Amigos y amigas,

No les he hecho esperar mucho esta vez. Sé que probablemente ni se acordaban de mí, pero aun así.

Estos días estoy empezando a pensar que lo de la pandemia va a durar un poco más de lo que teníamos previsto: pongamos que habíamos dicho uno o dos años, y que al final van a ser veinte. Menos mal que aún tenemos comida en los supermercados y la infraestructura energética aguanta: algo es algo.

Hay multitud de nuevas series y películas. De hecho, a este ritmo, habrá más películas y series que personas. O cada persona tendrá su propia serie, por si alguien quiere verlo de otro modo.

Por eso me voy a permitir una pausa para hablar de una serie documental muy pequeñita, estrenada casi de estrangis (si me permiten la expresión, que debe ser tan vieja como yo), pero que es de lo más bonito que se ha estrenado este año entre nosotros. Y si usted, querido/a lector/a es cinéfilo, entonces es una joya que debe ver sin remisión.

Lo primero que hay que explicar es que el productor ejecutivo es David Fincher. Sí, el tipo que dirigió Seven, El club de la lucha, La red social, Millenium i Zodiac. Ahí es nada. Uno de los mejores directores de cine de la historia. De la moderna y de la todos los tiempos.

Lamentablemente, ya no se le ve mucho por Hollywood, después de que sus últimas propuestas se estrellaran en malas taquillas y certificaran la muerte del cine adulto. Así, sin más.

Ahora se dedica a trabajar para Netflix, plataforma para la que ha dirigido una de las mejores series que un servidor ha visto en su vida: Mindhunter. Los señores de Netflix la dejaron caer después de tres temporadas (si la memoria no me falla) porque no interesaba a la gente suficiente. Parece ser la historia de la vida de Fincher: haz cosas de la hostia porque nadie va a mirarlas.

Ahora parece dedicarse a cosas pequeñas o muy específicas (hizo una película en blanco y negro llamada Mank, que -adivinen- tampoco miro mucha gente) y en esta ocasión produce una serie documental con episodios de poco más de veinte minutos en los que habla de una película, de un movimiento o de un tema concreto. Puedes liquidarte la serie completa en dos horitas y media como hice yo, y quedarte tan pancho.

La cosa empieza con un precioso homenaje a Tiburón, la obra maestra de Steven Spielberg, que explica muchas cosas que hasta los cinéfilos más avezados pueden desconocer. Pero no es eso lo importante, sino el acceso a buenas imágenes, lo suave que es el montaje y lo acertado de la voz en off, normalmente de algún tipo/a que no es famoso/a, pero que sabe mucho del tema y que lo explica con la pedagogía suficiente para hacerlo interesante sin que se convierta en una turra.

Hay otro (maravilloso) sobre la venganza como ítem cinéfilo que es mi favorito.

No quiero hacerles spoilers, aunque no haya mucho spoiler que hacerles, pero si lo ven sin saber nada del tema, lo disfrutarán el doble.

La serie se llama Voir. Repetimos: en Netflix.

Por cierto, aunque hablaré de ello esta semana que viene, si tienen ocasión acérquense a un cine a ver No mires arriba. La peli va a estrenarse en Netflix en un par de semanas, pero vale mucho la pena verla en pantalla grande.

Hablamos pronto.

Abrazos/as,

T.G.