Hace 40 años, Fiat lanzó al mercado el Uno Turbo i.e. Con él, la marca italiana quería ofrecer una alternativa al famoso Renault 5 GT Turbo, ese coche del que se decía que, si reducías en una curva, saltaba el turbo y te matabas.
Yo creo que aquella leyenda nació para hacer del Renault 5 GT Turbo un coche aún más mítico. Y aunque lo era, no fue el único rival del Uno Turbo i.e.: también estaban el Ford Fiesta XR2i y RS Turbo, el Opel Corsa GSi o el Peugeot 205 GTI. La guerra de los pequeños deportivos estaba en pleno apogeo.
¿Fase 1 o fase 2?
Del Uno Turbo i.e. hubo dos generaciones. La primera, en 1985, montaba un motor de 1,3 litros con 105 caballos; la segunda, en 1989, uno de 1,4 litros y 118 caballos (o 112 CV en el caso de las versiones catalizadas para cumplir la Euro 1). El primero hacía el 0 a 100 km/h en 8,3 segundos, el segundo en 7,3 s.
El Uno Turbo i.e fue un coche tecnológicamente avanzado: en aquella época, un utilitario con inyección electrónica era casi ciencia ficción. Todavía predominaban los carburadores o las inyecciones mecánicas. Pero Fiat se adelantó a su tiempo con la inyección Bosch LE-Jetronic. Incluso ofreció ABS… aunque algo peculiar: solo funcionaba en las ruedas delanteras. Lo llamaron Antiskid. No duró mucho, eso sí. Desapareció con la llegada del Fase 2.
El Uno Turbo i.e. Fase 2 perdió el ABS (¡y los cinturones de seguridad rojos!), pero ganó una estética renovada por dentro y por fuera, además de un nuevo motor. Ahora con 1.372 cm³ y un turbo Garrett T2 que sustituía al IHI VL2 de la primera generación. El nuevo turbo soplaba a 0,8 bares, frente a los 0,6 del anterior. También contaba con un intercooler, un elemento que no estuvo disponible desde el principio en el Fase 1.

Un coche importante
A este coche le tengo un cariño especial: tuve uno. Me inicié al volante con un Uno 45S de segunda o tercera mano, que después heredó mi hermano como tercera o cuarta. Luego, me enamoré de un Uno Turbo gris antracita. Su aspecto en la sala del compraventa era espectacular: brillaba, y todos los plásticos parecían nuevos. Como era joven e inocente, la prueba de conducción la hice sentado de copiloto. Al sinvergüenza del vendedor se le olvidó decirme que el coche no frenaba bien. Lo descubrí después de comprarlo, susto incluido. Afortunadamente, se solucionó con un simple purgado del circuito, pero «pa’habernos matao».
Salvo eso, fue seguramente el coche que más he disfrutado. Su aceleración era adictiva, Cada salida desde el semáforo, camino a la universidad, era como el arranque de un gran premio de Fórmula 1. El consumo, en esas condiciones, también era parecido al de un F1. Recuerdo la cifra de los 12 l/100 km. Para un coche de solo 910 kg, no estaba nada mal. Todo lo que ganaba mientras estudiaba lo destinaba al coche: gasolina y neumáticos, principalmente, que duraban lo justo y poco más.
El Uno me pareció un coche fácil de llevar. Tenía una clara tendencia al subviraje y nunca me dio un susto. No era un deportivo radical: las suspensiones no eran muy duras y los asientos sujetaban más bien poco.
Con el paso del tiempo sentí que le faltaba aceleración y, siguiendo las instrucciones de un blog inglés donde un usuario había hecho todo tipo de modificaciones al coche (incluida inyección de agua en la admisión), decidí subir la presión del turbo. Giré la tuerca de la válvula de descarga el mismo ángulo que decía el inglés. Salí del garaje, calenté el motor y aceleré a fondo. ¡¡Madre del amor hermoso!! (en aquella época el WTF aún no existía, bro). El coche salió como un cohete, el motor subió de vueltas como si se acabara el mundo y la aguja del indicador de presión del turbo dio una vuelta completa. Menos mal que la gestión electrónica cortó la inyección y no rompí nada.

El habitáculo era sorprendentemente amplio para el tamaño del coche, una cualidad clásica del Uno. Y el cuadro de instrumentos era una delicia, lleno de relojes que te informaban de todo.
Todo tiempo pasado fue mejor. O así nos engañamos.
Muchos años después, Alberto, un viejo amigo de los slalom, se compró uno y me dejó conducirlo. El mayor error de mi vida. Para entonces yo ya trabajaba en esto y mis referencias de aceleración eran muy distintas a las de cuando tenía el Uno. De aquel día recuerdo dos cosas: que el coche tenía más bajos (en mi mente no pasaba nada al acelerar con el motor por debajo de las 3000 rpm o algo así) y que aceleraba poco. Tras la experiencia creo que ahora elegiría no volver a conducirlo y quedarme con los recuerdos.
