(Relato de un viaje por etapas. Proviene de aquí)

Salgo de Bilbao a las 8:20 de la tarde en el BMW i3 94 Ah con la batería casi llena. No está a rebosar. Me da igual. Sé que voy a parar en Vitoria en un punto de carga rápida de Ibil y que allí tendré que cargar todo lo que pueda. Mi previsión incluye cargar en Vitoria hasta el 80% de carga de la batería en 20 minutos y el 20% restante en carga lenta. Con eso cuento. Con esa carga tengo que llegar hasta Palencia. Si no lo veo posible, buscaré alternativas.

Desde donde estoy en Bilbao hasta el punto de recarga de Ibil en Palencia hay 255 kilómetros. Podría intentarlo sin pasar por Vitoria, pero no me atrevo. El problema no es la distancia, sino el desnivel. Palencia está a 750 metros sobre el nivel del mar según Google. Imposible llegar a casi ninguna velocidad. Así que decido ir por Vitoria, que está muy cerca de Bilbao, por lo que no tengo problemas por la autonomía y además tiene una ventaja añadida: Vitoria está a 500 metros sobre el nivel del mar. Es una etapa corta, pero supero un elevado desnivel, por lo que a partir de ese punto el medidor de autonomía del coche es más fiable, ya que el medidor no tiene en cuenta el desnivel del trazado. Indica la misma autonomía antes de poner el destino en el navegador que después de ponerlo, tanto si el destino está a una altura inferior como a una superior. Y todavía no conozco tanto el coche para saber cómo afecta el desnivel al consumo, por lo que ganar 500 metros de altitud en un recorrido corto me da tranquilidad.

Antes que a Palencia iría a Burgos, donde, me lo cuenta Torrens en el primer comentario de esta entrada (gracias), existe un punto de carga rápida en el Museo de la Evolución. Pero este punto no aparece ni en Electromaps ni en ChargeMap, por lo que si voy directamente desde Bilbao a Burgos (160 km y 900 metros de desnivel) me arriesgo a llegar a Burgos con poca batería y no tener más alternativa que acercarme hasta el Parador de Lerma en el que ya sé que cargar mi coche me va a llevar 15 horas. Prefiero no arriesgar. Tampoco sé si ese punto de recarga está operativo por la noche. Demasiado riesgo.

Los viajes en coche eléctrico, con el estado actual de autonomía media de la mayoría de coches y de los puntos de recarga, obligan a planificar cada movimiento. Suponen un cambio de mentalidad. Con los coches de motor de combustión, de noche y por algunas carreteras, también es necesario ir con cuidado. Muchas gasolineras cierran y en algunas no hay forma de repostar por la noche. Con los coches eléctricos la sensación es como si todas las gasolineras del país estuvieran cerradas.

Me he echado una buena siesta después de terminar el EcoRallye, pero no sé lo que aguantaré en la carretera. Ha sido un fin de semana duro. Correr un rally, aunque sea de regularidad, y pasar el fin de semana acompañado de varios trabajadores de Ibil (que me han tratado como a un rey) deja secuelas. No sé hasta dónde llegaré, pero decido salir y probar.

Si fuera en un coche de gasolina (y por autopista) en cuatro horas estaría en Madrid. Vamos a ver qué ocurre con un coche eléctrico y por carretera. Hasta mi primera parada en Vitoria, en el punto de carga rápida de Ibil, tengo menos de 70 kilómetros.

Decido ir por la carretera nacional 420, que no la conozco. Me sobra autonomía, quiero conocer la carretera y además ya sé que la autopista es muy cara y no me viene de 15 minutos. Voy por carretera.

Disfruto mucho de la carretera. El BMW i3 va de maravilla en curvas enlazadas y también por carreteras con mucha pendiente cuando no hay riesgo de que se acaben las baterías. Disfruto de la carretera bellísima y de las curvas enlazadas con cambios de apoyo que permiten apreciar el buen guiado y el poco balanceo del coche. Es muy divertido de conducir (lo he disfrutado durante todo el rally) y aprovecho los últimos minutos que me quedan por curvas y al límite que permite la carretera. A partir de este puerto, mi velocidad será casi siempre mucho más baja que el límite permitido, salvo en alguna bajada.

