Amigas y amigos,

Què tal todo? Si son del Madrid, muchas felicidades; si son culés, mi más sincero pésame.

Si no les gusta el futbol, son ustedes gente sabia y mucho más feliz.

Hoy no hay parte meteorológico: no hay novedades.

El sábado hablaremos de la magnífica nueva entrega de la franquicia de El planeta de los simios, muestra inequívoca de que las cosas se pueden hacer bien, aunque se trate de dar al público lo que -muchas veces- necesita: puro entretenimiento. Hemos rebajado tanto el significado de la palabra y degrada tanto su verdadero sentido, que ahora parece que algo entretenido es algo barato o vulgar. Entretener es la hostia. 

Pero no nos adelantemos.

Hablemos hoy de Sugar. La emiten en Apple tv, esa plataforma que nadie tiene y, si no me falla la memoria, ya hablé aquí de ella en su momento. También puede ser que nunca dijera nada y me lo esté imaginando. Conmigo todo es posible. Soy más viejo que un bosque y los estímulos eléctricos que conectan las neuronas de mi cerebro funcionan como los circuitos de una tostadora de 200 años.

La serie es la historia en clave noir de un detective que busca a una mujer desaparecida. El tipo habla de una forma extremadamente particular, se comporta de una forma extremadamente particular y es extremadamente particular.

Si son ustedes parte del exclusivo colectivo que tiene Apple tv, dejen de leer ahora mismo porque les iba a joder la serie; si no tienen Apple tv, pero quieren aprovechar el hecho de que tienen una docena de series cojonudas, dejen de leer ahora mismo. Si les da igual que vaya a revelarles uno de los plot twist más locos e inesperados de los últimos lustros, pues sigan leyendo, pero luego no quiero que nadie se queje.

Bueno aquí va: el detective privado algo raruno que anda buscando a alguien importante que ha desaparecido es en realidad.

ÚLTIMA OPORTUNIDAD PARA DEJAR DE LEER.

Es en realidad un puto alienígena.

Sí, lo han leído bien. Al final del sexto episodio de Sugar, el hombre se pincha una sustancia rara en el cuello y desvela su verdadera identidad extraterrestre.

Obviamente, y como casi todos/as los que estábamos siguiendo la serie, me quedé a cuadros. Un maldito alienígena? Pero qué cojones me estás contando. Para una serie de ocho episodios, que al final del sexto te cuenten que el protagonista es un bicho de otro planeta es una apuesta loquísima.

Ante este tremendo giro de guion, me asaltaron varias dudas.

La primera y más obvia si esto es simplemente una boutade ejecutada porque no sabía cómo cojones acabar el show. La segunda (más interesante), es que todo estaba encaminado a esta revelación salvaje y que en el séptimo y octavo episodio todo tendrá sentido. No tengo aún las respuestas porque cuando escribo estas líneas aún no he visto el séptimo episodio, que ya está disponible. Me pondré a ello esta misma noche, cuanto acabe mis tareas cotidianas.

Tengo la esperanza de que esto no haya sido solo una ocurrencia de mierda y que detrás de esta demoledora revelación se esconde una trabajadísima trama que despegará con el estruendo de mil cañones. Si es una tomadura de pelo me voy a enfadar mucho.

Ya saben, la esperanza es lo último que se pierde.

Abrazos,

TGR