La leyenda de los pequeños ataúdes con ruedas no se cumplió, pero mi adorado Uno Turbo i.e. Fase 2 pasó a mejor vida cuando una furgoneta amagó con hacer un STOP y yo caí en su finta. Con el frontal destrozado (faros, capó, aletas y radiadores), la aseguradora lo declaró siniestro total (Zúrich Seguros, aún no te he perdonado lo mal que me trataste, que lo sepas).
Hoy en día ya no hay coches así. Fiat, mediante Abarth, quizás ha sido de las últimas en abandonarlos. Un MINI Cooper S, que tiene una relación entre peso y potencia parecida (alrededor de 7,7 kg/CV), cuesta 34 300 € y pesa 1360 kg, es mejor coche, sin duda, pero no es lo mismo.

Comprar un Fiat Uno Turbo i.e nuevo suponía gastar 1.650.000 pesetas en 1990 (unos 9900 euros, que teniendo en cuenta la inflación, ahora serían unos 23 500 euros). Hoy, si queréis un Uno Turbo i.e. en buen estado, los precios en algunas webs superan los 20.000 euros.
Y vosotros, ¿habéis tenido algún coche de este tipo? ¿Lo recordáis con cariño? ¿Os saltó el turbo al reducir en una curva? 😊
Veo que todavía sigue vivo algún loc@ de aquellos años… 🙂
Yo me estrené tras el volante en agosto del 86 con un Fase 1 con intercooler (desconocía ese detalle), por supuesto de color «rosso passione» y que tenía el embrague más corto que un Celtas… Enamorado para siempre, un coche rápido, noble pero que también enseñaba. Sí, bastante morrón, pero adaptándote a sus características te podías salir del sentido común y hasta del mapa. Los frenos tampoco eran su fuerte, pero por esa llanta 13″ se rehizo el eje trasero del 127 montando discos macizos y se le puso la guinda del pastel: un reparto 73/27, el más agresivo que yo haya conocido nunca. Que se podía jugar con el pie izquierdo, vamos, y vaya si el coche lo notaba, y lo agradecía.
3 años de «novatadas» (51.000 km) acabaron en el Fase 2, que era un coche más redondo, pero tenía menos personalidad. Los acabados interiores eran de mejor calidad, pero más sosos que el agua del grifo. Y no sólo en acabados no mejoró: las ruedas fueron un desastre. Las llantas de 4 miniagujeritos me alabearon los discos en menos de 3 meses y le acabé montando unas Speedline de Fase 1 en antracita. Las gomas, Goodyear NCT5, penosas, nada que ver con las Pirelli P6. Poco agarre y las tuve que cambiar a medio uso por deformaciones nada discretas en los flancos.
Pero éste ya aguantó hasta terminar los estudios y empezar a trabajar, y en los 103.000 km que le hice en 7 años no recuerdo momentos malos, aparte del calor en verano, claro.
Juventud, divino tesoro…
Saludos,
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Ojalá hubiera tenido un coche de esos, pero lo que sí tengo es un recuerdo especial por el Fiat Uno en general.
Si no recuerdo mal, Fiat utilizaba dos bloques diferentes: el pequeño ligeramente por debajo del litro de cubicaje, que montaba el Uno 45 y que rendía cerca de esos 45 CV acoplado a una caja de cambios de 4 velocidades y que tuve ocasión de conducir en varias ocasiones; y el «1.4» que provenía del Seat 127, y que compartían el resto de modelos: el Uno 60 (de carburación), el 1.4 i.e. del Uno 70, y el turbo. La potencia era aproximadamente esa, 60 y 70 CV respectivamente para los dos primeros. Las dos últimas motorizaciones también eran compartidas por el Fiat Tipo.
En mi caso, mi primer coche fue un Fiat Uno 60SX, de segunda mano. Iluso de mi, también fui estafado por el compra-venta. Aunque el recorrido de prueba lo hice desde el asiento del acompañante, fue por decisión mía que apenas tenía experiencia conduciendo. Le encomendé la tarea a mi padre. Después de la prueba formalicé la compra. A los pocos días fui a recoger el coche, una vez tramitado el papeleo y al presentarme en comercio/taller, me encontré a un mecánico en el asiento de un Opel Kadett con el cuadro desmontado sobre sus rodillas. Nada me llamó la atención, salvo su reacción nerviosa, cual niño sorprendido cogiendo un helado del congelador sin permiso de sus padres. No fue hasta un par de días, que no até cabos. El hombre estaba «afinando» el registro de vida del coche antes de venderlo. Por eso, sospecho que cuando lo compré mi «Topolillo» (apodo cariñoso con el que bauticé al coche) estaba más cerca de los 140.000 km que marcaba cuando lo vendí, que de los 78.000 km que indicaba el marcador cuando lo saqué por la puerta del establecimiento.
