Nunca había llevado un coche tan antiguo. Hasta hoy. Durante la presentación del Peugeot 407 renovado, he podido conducir un 403, del año 59.
Tiene el cambio en la columna de dirección. Yo aprendí a cambiar las marchas en un coche con el cambio en el volante. Eso me ha resultado familiar. De pequeño, cuando conducía mi padre, yo iba sentado en el asiento de la derecha y cambiaba siempre las marchas con la mano izquierda. Mi padre sólo apretaba el embrague. Menudo niño paliza debía ser. El coche era un Fiat 1800, blanco con el techo azul, matrícula de Tenerife, donde nací.
El Peugeot 403 me ha recordado mucho al Fiat que tuvimos en casa hasta que cumplí 9 años y en varias cosas al Seat 850 con el que aprendí a conducir, pedales incluidos.
Rememorando aquellos coches, lo que ha mejorado más en los turismos son los asientos. En particular el asiento del conductor. El del Peugeot 403 no sujetaba nada el cuerpo, ibas sentado como si estuvieras un banco de la calle, tenías que sujetarte en el volante y sin regulación de la inclinación del respaldo. Un asiento con el que no se puede conducir relajado. Hacer más de 200 km seguidos debía ser un suplicio para la espalda.
No lleva cinturón de seguridad, ni reposacabezas, ni sistemas de seguridad que ahora consideramos imprescindibles, que la dirección no es precisa, que el aro del volante es muy fino y se agarra mal y que los frenos no tienen ni la potencia ni la precisión de los actuales. Pero eso no es un problema mayor. La conducción, incluso, puede ser más divertida, porque hay que prestarle mayor atención. A mí me gustaría hacer viajes largos con un coche así, con la única condición de llevar un asiento moderno, que sujete bien el cuerpo y ya puestos con cinturón de seguridad y reposacabezas.
Somos muchos los nostálgicos que nos maravillamos de coches antiguos porque nos parece que tienen un alma que los modernos no tienen. Denostamos la eficiencia de la inyección y nos gusta el sonido de los carburadores y la necesidad de entenderlos para arrancar, para elevar el régimen de giro, y hacer que el motor suene limpio.
Pero toda esa magia muere cuando nos encontramos con unos frenos de tambor, sentados en un asiento en el que nos duele la espalda confrontados a un pedalier desplazado, manejando una caja de cambios lenta, dura, áspera y con unos recorridos más propios de un Talgo y con una dirección con la precisión y eficiencia de la Ministra de Igualdad.
Eso sí: bonitos son un rato.
JM
JotaEme,
a mí me gusta cambiar haciendo el doble embrague y frenar con mucho cuidado porque el coche seguro que no se para si pisas mucho el pedal, pero en cambio si se atraviesa porque con lo poco que frena siempre hay una rueda que frena el triple que las otras y el coche se pone del revés.
Me gusta conducir esos coches, pero no sería capaz de cuidarlos como requieren.
Javier
Oiga, Javier,
Qué bonita, esta velada que nos traemos, usted y yo, solos, arrullados por un coro de carburadores bien afinados. Sólo falta la música de violín; ¿se da usted cuenta de que por aquí no asoma la gaita ni el Tato?.
Cuídese,
JM
Me pone usted en un aprieto. Si no le contesto quedo como un mal educado y si le contesto seguramente también.
Le contesto: Sí, me doy cuenta.
Intuyo que no es esta la respuesta que buscaba, porque usted ya sabe que me he dado cuenta.
No sé si está preguntando alguna otra cosa, si sólo quería ser amable, si lo dice porque está preocupado por nosotros, porque no le gusta la soledad…
Por si estuviera preocupado por nosotros, intento explicarle que no hay motivo para la preocupación. Está previsto que la audiencia de estos blogs crezca despacio. Y las participaciones con comentarios más despacio. Mis cálculos apuntan a que dentro de dos años los blogs empezarán a tener un movimiento considerable y los cálculos están hechos con ese horizonte. De momento, me basta con la cantidad de personas que entran a leer.
Si es otro el motivo por el que me hace la pregunta, le agradezco que lo aclare e intentaré contestarle. Si no le gusta la soledad, puedo ayudarle poco, de momento.
