Es la sexta vez y, por el momento al menos, ya la última en la que sometemos a prueba al pequeño turbodiésel del grupo VAG, que tantos quebraderos de cabeza nos viene dando en cuanto a sus consumos. Creo que, por fin, podemos dar el ciclo no sólo por cerrado, sino por aclarado en cuanto a la explicación de los resultados. Para ello ha hecho falta cerrar el círculo de posibilidades de combinar esta mecánica con diversas transmisiones y carrocerías, gracias a la variante que ofrece Volkswagen, consistente en aplicar este motor, en su versión habitual de 105 CV, sobre una plataforma del segmento B (con carrocería Polo), pero con el cambio manual de seis marchas que tiempo atrás ya probamos en el Seat León, que es un segmento C. Segmento al cual también pertenecía un Audi A3, pero con carrocería Sportback, que también pasó por el circuito, sólo que en este caso equipado con la transmisión DSG de siete marchas.

Prueba de consumo (66): Volkswagen Polo 1.2-TSI 105 CV. Delantera.

Los demás coches probados pertenecían al segmento B: un par de Ibizas y un Audi A1. Este último con la variante específica para él sólo, de 86 CV y caja de cinco marchas, y los Seat, uno con la ya citada DSG y el otro, de carrocería familiar ST, con la más habitual manual de cinco marchas. Como ya hemos hecho en ocasiones anteriores, y para evitarle al lector curioso tener que dar marcha atrás al blog para buscar datos comparativos, ahí va un corto resumen de las principales características de todos ellos: los dos (A1 e Ibiza ST) con cinco marchas tenían un desarrollo de 40,9 km/h en 5ª, ambos con neumáticos 215/45-16; y con 1.150 kilos, el ST pesaba 110 más que el coqueto Audi. Los de cambio DSG, ligeramente distinto de piñonaje en cada caso, subían hasta 45,2 el A3 y 45,5 km/h el Ibiza, que pesaba igual que el A1, mientras el Sportback empataba en la báscula con el León, ya en los 1.270 kilos; pero el A3 llevaba sección de goma 225, por sólo 205 en el León. Y éste, con seis marchas manuales, tiraba de 44,2 km/h en 6ª.

Del motor se ha hablado tantas veces que ya es casi como de la familia: culata monoárbol muy sencilla, con ocho válvulas paralelas y semi-balancines de rodillo sobre apoyo hidráulico, pero con inyección directa y un intercooler del poco frecuente tipo aire/agua situado en el colector de admisión. La elasticidad resulta asombrosa, y todavía más la suavidad de funcionamiento, que como ya se ha dicho en alguna ocasión, hace dudar de si está en marcha o apagado al parar el coche, como si hubiese Start/Stop. El cambio manual de este Polo tiene las mismas relaciones que el del León en las tres primeras marchas, pero alarga discretamente las tres superiores, sin duda por tratarse de un coche más ligero, del cual ofrecemos ya la habitual ficha técnica resumida:

VW Polo 1.2-TSI:

Motor: 1.197 cc; 105 CV a 5.000 rpm; 17,9 m.kg de 1.550 a 4.100 rpm.

Transmisión: Caja manual de seis marchas, con 45,9 km/h a 1.000 rpm en 6ª.

Neumáticos: 215/40-17.

Cotas (longitud/anchura/altura): 3,97/1,68/1,46 metros.

Peso (sin conductor, con depósito lleno): 1.013 kg.

Velocidad máxima: 190 km/h.

Consumo extra-urbano: 4,5 l/100 km.

Emisión ponderada de CO2: 124 g/km.

Prueba de consumo (66): Volkswagen Polo 1.2-TSI 105 CV. Motor.

Ya con los datos básicos de los cinco coches anteriores, más la ficha técnica del Polo, vamos a resumir ahora los resultados de los primeros para poder comparar con los de este VW, no sin recordar antes que ninguno de los seis montaba neumáticos de baja resistencia a la rodadura. Por una parte, teníamos un resultado muy bueno: los 7,17 l/100 km del Audi A1, que fue récord de gasolina en el circuito (al margen de los híbridos de Toyota), hasta ser superado por el Fiat 500 Twin Air, pero sólo cuando éste se condujo en el modo “Eco”, bajando a 6,83 l/100 km. Por el contrario, los otros cuatro resultados estaban muy agrupados, pero en unas cifras que no pueden calificarse de satisfactorias, y menos para un motorcito como éste, que está diseñado para ofrecer consumos muy aquilatados, y presume de ello.