En cualquier caso me dio un servicio más que aceptable. Tuve pocos fallos mecánicos, fundamentalmente algún problema de encendido cuando le daba por ir a tirones. El mecánico no lo solucionó con la sustitución del distribuidor, pero si pude solucionarlo yo sustituyendo la centralita de la inyección por una de un desguace. ¡Qué tiempos aquellos en los que todos los componentes estaban a mano, se podían desmontar con facilidad, y eran reemplazables por otros sin necesidad de reprogramaciones ni nada por el estilo!
Coche en general muy noble, con buenas reacciones, con un espacio interior enorme para las dimensiones exteriores, y consumo contenido. No corría mucho que se dijera, pero sólo se echaba de menos potencia al afrontar adelantamientos. La potencia era suficiente para divertirse cuando se trataba de ello. Obligaba a tirar mucho del cambio de marchas, lo que hacía su conducción bastante gratificante. Como mayores peros, la calidad de los acabados interiores que se deterioraban de forma prematura.
Siempre tendré un hueco en mi corazón para ese cacharrito italiano. Gracias por traerlo de nuevo a mi memoria.
fé de erratas:
En mi caso, mi primer coche fue un Fiat Uno 70SX (no 60).
que buenos recuerdos!. Un amigo tenia uno… recuerdo que en esos coches aun entraban 5 chavales, apretados, pero entraban…
Tengo un recuerdo claro de que el motor era un todo nada… Solo empujaba desde las 3000 rpm
Saludos!
Estaba naciendo por ese año, bro!
¿Hemos tenido un coche de ese tipo? Yo sí, un Golf GTI mk1, la diferencia es que lo adquirí siendo yo ya «madurito», de segunda mano con 25 años… Las sensaciones de conducir algo «diferente», las mismas…
¿Lo recordáis con cariño?
Supongo que se refería usted más a bien al primer coche, más que al coche de un tipo concreto. Creo que el primer coche marca mucho, y le tenemos un cariño especial más allá de las características. En mi caso, un Opel Corsa 2 (huevo) 1.5 diesel motor Isuzu con 50 cv. Ha sido lo menos espectacular que he tenido (aunque sí he conducido alguna cosa incluso más triste)
¿Os saltó el turbo al reducir en una curva?
Obviamente no, jajaja… Pero siempre digo de aquel coche que tenía una cualidad que ninguno de los que he tenido después tenía. Era un vehículo que se podía conducir en modo binario (acelerador a fondo, o freno a fondo). Era un coche lento… pero jamás fue despacio. Fue testigo de la mayoría de aventuras de mi juventud, el coche me duró 16 años, y aún pude regalarlo para que le diera servicio a otro. Y era indestructible, le hice perrerías varias y lo único que me dio problemas a lo largo de aquellos fue el sistema eléctrico. Aun así, sin alternador ni batería, podías circular con el dirección al taller sin problemas (a condición de que fuese de día)… con mi coche de hoy inimaginable.
Si tengo un rato ya contaré algo más, del corsita o del golfito. Saludos!
Yo también tuve uno. Mi primera “machina”. Muy divertido de conducir en las carreteras de la época. Acelerando y frenando todo el rato era lo que pedía el motor. Y discutiendo cuál era mejor con los dueños de los 205 GTI y lo R5 turbo . Luego tuve un Fiat coupe 16v (mi último coche pasional, a partir de ahí ya todos eran más racionales) pero con los años siempre me he acordado co nostalgia del balín, esa era su mote. Jo 40 años. Viva la nostalgia. Muchas gracias por el artículo me ha hecho escribiros por primera vez. Un saludo.
Yo tuve un corsa Gsi A. Lo cierto es que con 860 kg iba sobrado de todo…. menos de frenos que era un desastre. Peligroso.
Por lo demás un recuerdo a lo analógico, rudo, simple…. sencillo y gratificante.
Otra época sin duda.
Un saludo.
Corría el año 1980, cuando a mis 24 años, mi futura esposa me planteó un dilema. Estaba muy bien largarse todos los findes de excursión con mi flamante BMW R-90 S, pero ella prefería un coche. Y como ya saben que tiran más dos tet… que dos carretas, a encontrar un coche con algo de chicha para no arrepentirme de dejar a mi montura alemana por otro tipo de «montura». Y así encontramos de segunda mano un SIMCA 1200 TI, con su cilindrada de 1442 cm, sus 85CV y su carburador Weber. Lo tuve durante casi tres años, y jamás me dejó tirado. Fue el coche noble, con unas prestaciones interesantes, lejos de las de la BMW, pero que servia para hacer el Montseny a un ritmo bastante ágil, y también para hacer la mudanza de mi piso de soltero al de casado. Nuestro romance terminó el día en que un camión de reparto de refrescos, se quedó sin frenos en el Torrent de l´Olla, y se estampó contra el primer coche aparcado después de Travessera de Gracia, un SIMCA 1200 TI.