Su compañero de velada
Descuide usted, jamás le tendría por mal educado fuere por acción como por omisión, pues aún le digo más: nunca vieron mis ojos un electrodoméstico que estuviese mejor educado de lo que lo está usted.
Por lo que al motivo de mi pregunta, tan sólo el fruto de una poco ajetreada mañana estival, poco más; eso y que el formato del presente le hace quedar más expuesto a los silencios que devuelva, de modo que tomando partido y ventaja de ello, lo aprovecho para cruzar unas palabritas con usted -que siempre es un placer- visto lo generosamente que se nos racanea usted en el foro que tanto dice cuidar pese a lo mucho que descuida su participación en él.
Y a la soledad, Javier, es fiel compañera y dudo que me abandone. Quizá algún día me atreva a ponerla en un taxi, camino a casa de su madre, pero de momento, la soledad y yo nos llevamos bien, le quedo agradecido por el interés.
Y poco más puedo decirle, amigo Javier, que al menos yo le leo y que confío en que para dentro de dos años nos frecuenten ya otras letras.
Suyo affmo.
JM, el de toda la vida
Me uno.
Con respecto al coche concreto, y a llevar antigüedades tan bonitas, aún no he tenido la fortuna de poder coger alguno. Yo soy de la generación inyección, pero recuerdo perfectamente mi primer contacto con un coche de carburador. No supe explicarlo muy bien, pero los antiguos entendieron a la primera lo que quería decir.
Supongo que los coches están conectados con los tiempos en los que nacieron. Yo recuerdo mis primeras vacaciones en el Ford Scort XR3 de mi padre, o cuando mi abuelo venia a buscarme al cole con su Chrysler Talbot. Si además el coche es uno especial, como es el caso concreto, esas sensaciones son más intensas. Y además, en una época en la que todo intenta ser eficiencia y tecnología, es muy sano a veces manejar algo rudo, seco y encantador. Sea un coche, una batidora o un televisor.
J.
Hola J.
Bienvenido a la velada
Lo de la eficiencia es duro de llevar. Yo soy intrínsecamente ineficiente (el cuerpo me pide ineficiencia y falta de competitividad) y la razón me exige eficiencia.
La eficiencia, en mi caso, es imprescindible por motivos ideológicos. Derrochar, malgastar, no aprovechar bien cada gramo de energía que recibimos (para trabajar, para transportarnos, para lo que sea) perjudica a los más débiles. Y yo no me querría nada a mi mismo si no tratara lo mejor posible a quienes tienen pocos recursos. Soy un privilegiado y lo disfruto, pero lo pasaría mal si no intentara obtener el máximo partido de cada gramo de riqueza potencial que recibo. Porque cuanto más eficiente seas, más riqueza creas a partir de la materia prima que recibes y más posibilidades hay de repartir.
a la vez con todo eso, no soy nada competitivo. Odio tener que hacerlo mejor que otros para ganar dinero y entiendo perfectamente que haya gente con pocos recursos y con pocas ganas de competir.
En fin, todo muy raro. Me voy a dormir que hoy ya le he dado demasiadas veces a las teclas y quizá me esté pasando de eficiencia y competitividad. Pero estoy contento porque ya está el Audi Q5 en portada de km77.com, porque Alfonso se lo ha currado.
Los coches con frenos de tambor, carburador y cambio sin sincronizar eran una maravilla. Pero no debiéramos permitir que circularan por las carreteras, con esa gasolina con plomo y ese consumo altísimo. Todo en mi vida son contradicciones.
Javier
La ineficiencia a veces es un lujo, y otras simplemente es un lujoso camino sin retorno. No quiero ponerme transcendental, pero al final todo se basa en quien hace las cosas mejor. Pero lo que es mejor, así, en general, es algo que nadie sabe. ¿Quien hace los coches mejor, Porsche o Renault? Un 911 4S es un prodigio de eficiencia, un Mégane 1.5 dCi también es un producto eficiente.
Hacer las cosas mejor no es sinónimo de mejorar. Ojalá lo fuera. Hacer mejores coches no siempre va aparejado con hacerlos de una forma mejor. Y creo que está bastante claro que la forma actual de hacer coches, con todos sus avances y mejoras, como la forma actual de casi todas las cosas que hacemos, es insostenible. Ya no es ni siquiera un problema de moral: la moral habla más bajo cuando se impone la necesidad.
