Amigas y amigos,

Hoy toca hablar de una cosa que me ha gustado bastante. No tengo parte del tiempo porque el tiempo es el que va a hacer hasta noviembre: calor, calor y calor. A ver si hay suerte y cae algo más de lluvia.

Yo creo que esta obsesión por la meteorología me viene de mi padre que solo se asomaba a ver el telediario cuando daban el tiempo. Todo el resto se la sudaba soberanamente, pero el tiempo era sagrado.

Ya saben que me gustan las películas de terror. Es un género en el que siempre me he sentido como en casa, ya desde pequeño, cuando veía El exorcista o La profecía con una toalla en la cabeza para cuando llegaban los sustos, hasta mi edad adulta cuando finjo que me estoy rascando la frente para taparme los ojos con una mano y no pegar botes. Me gusta que me asusten (en la ficción), seguro que Freud tendría una teoría para mi amor por el miedo, pero lamentablemente el género no estaba en alza cuando nuestro amigo Sigmund andaba por ahí dando la turra con sus cosas.

Esta semana estrenan El último late night (que en su versión original han titulado con el mucho más explícito, Late night with the devil) y que es una película de bajo presupuesto y con un solo escenario donde se las apañan para hacer un filme notable, con un pie en la comedia negra, pero bien planteado y bien resuelto.

La cosa es la siguiente: un presentador de late night bastante acabado invita al plató de su programa a una escritora y a la que es el objeto del último libro de ésta: la única superviviente del suicidio ritual de una secta satánica. Todo en nombre del espectáculo, ya saben. Además, en el estudio también vemos a una médium y a un escéptico.

Total, que el anfitrión y presentador del show empieza con su entrevista, pero cuando le toca intervenir a la joven, todo empieza a torcerse a velocidad de vértigo por razones que no vamos a desvelar (si tienen pensado acercarse al cine a verla, no miren ni el trailer, porque -como acostumbra a suceder- allí desvelan todo el puto argumento) y el late night se mete en una increíble espiral de terror.

Película hecha con cuatro chavos, efectista en algunas ocasiones, con efectos especiales caseros, pero que funciona estupendamente como pasatiempo de horror que gustará por igual a amantes del género y a los que busquen unos cuantos sustos mientras se comen un cubo de palomitas. El protagonista es uno de esos secundarios a los que hemos visto en todas partes y está francamente espléndido. El tipo se llama David Dastmalchian y estoy convencido de que a partir de ahora va a ser algo más que un secundario de lujo. No es fácil cargarse una película sobre los hombros (por pequeña que sea) y salir intacto del reto: Dastmalchian lo hace.

Se la aconsejo de forma vehemente. Pasa como una exhalación, acojona a ratos y no miras el reloj. Yo ya no le pido nada más a la vida. A mi edad, todo es mucho.

Si no quieren salir de casa (les entiendo) solo recordarles que hoy mismo, HBO max ha pasado a ser simplemente Max y para celebrarlo hay que bajarse una nueva app y hacer no sé qué. La buena noticia es que también hoy mismo han estrenado la maravillosa Dune 2. Si se la perdieron en el cine, ahora ya no hay excusa que valga.

Qué más quieren?

Abrazos,

TGR