Llego a Vitoria, aparco en el puesto de carga de Ibil y aprendo a manejarlo. Da tranquilidad ver que existe. En la aplicación pone que existe y el navegador te lleva hasta ahí. Pero, ¿Será verdad? ¿Existirá y funcionará bien? Ver que existe, al menos, da confianza.

Nunca he utilizado un punto de carga rápida, ni de Ibil ni de nadie. No creo que tenga dificultad. Me acerco a la pantalla. A continuación les muestro con fotos todo el proceso.

Me acerco.

Como está en inglés, lo pongo en español.


En la pantalla de bienvenida se queda una mezcla de idiomas. Con el dedo señalo la opción rápida de corriente continua con conector Combo, el que se ajusta al BMW i3.

Pide la identificación.


Se la muestro, aunque apenas se aprecie en la foto.

La pantalla te informa sobre el coste y el saldo restante de la tarjeta.


Una vez aceptada la tarjeta y reconocido el saldo, empieza el proceso de inicialización.

Un proceso que demora unos segundos tras revisar varios pasos.

La batería tiene un 53% de carga. Cuando el sistema empieza a cargar, lo hace con una intensidad de 6 amperios. Es un inicio de carga lento durante unos instantes.


Rápidamente, empieza a cargar casi a la misma velocidad que un coche de gasolina (exagero). 377 voltios de diferencia de potencial a 106 amperios de intensidad. El cálculo es fácil. La potencia de carga es de 40 kW. Nunca había visto yo nada parecido. La batería está más o menos por la mitad, por lo que a esta potencia se cargaría en menos de media hora. Yo cuento que con este cargador no llegaré a más del 80% y que luego tendré que pasar a un cargador lento. Me vale. Lo que sí tengo claro es que necesito el 100% de la carga para ir hasta Palencia, mi próximo destino de carga rápida.


Voy al coche a mirar lo que indica. No lo miro con la aplicación porque ya que estoy en el coche, lo miro directamente. Me sorprende porque indica que la carga total durará unos 40 minutos, pero que sí se realizará completamente con este sistema de carga rápida. Yo tenía la idea de que el propio coche interrumpiría la carga al llegar sobre el 80%, pero en esta indicación del cuadro no parece que vaya a ser así.


A los 12 minutos ya ha llegado al 80% de la carga total de la batería. La potencia de carga sigue siendo muy elevada: 43 kW.


Cinco minutos después, la carga se ha ralentizado, pero con el 89% sigue siendo una carga muy rápida: 31 kW. Estoy feliz. Pensaba que tendría que pasar mucho más rato para cargar el último 20%.


Con el 93% lleno carga a 17,5 kW. Ahora ya entiendo que el coche está gestionando la carga y que va a permitirme cargar el 100% a la máxima velocidad. Lo que yo había oído siempre de que con carga rápida sólo se podía cargar hasta el 80% en este caso no se cumple. Perfecto.


Ahora el coche me indica que la plena carga tardará 15 minutos menos que lo previsto inicialmente. Estoy ya casi al 100%.


Ahora ya sí carga despacio de verdad. En los últimos 17 minutos sólo ha cargado un 6% del total de la batería. Ahora está cargando a 2,4 kW, como en casi cualquier enchufe doméstico. Este último 2 o tres por ciento no compensa, pero yo quiero esperar hasta el final. Cada punto porcentual de carga de la batería supone alrededor de 2 kilómetros de autonomía. Que compense o no esperar hasta el 100% depende de ese cálculo. A mí me compensa, para poder explicarlo entre otros motivos.


Efectivamente, el último 1% no compensa.

Cargar el último 2% ha costado más tiempo que el 45% anterior. No compensa esperar por esa cantidad de energía tan pequeña. Pero nosotros estamos acostumbrados a eso. Para medir el consumo de cualquier coche de gasolina o Diesel, tardamos mucho más en rellenar el último medio litro que todo el resto del depósito.


Esta es la conexión «Combo hembra» del BMW i3 94 Ah que ha permitido la magia de un llenado tan rápido.

Y este el poste de carga rápida de Ibil en Vitoria en el que me he estrenado con la carga rápida.

El siguiente paso consiste en salir inmediatamente en dirección a Palencia, con la batería completamente llena.

(Lo cuento aquí)