Yo trabajo para un sector donde el precio del petróleo es un factor convierte una operación rentable en ruinosa, y diferencia. Desde hace años, todo el mundo veía venir esta situación, pero nadie ha dado un solo paso. Nadie se ha planteado que en lugar de destinar cantidades ingentes de dinero a elementos accesorios, habría que invertir en investigación. El derroche energético del mundo occidental, casi diría del mundo entero, es tan disparatado que dentro de cien años nos mirarán con sorpresa e indignación. Y sin embargo, también con romanticismo.
Tiramos energía, la desperdiciamos, cada segundo. Fabricamos motores de automóvil que pierden procentajes enormes de energía en rozamientos, y que generan tanto calor que hay que enfriarlos mientras funcionan, con lo que hay que gastar aún más energía. Usamos bombillas que pierden casi toda su producción en calor, pero aún seguimos sin desarrollar los LEDS como debiéramos. Despilfarramos la energía que cae del cielo cada segundo, en lugar de intentar desarrollar medios que conviertan la energía solar en algo rentable, y no aún más cara que la derivada del petróleo, como pasa hoy en día. Y para colmo, en lugar de aprovecharla, nos escondemos de ella comprando equipos de acondicionadores de aire, que gastan aún más.
Y mientras, continúan los mismo discursos ecologistas vacíos, huecos, que no aportan soluciones, y solo apuntan al sentimiento de culpa del ciudadano occidental. Tú eres culpable. Y tú, y tú.
Creo que la eficiencia es algo que marcará el próximo siglo. Y no será una moda o un lujo, será pura necesidad. Quizá un día, tal vez no muy lejano, el elemento que más ha ayudado a convertirnos es una sociedad eficiente, el automóvil, vuelva a ser el lujo que fue una vez, accesible solo para los más fuertes. A lo mejor nos da tiempo a solucionarlo antes, si es que queremos.
J.
Vaya.
Yo andaba aquí, haciéndole cosquillas al ilustre Moltó solo por el placer intelectual de saber que quedaría más o menos obligado a la correspondencia, y en esto me encuentro con que se descuelgan con unas sesudas reflexiones sobre la eficiencia energética del occidental del XXI.
Se me han elevado tanto en el discurso, que me veo incapaz de emparejarme en esta cima de pensamiento en la que se han asentado.
Bueno, no al menos en una mañana de viernes, con el tiempo pegado y luego de una noche difícil por razones que no hacen al caso. Divertida, sí.
Así que nada salvo sentarme en el bordillo, a ver si la Fortuna me permite ver incrementada la correspondencia entre ustedes dos.
Que disfruten de salud,
JM
Les echamos de menos anoche, a los dos y a alguno más. ¿No les pitaron los oídos? A ver si para las próximas se me animan.
J.
Hola chicos.
Por fin me estreno en los blogs. Lástima de no tener más tiempo para leer más y mejor todo lo que aquí se escribe.
A mí también me ha traído gratos recuerdos el texto inicial de Javier: el fiesta 1.1 ghia que fue mi primer coche; el 131 1.600 de mi padre, el primer coche que conduje con todos los mandos; el 1430 azul marino con tapicería roja-rojísima que tuvo antes del 131, en el que hicimos tantos viajes, y que fué el primer volante que llevé, siendo ya propiedad de mi tío…
Muchos recuerdos de carburadores. Casi todos, curiosamente, de doble cuerpo.
Eso sí, ninguno como el mítico 205gt, del que ya he hablado largo y tendido en el foro. La rabia, el ruido, el elevado consumo, la sensación de aceleración, el tacto metálico y directo del cambio -de largos recorridos, aunque preciso- todo en ese coche me encantaba.
Cuando dejaba el fiesta para llevarlo, era como un regalo. «Heredarlo» cuando entregamos el fiesta a cambio de nuestro primer diesel (el eterno 205srd), fue como ganar la lotería.
