Buenas tardes amigos y amigas,

Qué tal están? Han pasado semanas, lo sé. Reconozco mi culpa, como siempre.

Me fui unos días de vacaciones (las primeras de verdad en tres años) y hasta me relajé un poco. Primero en Bilbao y luego ya en A Coruña. 21 grados de máxima, ni les cuento la maravillosa gozadera de poder ir con una chaquetita por ahí. Muy feliz.

Buen pan, buena agua y un montón de sitios en los que comer a un precio razonable. No sé yo si se puede pedir mucho más.

Pero he tenido que volver amigos. Y amigas. Yo no quería, pero la realidad me ha obligado a volver. Maldita sea.

Y como en septiembre arranco de nuevo con mis obligaciones cinéfilas, también he tenido que volver a mirar mierdas en plataformas varias. Miren, yo era muy feliz con Hawai 5.0, La casa de empeños, Aeropuerto no-sé-qué (un reality de policías pillando kilos y kilos de coca en el aeropuerto de Bogotá) y los concursos de TVG. Yo con eso era feliz.

Pero claro, los que me pagan no tienen ningún interés en que comente todas estas joyas y he tenido que volver a ver todas las porquerías que emiten habitualmente los infiernos por streaming.

Me saltaré las comedias españolas porque no se merecen ustedes algo así. Solo diré que me resulta difícil de entender que alguien como Leo Harlem haya hecho reír a algún ser humano en los últimos veinte años. O igual soy yo.

Las series han seguido por el mismo camino, con dos excepciones (la tercera es The good fight, que sigue viento en popa): White lotus y La delgada línea azul. La primera es en HBO y explica la historia de los visitantes y empleados de un complejo hotelero en Hawai. La cosa parece muy idílica, con todos/as tomando el sol y siendo muy felices todo el rato, pero se va envenenando con cada minuto que pasa. Una serie que acaba siendo más oscura que el malo de una película de Lynch.

Muy buena serie, con un reparto maravilloso, extremadamente precisa en su guion y brillante en ejecución. Se la recomiendo vivamente.

La otra no le va a la zaga (la pueden ver en Filmin), con un grupo de policías en una ciudad sueca tratando de no perder completamente el control de sus vidas. Seis agentes que se enfrentan a todo y a todos, y que me puso muy nervioso (en el buen sentido) por culpa de una dirección tensa como la piel de un tambor. La gran apuesta escandinava de los últimos años y otra pequeña joya que ha aliviado mi regreso a las llamas de la Ciudad Condal.

Luego están cosas que me han entretenido como Snake eyes, Jungle cruise o -ojo- la estupendísima Free guy, que me guardo para comentar en breve, porque creo que es la sorpresa del verano y una bien gorda.

Ah, y Escuadrón suicida. No sé si la han visto o tienen pensado verla, pero no recuerdo la última que sufrí tantos ataques de risa viendo una película. Me lo pase tan, tan bien, que no puedo por menos que recomendarla. A mí que la primera ni fu, ni fa, me ha encantado. También es verdad que dirige James Gunn, que es uno de esos tipos que no tiene una mala película: ya lo demostró con la saga de los Guardianes de la galaxia, que retomará el año que viene.

Y nada más. Ya he vuelto de vacaciones, así que volveré a molestarles en breve. No se vayan muy lejos.

Abrazos/as y acaben de pasar un buen verano.

T.G.