Amigas y amigos,

Hoy no tengo ni informe del tiempo. ¿Saben esa sensación de empezar la semana y pensar, ‘no debería haberme movido de la cama’?, pues así llevo yo desde el 1 de enero.

En fin, como dicen algunos imbéciles, ‘mañana volverá a salir el sol’. Como si eso fuese a arreglar algo.

Encima, hoy me he tenido que tragar una cosa de Prime llamada Los Farad.

Ya saben que yo veo mucha mierda. Forma parte del oficio: yo veo un montón de basura para que ustedes no tengan que verla. O algo así. Soy una especie de servicio público.

Con el trailer de esta serie ya uno se teme lo peor. Una producción española con buen reparto, pero que está muy por debajo de lo que pretende y que contiene tantas chorradas en tan poco espacio que resulta imposible tomársela en serio. Por supuesto, está basada en hechos reales, porque por qué no: la historia de un monitor de aerobic de un barrio humilde de Madrid que acaba metido en la familia de un traficante de armas y haciéndose con el mando.

Claro que sí, chaval. Y si mi abuela tuviera ruedas sería una bicicleta.

Encabeza Los Farad un actor llamado Miguel Herranz al que agradezco su esfuerzo por vocalizar e intentar que se entiendas todas las memeces que le obliga a decir un guion horroroso que parece escrito por un golden retriever que se ha dado un golpe muy fuerte en la cabeza y al que previamente han obligado a ingerir siete litros de whisky.

El problema con este tipo de productos basados en hechos reales es que ya lo decía Truman Capote, ‘la diferencia entre realidad y ficción es que la ficción debe ser coherente’. Seguro que he mencionado esta frase unas cinco mil veces en este blog, pero es que no me la quito de la cabeza cada vez que veo una serie de este tipo, que creen que te pueden colar cualquier cosa simplemente porque esa cosa sucedió -supuestamente- en la vida real.

No hija, no.

No es que Los Farad tenga un mal reparto, ni esté mal dirigida (aunque esa fotografía amarillenta esté más caducada que Jorge Javier Vázquez), pero es que el guion es una cosa inhumana. El actor principal es incapaz de liderar y ponerse la película a los hombros, la actriz principal hace lo puede con el material que le han dado y el resto del reparto se pasea por ahí soltando frases imposibles, con la mirada perdida del que está en un after un lunes a las 7 de la mañana cuando abren las luces.

Hay un momento en el que el tío del protagonista se pone a hacer napalm en una cueva en la que vive para dárselo a unos nicaragüenses. Yo no sé si eso ha pasado, pero si ha pasado jamás se me ocurriría ponerlo porque nadie iba a creerme y porque si además el tipo que hace el napalm está interpretado por Fernando Tejero, pues no me lo voy a creer. No tengo nada en contra suya, pero hay cosas que no me trago a menos que estemos hablando de una comedia. Y esto no es una comida, aunque muchas veces lo parezca de forma casi tozuda.

Por suerte, el viernes estrenan la segunda temporada de Reacher en Prime y todos estos productos indignos que he tenido que tragarme en nombre de la profesión, serán compensados con este serión donde un tipo de dos metros y 130 kilos de peso da unas hostias que me duelen hasta a mí. Soy una persona básica y me gustan las cosas básicas. Dame a un justiciero gigante con algo de guion y me tienes a tus pies el tiempo que sea necesario.

Hala, abrazos.

TGR