Por orden de consumos, los de estos cuatro coches se escalonan así: 7,85 l/100 km para el Ibiza ST de 5 marchas; 7,87 l/100 km para el León de seis marchas; 7,91 l/100 km en el Ibiza con DSG de 7 marchas, y finalmente 7,97 l/100 km en el caso del A3 Sportback también con dicho DSG. En cuanto a tiempos, también hay un buen agrupamiento; cuatro están, minuto a minuto, en la estrecha horquilla de 4h 42m a 4h 45m, con la excepción del León, algo más rápido, con 4 h 39m. Digamos que la homologación en recorrido extraurbano estaba en 4,4 l/100 km para el A1 y el Ibiza con DSG, en 4,5 para el Ibiza ST, en 4,6 para el Sportback con DSG, y saltaba a 4,9 para el León de 6 marchas.

Prueba de consumo (66): Volkswagen Polo 1.2-TSI 105 CV. Lateral.

Pues bien, llega el momento de desvelar el resultado del Polo, que es el siguiente, y con un tiempo más que aceptable, de 4h 42m:

VW Polo 1.2-TSI:

Consumo: 7,05 l/100 km.

Promedio: 107,2 km/h.

Por una parte, el resultado nos reconcilia con el rendimiento de este motor, que no acabábamos de comprender cómo nos estaba dando resultados tan mediocres; y por otra, ya nos deja bastante claras las razones de tales resultados. Porque ya no se puede dudar ni un momento más, puesto que hay otros muchos datos, con otros coches y otros motores, también de gasóleo, que confirman las sospechas: el cambio DSG, a pesar de sus desarrollos algo más largos que los manuales de cinco marchas, y similares a los de seis, da lugar a consumos más altos. De los seis coches a los que nos estamos refiriendo, los dos peores llevan DSG, y eso que es el de siete marchas, con los embragues en seco, y no en baño de aceite.

Será debido al barboteo en el aceite del piñonaje de triple eje, pero el caso es que, sistemáticamente, ocurre siempre lo mismo. Y no es casualidad que los Blue Motion de VW, Ecomotive de Seat, Green Line de Skoda y “e” de Audi vayan siempre con cajas manuales (incluso de cinco marchas en muchos casos); también el peso suplementario del DSG puede influir algo, pero es mucho menos que las diferencias que hemos señalado entre los coches citados, pese a lo cual agrupan sus consumos. Y el otro motivo de estos consumos, y que ya hemos señalado en repetidas ocasiones, es la mala aerodinámica de los Seat: los dos que se destacan favorablemente son el A1 y el Polo, mientras que en el grupo de consumo más elevado están los tres Seat y el macizo Sportback, que además lleva cambio DSG. Podría valer, como última excusa, que los Seat lleven una gestión de inyección un poco más vivaz en la fase transitoria de aceleración, para apoyar su personalidad teóricamente más deportiva, mientras que a régimen constante dan los mismos valores máximos de potencia y par. Pues no valdría la pena.

Prueba de consumo (66): Volkswagen Polo 1.2-TSI 105 CV. Trasera.

Haciendo un poco de historia, en la prueba del A1 ya hablábamos de unos cuantos coches que, en la etapa anterior de esta prueba, habían conseguido resultados más brillantes todavía, entre 7,05 y 7,10 l/100 km; cinco, exactamente. Pues bien, puesto que el Polo ha bajado, y su mérito tiene para un segmento B moderno, a dichos 7,05 l/100 km, se puede desvelar que, algo más de tiempo atrás, hubo nada menos que doce coches que consumieron en la franja que va desde 6,42 a 7,01 l/100 km. Varios Yaris, varios Opel, otros cuantos de PSA, un par de Renault y un sorprendente Mini Cooper que, en 2007 y con la versión atmosférica de 120 CV del 1.6, se conformó con 6,99 l/100 km, y a 109,4 km/h de promedio. Cierto, todavía no había tantas rotondas ni “guardias dormidos”, pero de todos modos, tiene su mérito; al margen de que ese motor de origen BMW nació “bendito” tanto en versión atmosférica como turboalimentada.