Podemos decir que los SIMCA 1100 (FR) y 1200 (ESP), junto con otros de su misma generación, suponen el principio de la automoción tal y como la conocemos hoy, pues son los 1os. en cambiar la ubicación del motor, pasando de trasero o central a delantero.
Gracias por este tipo de entradas. Por la forma y por la temática. Me ha encantado. Gracias!
Mi primer coche fue un Authi Mini 1.000 que lo recuerdo explosivo, no por su escaso motor, sino por su conducción tipo kart. No caeré en probar uno si tengo la oportunidad.
Gracias por estas entradas, no solo por el artículo en sí sino también por los comentarios con las experiencias personales.
Mí primer coche fue algo más humilde en cuanto a pretensiones deportivas, un Ford Fiesta (el forfi) 1.4i 70cv MANGO (en los 90 las ediciones “especiales” eran cuanto menos curiosas y muy variadas).
No es que tenga un buen recuerdo de él por la pila de problemas que me dio la inyección, con consumos más propios de un S600, pero aún así las vivencias y recuerdos del primer coche son únicas.
Nunca lo tuve ( ni lo tendré por circunstancias económicas) pero estaba entre mis favoritos en los 80.
Este el Supercinco GT Turbo y el 205 GTI eran mis favoritos.
Yo tuve un Fiat Uno 60 SL que era un paso atrás respecto al R21 TXE que era de mi padre y con el que aprendí a conducir. De 120 a 60cv se notaba, claro, lo tuve un año porque dio bastantes problemas creo recordar que de carburador (¿puede tener holgura un carburador?) y se calaba en los semáforos. Un día, yendo con mi novia a un merendero asturiano por una carretera bacheada, se soltó la palanca de cambios y quedó en segunda (menos mal que no iba en cuarta) con el consiguiente apuro (buscando la ruta de vuelta a casa con menos semáforos). Sólo lo tuve un año porque cuando mi padre cambió el R21 por otro sedán, dio el Uno como usado en el concesionario y me donó el R21 al que le hice más km que él (me lo dió con 140.000 y yo le hice 160.000).
Como anécdota, a pesar de que el Uno lo compramos usado en un concesionario FIAT, no tenía manual y, claro, en aquella época no había internet del que descargarse manuales así que me dediqué a dejar notas en los parabrisas de los Uno que veía aparcados en la calle. Una señora me llamó (a casa, no había móviles) y me dijo que no lo tenía pero que si lo conseguía le hiciese una fotocopia. Cosa que, por cierto, hice!!!
Qué tiempos.
Me uno a los parabienes sobre este tipo de artículos más personales.
Yo me estrené en los «hot hatch» con un Peugeot 205 GTI 1.6 de 105CV. ¡Que maravilla de coche! Fácil de conducir, rápido, consumo razonable y un comportamiento absolutamente delicioso. Entrabas en curva algo pasado, levantabas y deslizaba con tal suavidad que parecías Timo Salonen. Ese aura de rallies también se incrementaba con unas maravillosas llantas de 14 pulgadas con el mismo diseño que el 205 T16 de Grupo B. Con más de 130.000Km lo cambién por un 205 GTI 1.9 de 130CV. Era otro mundo en aceleración y prestaciones. Su comportamiento era todavía mejor pero…. como levantases a mitad de curva el gas el latigazo era imposible de controlar. Me quedo con el 1.6, un coche realmente único.
Tuve tres, el primero rojo como el de la foto, tras un reportaje que vi de Niki Lauda anunciando su prueba en Brasil, luego uno blanco antiskid que tras un «defecto bultito» en una rueda delantera, reventó y salió por los aires en una curva. Y el último el de 115 o 118 caballos que me lo pasaba pipa pasando coches en las carreteras de doble sentido. Yendo a Alicante los cambios de rasante se hacían en el aire..antes no había autovías de dos carriles. Te plantabas detrás de un mercedes de los pocos que había, te veía llegar por el retrovisor y no les daba tiempo a pensar que un fiat les pasará…de esa manera. El peso/ potencia era la clave para esa época. Rivalizaba con los 5 copa y turbo que había que hacer muchas más manos..luego 205 GTi de 130 CV..en fin..que tiempos.. me hubiera gustado guardar alguno..pero no tenía espacio para guardarlo…ahora todo el del mundo. Saludos..