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Viajar en coche eléctrico permite recuperar la epopeya del viaje. Madrid – Lerma, 200 km. Guau. ¡¡Qué de cosas para contar!! Ni los escribientes de Carlos V tuvieron tantas cosas que escribir de su viaje final desde Laredo hasta Yuste. 90 días tardó el emperador en recorrer la distancia que hoy podemos recorrer en menos de 6 horas en cualquier artefacto motorizado de casi cualquier precio. Salvo si es un eléctrico, que nos obligará a buscar postes de recarga y reposo por el camino.

70 kilómetros después de salir de Madrid, cerca ya de Somosierra, llevo una velocidad media de 81,5 km/h, con un consumo de 12,9 kWh/100 km y un desnivel superado de 270 metros.

Hoy he hecho un viaje desde Madrid hasta Lerma. Cualquier día paso por Lerma dos veces sin enterarme. Hago mil kilómetros de un bufido y de Lerma no se me queda más que la r, que apenas suena.

Hoy no. Hoy me toca hacer parada y fonda, para que el coche reposte. Y suerte que lo he planificado así, porque llenar la batería del i3 94 Ah en el Parador de Lerma me va a llevar 14 horas, enchufado a un  Schuko (el enchufe de la plancha, como dice Alfonso), porque el cargador cargador no funciona. El i3 se queja, no se entiende con él, será porque pone Tesla y no le gusta. El caso es que no funciona.

Cerca de coronar el puerto de Somosierra, a 1400 metros de altitud (superados 700 metros de desnivel desde la salida) el consumo medio es de 14,4 kWh/100 km, la velocidad media de 81,8 km/h, y el consumo instantáneo, a 69 km/h, de 32,9 kWh/100 km.

Pero no he venido a hablar del enchufe del Parador, sino de mi viaje (del enchufe del Parador ya hablaré). De mi viaje de 200 kilómetros desde Madrid a Lerma. Un viaje prodigioso, por diferente.

42 km después de la foto anterior, a 125 después de la salida, con el Puerto de Somosierra ya descendido, el consumo medio es de 13,1 kWh y la velocidad media de 85,2 km/h. En este punto, a 96 km/h, exactamente la misma velocidad que en la primera imagen, el consumo instantáneo es de 8,1 kWh/100km.

He salido de mi casa en Madrid a 700 metros de altura y he llegado a Lerma, a 820 metros de altura, después de pasar por los 1400 metros de Somosierra, con una media de velocidad de 87,6 km/h y un consumo de 12,4 kWh cada 100 kilómetros. En un coche eléctrico los desniveles importan. Y mucho.

Llegada a Lerma. 192 km recorridos a 87,6 km/h de velocidad media (incluye un par de km callejeando por Madrid), consumo medio de 12,4 kWh/100km, altitud 840 metros y una autonomía restante de 56 km.

En definitiva, que cuando he llegado a Lerma, me quedaban 56 kilómetros de autonomía en el i3, después de recorrer 192,4 kilómetros en condiciones nada ventajosas por la orografía.

En las puertas del Parador de Lerma todavía tengo 54 km de autonomía por si algo fallara y no pudiera cargar.

¿Qué significa esto? Que viajar en eléctrico supone recuperar el espíritu de la aventura. Y me gusta. Por ejemplo, convives con los camiones, algo que no ocurre cuando viajas con un coche tradicional. A 120 km/h nunca se te acerca un camión por detrás. A 90 km/h sí. Y como dice Alfonso, algunos te cogen el rebufo.

Al fondo, el Parador de Lerma.

¿Qué ves por el espejo central del coche? El anagrama de la marca del camión durante un buen rato. Nada más. Por fin, al cabo de mucho tiempo de incertidumbre, por el espejo lateral, en el que sólo ves un intermitente gigante, la luz amarilla empieza a parpadear y el camión, despacio como un rinoceronte despegando, se te pone pegado en paralelo durante varios minutos. Con un poco de suerte, en ese periodo de tiempo, llega una bajada y lo dejas atrás, hasta la próxima subida. Dejarlo atrás genera desasosiego, porque te volverá a encontrar. Y es muy grande. Es mucho mejor que te adelante del todo, pero claro tú no quieres levantar, porque también persigues unos objetivos. En este caso yo hoy tenía el objetivo sobrevenido de llegar a Lerma a una velocidad media de 90 km/h con un consumo de 12 kWh/100km. (Objetivo incumplido)

No es que tu coche no pueda subir con rapidez por la cuesta y dejar el camión muy atrás. Qué va. Si yo hubiera acelerado, el i3 se hubiera merendado a todos los camiones, a todos los turismos y hasta a las motos. El i3 acelera que es un portento y tiene potencia para su peso para aburrir. Lo que ocurre es que esa potencia sólo se puede utilizar en el jardín de casa. Si te vas de viaje, lo de la potencia y el par motor mejor olvidarlo.

Me ha sobrado mucha autonomía, sí. Podía recorrer muchos kilómetros más dice el medidor del coche. Y es cierto, pero sólo porque he conducido todo el rato con mucho cuidado. Todo lo rápido que he podido, pero con mucho cuidado. Si llego a subir las pendientes con un poco más de velocidad, los 50 serían exactamente cero y no conviene apurar porque no sabes qué te puedes encontrar en el punto de recarga.

Hoy he hecho 200 kilómetros gloriosos. He conducido bien mientras he estado despierto. En esos ratos disfruto mucho conduciendo el BMW i3 porque tiene un tacto delicioso. Es un concepto de coche que me gusta. Ligero, ágil y rápido si hace falta para algo. Perfecto para un uso diario de hasta 150 kilómetros. ¿Para los viajes? También, pero planteados como aventura.

En definitiva, que he llegado a Lerma sobrado. Que en el Parador de Lerma no pueda cargar en condiciones y que sean necesarios 14 horas para cargar el coche es anecdótico (Lo contaré). De Lerma a Barakaldo es todo bajada. Creo que puedo conseguir un consumo de escándalo. Quizá me arriesgue a salir de Lerma con un 90 por ciento de la batería. O menos. Mañana decido.

(*) (Este artículo lo escribí el jueves 4 por la noche, pero no lo publiqué porque no me dio tiempo a editar las fotos y subirlas antes de quedarme dormido. Está publicado el viernes 5 de mayo a las 7 de la mañana)

(Este relato continúa aquí)