. En este blog he escrito recientemente de dos problemas de transporte en los siglos pasados: La carta que anunciaba a Felipe el Hermoso la muerte de Miguel de la Paz y el transporte del hielo a las ciudades.

Este mismo blog se llama Teletransporte. El transporte me apasiona y buscar soluciones, también. Problemas de transporte son casi todos. Desde cómo subir una piedra a las pirámides, hasta cómo instalar un telesilla para llevar a personas en una estación de esquí, hasta otros que a mí no me interesan nada aunque puedan ser espectaculares, como por ejemplo llevar un ser humano a la luna.