Mañana termina la exposición de Annie Leibovitz «Vida de una fotógrafa, 1990, 2005«. (Es en Madrid, en la Calle de Alcalá, 31. Domingos de 11:00 a 14:00 horas)

Exposición Annie Leibovitz. Cola de entrada.

He ido a verla esta tarde (gran cola de entrada). Annie Leibovitz está considerada por la crítica especializada y por los editores de muchas revistas como uno de los mejores fotógrafos del mundo. Me pregunto por qué. Me pregunto qué hace a un fotógrafo mejor que otro. Cuestiones técnicas aparte (enfoque e iluminación) no soy capaz de saber por qué Annie Leibovitz es mejor fotógrafo que yo, por poner un ejemplo cercano. Yo no soy fotógrafo y no domino la técnica, pero eso es prácticamente irrelevante. Me bastaría un buen técnico al lado para que hiciera las fotos con la técnica que yo le dictara (si yo fuera capaz de dictar eso, que no lo soy, porque desconozco la técnica)

No tengo opinión sobre las fotos de Annie Leibovitz. En general, no tengo opinión sobre fotografía. Puedo comentar las fotografías de coches, que son habituales entre nosotros. Si están claras, oscuras, con buen foco, si son informativas o no y si son espectaculares o no. Poco más. La composición a veces molesta y otras veces hace una foto atractiva, independientemente del coche que se fotografíe.

A mi juicio, los fotógrafos tienen mucho cuento (los que trabajan en km77.com no, que son muy buenos. Sólo los otros fotógrafos). Pretenden que sus fotos sean buenas por cosas banales, como la luz, el encuadre, la combinación de colores, el foco, la definición. La fotografía, para que sea buena, excepcional, debe tener otro componente. Un punto de vista personal que se dirige a alguien en concreto. No creo que haya buenos y malos fotógrafos, como no creo que haya buenos o malos escritores. Importa qué quieren mostrar y a quién. Nada más. Si lo consiguen, serán buenos. De lo contrario, fracasan.

Además de todo eso, la fotografía tiene un componente de casualidad que me aleja de ella. Cualquiera, hasta yo, puede hacer una foto brillante si dispara incansablemente, prueba miles de iluminaciones y encuadres diferentes y tiene a un actor adecuado posando para su cámara.

Para mí, la exposición de Annie Leibovitz ni fu ni fa. Sin embargo, aprecio su trabajo.

En un video que se proyecta en la misma exposición, Annie Leibovitz dice:

«Me gustan los coches. Subes, conduces, tienes el cuerpo ocupado y puedes dejar flotar la mente. (…) La familia en el coche representaba el mundo estable. Íbamos de una base a otra. Siempre nos estábamos trasladando. Cuando te crías en un coche es fácil convertirse en artista, porque ves el mundo por un marco, a través de la ventanilla del coche. Así veíamos el mundo.»

En la primera parte de estas declaraciones me siento identificado.

La segunda parte me ha sorprendido. No creo que sea cierta, pero tiene encanto.