Amigos y amigas,

¿Qué tal va todo?

Si viven en Madrid, hagan el favor de cuidarse mucho, porque aquello tiene muy mala pinta. Bueno, si viven en cualquier parte de España, Europa o el mundo, hagan el favor de cuidarse mucho. Si viven en Nueva Zelanda, igual un poco menos.

O en el Círculo polar Ártico. O en los confines de Alaska.

O en la luna.

El resto: cuídense mucho.

Hoy voy a hablarles de una de las pelis que más me han gustado este año. Es normal que me haya gustado, de entrada, porque habla de uno de mis temas favoritos: las catástrofes.

La película en cuestión se llama Greenland.

Empieza con un aviso de la NASA, en la que la organización aeroespacial advierte que un asteroide va a pasar muy cerca de la tierra. Advierten también que puede que algún fragmento de la cola del cometa impacte en la tierra, pero que lo hará en el mar, quen no pasa nada: todos tranquilos.

Obviamente, esos cabrones de la NASA mienten, el asteroide si va a impactar sobre la tierra y nos va a matar a todos. Pero -tal y como sucedería, no tengan ninguna duda- en la vida real, la información se oculta para que no cunda el pánico y podamos vivir tranquilos una semana más.

La película tiene todo lo que se le puede pedir a un filme del género, pero, sorprendentemente, se parece más a una de esas deliciosas pelis de catástrofes de los años 70 en las que uno se podía encontrar a Charlton Heston o George Kennedy, que a una de esas mierdas de Michael Bay donde, todo el rato, explotan cosas en todas partes.

Debo confesar que no me lo esperaba, porque estoy acostumbrado a pelis rendidas al encanto de los efectos especiales, en los que no importa el reparto o el guion, en los que todo se fía a que uno se sienta subyugado por el impacto de la tecnología que se usa para que exploten cosas, todo el rato, en todas partes.

Sin embargo, Greenland (a la que aquí han añadido el subtítulo, ‘El último refugio’), confía en sus actores, tiene un guion muy bien armado, y sino fuera porque al final no puede resistirse a la tentación de pagar el peaje hollywoodiense y añadir un par de minutos vergonzantes, sería una de las grandes sorpresas del año. Por culpa de ese final de chichinabo, se queda en un notable.

Gerard Buttler, Morena Baccarin y Scott Glenn están perfectos y la peli logra algo que es difícil: ser veraz. Uno puede imaginarse que algunas de las cosas que les pasan a los protagonistas, podrían suceder tranquilamente en la vida real: el pánico, las revueltas, la sensación de indefensión, la celebración de lo banal, el suicidio del sentido común.

El desastre antes del desastre.

No quiero hacer spoilers, aunque si miran el trailer se van a comer todos los del mundo (como siempre, vaya). ¿Mi consejo? No lo hagan.

La peli ha funcionado muy bien en Europa, aún sin estrenar en Estados Unidos, y eso es una señal inequívoca de que algo han hecho bien.

Denle una oportunidad y véanla en cines. En serio.

Hala, abrazos/as,

T.G.