En realidad, ver un Porsche haciendo todoterreno no es nada extraño. Pero no me estoy refiriendo a un Macan o un Cayenne, sino a un Porsche «de verdad», a un 911. Y es que ya desde su primera generación, el 911 ha pisado cosas muy distintas al asfalto. El primer capítulo se escribió en 1965 con la participación en el Rally de Monte Carlo. El último, por el momento, es de 2022, con la subida al volcán Ojos del Salado.

Ojos del Salado es un volcán inactivo de 6891 metros de altura sobre el nivel del mar, el más alto del mundo. Se halla en la cordillera de los Andes, el sistema montañoso que sirve de frontera natural entre Argentina y Chile, y es uno de los puntos favoritos para lograr récord de altura de subida con vehículos. De hecho, no hace mucho, en 2020, dos Mercedes-Benz Unimog dejaron la marca de mayor altura subida por un vehículo de cuatro ruedas en 6694 metros. Superaron por poco los 6646 metros que alcanzaron un par de Jeep Wrangler en 2007.

Hasta esa localización se desplazó un equipo de Porsche liderado por Romain Dumas con dos 911 especialmente preparados para subir lo más posible. No llegaron tan alto como los citados Unimog y Wrangler, pero se quedaron en unos impresionantes 6007 metros. Subieron hasta donde «las paredes de hielo y nieve nos impidieron avanzar más».

Esos dos 911 son en origen dos 992 Carrera 4S de 450 CV con cambio manual de siete velocidades. Pero la transformación que han sufrido es tremenda, hasta darles la apariencia casi de buggy. Para empezar, la suspensión utiliza ejes de tipo pórtico, una disposición en la que los semiejes y el diferencial está colocados por encima del centro de giro de las ruedas. Con ello se consigue aumentar la altura libre al suelo, que es de 350 mm en estos prototipos, y disminuir el par de torsión sobre los palieres y el diferencial gracias a la reducción extra que hay en el cubo de las ruedas (esto permite utilizar componentes menos voluminosos y, de nuevo, ganar altura libre al suelo).

Los bajos están protegidos con planchas de fibra de aramida, o Kevlar, que es el nombre comercial con el que se conoce comúnmente a este material. Estas planchas permiten arrastrarse y deslizarse sobre rocas sin estropear ningún componente mecánico. El sistema de refrigeración del motor también está modificado y colocado en una posición más elevada para evitar daños. También llevan un sistema llamado Warp-Connecter que conecta mecánicamente las cuatro ruedas para que la carga sobre ellas sea constante en situaciones de máxima articulación y de esa manera lograr una mejor tracción.

El habitáculo está prácticamente desnudo. Fuera los asientos, excepto el del conductor, que ha sido reemplazado por un baquet de fibra de carbono con arneses. En el salpicadero hay una serie de interruptores, algunos de los cuales permiten bloquear los diferenciales manualmente. La dirección es por cable (by-wire), una tecnología que Porsche emplea en un 911 GT3 R que compite en la ADAC GT Masters (es un sistema desarrollado en conjunto con Schaeffler Paravan).

Los neumáticos utilizados son BFGoodrich Mud-Terrain T/A KM3 y Cooper Discoverer STT PRO de 310 milímetros de anchura, unas ruedas preparadas para este tipo de aventuras. Para adecuarse a estas ruedas y mejorar la respuesta de los vehículos a baja velocidad, Porsche ha acortado las relaciones del cambio. Otro elemento que no puede faltar en un verdadero cuatro por cuatro es el cabestrante, y estos 911 lo llevan.