Teníamos el rallye ganado y lo hemos regalado en el último tramo.

Nos hemos equivocado. Bien. Eso le ocurre a cualquiera. Pero no hemos hecho nada por solucionar nuestro error. Y teníamos margen, mucho margen. Teníamos tiempo para corregir. Dentro del tramo, sí. Penalizando, sí. Pero no hemos hecho nada por corregirlo. Nos hemos resignado. Como un par de bobos. Teníamos varias soluciones para minimizar los daños. No hemos optado por ninguna.

No me fastidia haber perdido un rally que teníamos ganado (Me fastidia, pero menos). No me mata que nos hayamos equivocado al meter un número y que no lo hayamos descubierto al revisarlo. Lo que de verdad me duele es que una vez el error es evidente, una vez metidos en el tramo, nos hayamos quedado como pazguatos y no hayamos hecho nada serio para solucionar nuestra equivocación.

Toda la responsabilidad es mía. Mi hermana, que ha copilotado conmigo, no tiene experiencia en esto. Soy yo el que tiene que solucionar los errores. No lo he hecho. Me merezco que hayamos terminado segundos y hasta décimos. No por castigo, sino por bobo. Si haces boberías, lo normal es terminar último.

Hemos terminado segundos gracias al coche, que nos ha puesto la victoria en el ECO Rallye Villa de Llanes en las manos. Hemos corrido la segunda prueba del Campeonato de España de Energías Alternativas con un KIA e-Niro que nos ha prestado KIA. Yo no lo había conducido nunca, pero tal y como van los KIA últimamente, tenía buenos presagios.

Me lo dieron, le instalé la sonda para el equipo de medición y me fui a Llanes con él desde Madrid. Por la carretera comprobé que consumía muy poco. A 120 km/h de crucero, de Madrid a Llanes, el consumo fue de 18,0 kWh cada 100 km. Una cifra excelente. Buenas noticias. En el punto más alto del recorrido, el consumo superó los 20 kWh, y recuperó rápidamente en la bajada.

Posteriormente, en el rallye, ese magnífico consumo nos ha permitido terminar segundos a pesar de nuestra pifia.

Arrancamos el rallye con el mejor tiempo en el primer tramo y terminamos en cabeza en el primer bucle, con una clara ventaja.

Foto de José Bernardo Díaz

Al acabar el bucle ya sabía que no quiero otro coche para correr este campeonato. El KIA e-Niro me ha encantado. En la primera carrera, en Coruña, Ana (mi hermana) y yo, corrimos con el Tesla de km77. No lo disfruté nada. El Tesla va muy bien en curvas. Es un coche efectivo y permite pasar muy rápido, pero no todo en carretera es la efectividad en velocidad pura. El Tesla no frena demasiado bien. No tanto por la distancia de frenada, sino por el tacto del pedal de freno, que es fastidioso. Pero no sólo es el freno. Es un coche muy efectivo en conjunto. Por decirlo de alguna forma, sus características lo hacen efectivo para una conducción de circuito, no para una carretera estrecha y desconocida en la que es necesaria mucha agilidad y capacidad de improvisar continuamente. El Tesla hay que conducirlo con tiralíneas. El e-Niro seguro que no es tan efectivo, pero es mucho más ágil. Permite corregir, cambiar, frenar y acelerar para modificar inmediatamente una trayectoria.

Con el Tesla no lo pasé nada bien. No nos salían los tiempos. Me resultó mucho más áspero de conducir a baja velocidad y cambiarlo de dirección y de ritmo. Con el Tesla no disfruté nada y de hecho no voy a participar en ninguna otra carrerta de regularidad con él. En cambio, con el e-Niro, disfruté, la conducción fluía, y vi que íbamos bien desde los primeros metros.

Después del primer bucle, de tres tramos, íbamos primeros en la clasificación por tiempos. Pero eso no era lo más importante. Los equipos nos contamos unos a otros nuestros consumos y nuestro KIA e-Niro según el indicador del coche era el que menos consumía de todos con diferencia. La cosa iba bien.

Al finalizar los tres primeros tramos, íbamos en primera posición. Por la tarde apuramos menos en regularidad y nos adelantaron Txema y Pilar, en los dos primeros tramos, con el Hyundai Kona. Pero la diferencia seguía siendo pequeña.

