Amigos y amigas,

Qué tal?

En 2020, tuve la osadía de pensar que 2021 sería mucho mejor. Pero no.

La cosa se torció. No hay más.

No voy a cometer el mismo error: esta vez no esperaré nada de 2022. Le espero, confío en que sea más benévolo, pero he rebajado mis expectativas para no acabar igual que este año. Íbamos a salir mejores y por el camino se fue todo a tomar viento.

En fin, al menos tuvimos The mandalorian. Algo es algo y no estamos para quejarnos.

Esta mañana he visto el primer episodio de El libro de Boba Fett y aunque, probablemente, le dedique el último post del año, solo adelantarles que me lo he pasado pipa. Gran arranque, look maravilloso y dos actores con carisma: tiene una pinta estupenda. Va a ser difícil que esté al nivel de The mandalorian, pero creo que nos va a dar bastantes alegrías.

Hoy vengo a hablarles de No mires arriba.

Primero, esta película demuestra la demoniaca habilidad con la que Netflix es capaz de dominar la narrativa en redes sociales (y en prensa) a su antojo. Nadie sabe cómo se activan las campañas de promoción sin que ni siquiera lo parezcan y nadie sabe hacerlo tan rápido y tan bien.

Llegó un momento en el que la conversación sobre No mires arriba era más potente y poderosa que la del mismísimo Spiderman. Hay que ser muy listo y muy poderoso para conseguir algo así.

La película (si queda alguien en el mundo que lo desconozca) va de dos científicos que descubren que un gigantesco cometa se acerca a la tierra y que en seis meses la humanidad entera se va a extinguir. Sin embargo, a nadie parece importarle el asunto, y la pareja se ve obligada a empezar una gira para tratar de convencer al mundo de si no hacen algo, van a morir todos.

Protagonizada por Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence, magníficos ambos, la peli es una gigantesca sátira de brocha gorda que reflexiona sobre la imposibilidad de que la humanidad se sobreviva a sí misma. Estamos tan estropeados, tan a merced de los elementos, que nos extinguiremos un día de estos y ni nos daremos cuenta.

Me ha hecho gracia leer críticas hablando de lo de la brocha gorda, reclamando un tratamiento más sutil del asunto. Como si Netflix fuera el ballet del Bolshoi. Son una plataforma que hace un 99 por ciento de superproducciones hipercomerciales marcadas por un algoritmo que les dice lo que -teóricamente- la gente desea ver. El otro 1% son David Fincher, Aaron Sorkin o Guillermo del Toro: la cuota de calidad. Pedirle a una comedia sobre el fin del mundo en Netflix que sea fina y delicada es como pedirle a Godzilla que vigile por donde pisa.

Lo cierto es que la película divierte y entretiene a partes iguales, que tiene buena factura y algunos momentos de brillante despiporre y que la reflexión sobre el funcionamiento del mundo en tiempos del capitalismo salvaje, es un retrato bastante certero de todo lo malo que hemos inventado desde el principio de los tiempos.

Me ha gustado especialmente ver a un actorazo como Mark Rylance jugando a ser Jeff Bezos y a Merly Streep de presidenta mamarracha de Estados Unidos. Hacen una buena pareja de baile, de eso no hay ninguna duda.

Si no la han visto, cosa que dudo, échenle un ojo una noche tonta.

En peores plazas hemos toreado.

Yo voy a seguir viendo productos olvidables, solo porque así es la vida.

Felices fiestas. Recuerden que en algún momento pueden dejar de comer.

T.G.