Amigas y amigos,

Qué tal están?

Sí, seguimos en la canícula. A ver si conseguimos salir de ella un día cualquiera.

Ir al cine es una buena opción, sobre todo si viven en una gran ciudad porque allí no queda nadie. Si están en enclaves turísticos, ya lo recomiendo menos, por razones obvias.

Este fin de semana podría ser una buena idea ir a una sala si están decididos a dejar el cerebro en la entrada. Lo aviso para que nadie me venga luego diciéndome que ha ido a ver una película sin guion, cuya gracia reside en ver a unos cuantos idiotas comidos por un monstruo gigante. Llegados a cierto punto, hay que reconocer que se disfruta mucho cuando a un idiota se lo zampa una bestia enorme. Uno se imagina que es algún vecino, alguien de la oficina o tu cuñado y todo es incluso mejor.

Es un ejercicio que practico constantemente con este tipo de películas y me genera cierta satisfacción.

La obra magna de la que les hablo es Megalodon 2.

No sé si recuerdan la primera: una gente quiere investigar el fondo marino y se da de bruces con un bicharraco gigante, una suerte de tiburón prehistórico. Obviamente, el megalodon empieza a sembrar el caos y tienen que llamar a un experto en rescates submarinos para tratar de salir del paso. El experto no es otro que Jason Statham, al que ya sabemos que le va la marcha.

La peli no era nada del otro mundo, pero a mí me pareció muy divertida. Como una de esas mierdas que te tragas en el cine de verano porque hace calor y tienen cerveza y te da todo igual.

La segunda es peor que la primera, pero igual de divertida. Hay más monstruos, son más grandes y aparecen muchos más idiotas deseando ser comidos. Bueno, el que lo desea es el espectador. No vale la pena que les explique mucho. Creían que el tiburón había pasado a mejor vida y no. Yo creo que con ese apunte ya pueden hacerse una idea. Lo importante es que haya más de todo y les aseguro que es así.

Por otro lado, en Prime tienen Marlowe, la película de Liam Neeson que no está nada mal (ambientación de época, detective clásico y demás) y en la que apenas mata a nadie, en lo que parece ser un gran paso adelante en su ajetreada carrera de los últimos años.

No les puedo recomendar mucho más, excepto la tercera temporada de la magnífica Solo asesinatos en el edificio, de la que ya hablé aquí y que es estupenda para cualquier día de la semana o del mes.

Ah sí, hay un documental en Netflix que me ha interesado bastante sin que -a priori- tuviera yo demasiado interés en el asunto. Se llama Secretos del deporte: Johnny Football.

Ya lo sé. El título es horrible.

Se trata de una saga de documentales dedicados a revisar historias interesantes del mundo del deporte. Hay unos cuantos y lo cierto es que están todos bastante bien. Este en concreto repasa la vida de un quarterback de la universidad de Texas llamado Johnny Manziel al que apodaban Johnny Football. El tipo es un pieza de mucho cuidado al que le va la fiesta más que a Romario, pero también era un genio absoluto en lo suyo.

Esa aventura de intentar compabilizar su figura pública con su estatura como jugador es lo mejor de este documental. A mí me interesa más bien poco el fútbol americano y me pareció extremadamente entretenido.

Si les apetece, y saben.

Abrazos,

TGR

P.D.: en la próxima conexión les hablo de la nueva película de espías de Netflix, que es tan mala como las anteriores.