Saludos
hola amigos , al ver ese hermoso peugeot 403 berlina en la photo , me trae a la mente recuerdos hermosos e innolvidables ,cuanto quisiera volver a manejarlos ya q son unos autos hermosos , lo digo con mucha experiencia ya q aun poseeo 2 en la cochera de mi hermano , tuve autos japoneses conduci autos americanos pero como dice el amigo Javier Molto, es como manejar en el aire pero para la fecha son unos carros super especiales, son uno de los primeros con direccion a cremallera q dan un radio de giro envidiable , ademas al manejar en un dia de sol , puedes acceder a habrir el sunroof q te acaricia la cara y te alegra el dia , ni hablar de los frenos son poderosos no comparable por su puesto a los frenos de disco pero si q aplican bien y si se habran dado cuenta cuenta con un detalle el timon lleva una leve inclinacion hacia la izquierda por si hay choques, no golpee al conductor en forma directa jaja pero, ya se pensaba como hoy en las bolsas de aire . mi primo tiene un chevrolet del 64 bell air americano herencia de su padre y se mofa de tener el mejor auto del mundo fuerte, musculoso y espacioso pero yo siempre le digo q yo poseo un hermoso peugeot frances ,suave como el viento con curvas sin igual todo un romantico y si ruje el motor es todo un leon con sus 1468 cc te lleva a donde quieras ademas dice we we pronto volvere a manejarlos ya q por razones de trabajo estoy en el extranjero japon para volver ha sentir esa sensacion de manejo retro , incomparable con los modernos porsupuesto sin mas q contarles me despido hasta la proxima gracias sayonara q curioso deberia despedirme en frances jaja
Hola. Yo tengo una maravilla de estas que acabo de restaurar. Es una pasada su conducción y la verdad el único problema que tiene es lo dificultoso que es encontrar las piezas. Un saludo.
En horabuena, amigos:
Si, yo soy uno de esos incurables nostálgicos. Tal vez porque el pasado me obliga a ejercer la imaginación, y tal vez porque los autos modernos son tan sofisticados que ya dejaron de ser autos, pasando a ser mas bien estancias rodantes. Me gustaba, en mi juventud (y aún hoy), sentir el ingenio del hombre en este maravilloso invento con motor y ruedas que se desplazaba hacia mi destino, pensando a veces que sería casi un reto lograrlo.
Mi padre me compró uno de estos peugeots ´59, el cual hasta hoy atesoro en la memoria. Si bién era comparativamente incómodo en largos viajes, el detenerse a descansar y estirar las piernas mientras se admiraba el paisaje era un placer obligatorio. El asiento delantero y la palanca de cambio en la columna, además, permitían llevar a la chica bién cerquita de uno, otro placer ya remoto. El motor, lejos de ser potente, era tan simple que cualquier mecánico cercano podía repararlo. Los 5 minutos recomendados de calentamiento previos al partir eran un anticípo a la aventura. Y el tiempo requerido para lavarlo, encerarlo y pulirlo, eran largas por mera satisfacción……bueno, que mas podría decir! Esos son los tiempos que me tocó vivir…tiempos del Peugeot 403, sin duda el mas clásico de todos.
Hasta la vista!
Hola, los saludo desde Argentina.
Es la primera vez que escribo en un blog y es porque este tema me pareció mas que interesante para dejar mi opinión.
No se por que razón, si es que tengo que conocerla, hace 20 años me enamore de los 403. La historia es larga, pero resumiendo voy por el segundo León, seria mi tercera adquicision ya que este ultimo lo he vendido y vuelto a comprar a la misma persona aun despues de años.
Con el Peugeot 403 viaje por Argentina, Chile, Uruguay y Brasil y de vuelta hacia Buenos Aires y como aun tenia ganas de manejar ese conjunto de fierros que conforman esa belleza de vehículo, pase por Bariloche y llegue hasta el fin del mapa, Ushuaia, en la isla de tierra del fuego, la ciudad mas austral del mundo y el punto final de la Patagonia.
Solo les puedo hablar maravillas de ese automóvil que me ha dejado un sinfín de vivencias e historias, y alentar a cualquiera que quiera aventurarse en comprar uno. Hoy es un coche que se puede comprar a buen precio, se consiguen fácilmente repuestos por internet y habiendo manejado autos BMW, Toyota, Volkswagen o Mitsubishi les puedo decir que el placer de manejar un lindo Peugeot 403 es una sensación incomparable. Saludos!