Después de un descanso de cuatro horas, necesario para recargar los coches con baterías más pequeñas, salimos al segundo bucle. Sin necesidad de arriesgar ni una gota, pasamos por los dos primeros tramos con tranquilidad, porque las penalizaciones por tiempo normales, salvo pérdidas o errores de gran magnitud, no iban a quitarnos la victoria.

El problema llegó en el último tramo. Teníamos mal metida la hora de salida. «No hay problema, le dije a mi hermana. Salimos en modo manual».

Salimos de modo manual de forma equivocada y una vez habíamos recorrido unos 100 metros dentro del tramo me di cuenta de que lo habíamos hecho mal. No sabía exactamente qué es lo que habíamos hecho mal, pero algo habíamos hecho mal. Me tenía que haber parado. Mirar qué había pasado, meter los datos que fuera necesario, decirle a mi hermana qué tenía que hacer y seguir. Pero no lo hice. Seguí a ojo el resto del tramo, con la esperanza de penalizar poco a ojo.

Una esperanza estúpida. Penalizamos muchísimo y perdimos el primer puesto.

El coche nos estaba regalando la victoria. Lo estaba haciendo todo para que ganáramos. Pero nosotros nos empeñamos en perder. Y lo conseguimos.

No pasa nada. No soy profesional de los rallyes. Corro porque me lo paso como los niños pequeños y porque me encanta competir. Y tengo claro que con cada error se aprende. Pero…

Un periodista de coches con el que trabajé durante algún tiempo hace muchos años, que corría en motocross y que llevaba los coches de forma salvaje para aparecer siempre derrapando o levantando rueda en las fotos (eran otros tiempos), siempre decía que cuando perdías el control de coche había que seguir trabajando hasta el final para intentar recuperarlo. Decía algo así como: «Da igual que te parezca que las cuatro ruedas están en el aire y que ya hayas volcado. Tú sigue trabajando intentando corregir, por si acaso» y lo escenificaba moviendo los brazos apuntando hacia el techo en forma de contravolante de un coche boca abajo.

Esa enseñanza no sirve sólo para conducir. A mí al menos, no me sirve sólo para conducir. O, mejor, no quiero que me sirva sólo para conducir. Si te equivocas, acéptalo rápidamente, sin aspavientos. Acéptalo cuanto antes que cuanto antes lo hayas aceptado antes empezarás a trabajar para corregirlo. Y no pares de trabajar hasta que lo hayas solucionado.

En Llanes le hice poco contravolante al error en el último tramo. O le hice un contravolante fácil y dejé de exigirme más. «A ver si lo salvo a ojo», pensé. Como si fuera Superman. Error. Vete a ojo hasta que soluciones el problema, si quieres, pero soluciona el problema. Si tardas diez minutos, tarda 10 minutos, pero ponle remedio y si sólo te da para hacer mejor los últimos dos controles, aprovéchalo.

En el último tramo hemos penalizado casi cinco veces más que en el resto del rally junto. En la clasificación por tiempos terminamos en cuarta posición, pero lo peor no era la posición, sino la enorme distancia con los tres primeros. Al llegar al parque cerrado no tenía ninguna esperanza de remontar porque además, con la tensión del error, no había cuidado el consumo durante el último tramo.

Sin embargo, el e-Niro, ajeno a nuestros fallos, siguió ahorrando mucho y gracias a un excelente índice de consumo recuperamos dos puestos y pudimos subir al cajón en segunda posición.

Ana me felicitaba por la mañana siguiente al conocer el resultado, después de la recarga nocturna: «Si a pesar de los fallos hemos quedado segundos es que debes de ser muy bueno», me decía. Ojalá fuera bueno yo. El bueno del equipo fue el coche, gracias a su consumo excepcional.

Es sin duda el coche a batir en este campeonato. Permite ir a clavar los tiempos con un consumo bajísimo. Se conduce con facilidad, es ágil, efectivo y gasta poco. Además, es grande y tiene un buen maletero, que para llevar todos los bultos necesarios para los rallyes también ayuda.

En fin. Que ya no quiero correr con otro coche. Su bajísimo consumo lo convierte en una herramienta infalible, salvo que quienes lo conducen se esfuercen por hacerlo perder.

El buen dato de consumo del KIA e-Niro nos permitió remontar dos posiciones. Esa remontada le corresponde íntegramente al coche.