Amigas y amigos,

Qué tal va todo? Ayer llovió en Barcelona. Primero un rato y luego un rato más. Fue raro ver llover aquí. Como un perro que camina por primera vez sobre la nieve. Caía agua del cielo y nadie podía creerlo. Un milagro. Viva.

Si sigue así cada día durante 30 años, igual podemos solucionar el tema de la sequía sin tener que molestar a nadie.

Hasta aquí mis novedades metereológicas.

Vamos ahora a los temitas de la semana.

Hoy vamos a hablar de One day en Netflix. Aquí la han titulado, ‘Siempre el mismo día’, y que explica la historia de dos amigos a lo largo de casi dos décadas. Está basado en el estupendo libro del mismo título, del que ya hicieron una película en su momento.

Nota: la película no estaba mal.

Ahora llega como mini-serie a HBO. Bueno, no sé si se puede hablar de mini-serie cuando tiene catorce capítulos de casi media hora de duración. Yo no me atrevería a decir que es mini-serie.

Déjenme empezar por la pareja protagonista, que es cojonuda. Él es Leo Woodall, al que vimos en la segunda temporada d White lotus; ella es Ambika Mod, a la que pudimos ver en Esto te va a doler. La premisa de la serie es que estos dos amigos están en realidad enamorados, pero no son capaces de verbalizarlo y por tanto de sublimarlo. Las razones son variadas, pero la principal es que son de universos completamente distintos. Él un niño rico de familia bien sin más preocupación que disfrutar de la vida y ella es una chica de familia humilde y militante de cualquier causa que considere justa. Tiene sentido que ninguno de los dos vea en su posible relación algo que pueda sobrevivir durante demasiado tiempo.

La serie arranca mal, con demasiados subrayados para que el espectador entienda que estas dos personas son muy distintas. No es necesario que no te le refrieguen por la cara, porque es obvio que son extremadamente distintos.

Sorprendentemente, el segundo episodio es mucho mejor que el primero. No pasa a menudo, pero pasa aquí. Con la trama ya solidificada, las cosas funcionan mucho mejor. La cosa va como la seda durante tres o cuatro episodios, pero luego se va a la mierda porque es muy frustrante ver la misma conversación incómoda y la misma introversión forzada durante tanto tiempo es insoportable (e insostenible).

Así que aproximadamente en el séptimo episodio, me cansé de ver a esas dos personas que es obvio que tienen química y que se quieren negarse el uno al otro en eternas cenas, desayunos, comidas y vacaciones. A ver, chavales, haced algo o dejad de veros, pero no nos deis más la turra.

Me cuesta entender porque una serie que hubiera sido excelente si la hubieran dejado en seis episodios, tiene que llegar a los catorce. Supongo que, si vendes a una plataforma un producto, cuanto más largo sea ese producto más pasta te dará la plataforma. Si eso jode el propio producto, pues bueno, la pasta ya te la han dado. Así es el mundo audiovisual moderno y por eso nos tenemos que tragar tal número de porquerías que podrían no haberlo sido si alguien se hubiera preocupado un poco más del asunto artístico y menos del asunto pecuniario. Es fácil decirlo cuando no eres tú el que cobras: si me dieran ese pastizal a mí, probablemente también me importaría un pito el arte.

También han estrenado mil cosas más que no tienen ningún interés, como la segunda temporada de Machos alfa, que tiene ahora dos temporadas más de las que debería.

Abrazos,

TGR