Amigos y amigas,

Qué tal todo?

Siempre lo pregunto con ánimo retórico, pero esperando que las respuestas sean positivas. No es broma.

Hoy llego, les deseo mucha salud y voy al grano: Reacher.

No sé si les resultan familiares las novelas de Lee Child. El tipo era un ejecutivo de televisión al que despidieron y que decidió que ya estaba bien de trabajar por cuenta ajena, que iba a ser su propio jefe. Lo mejor del caso es que el hombre dice que nunca dudó de que iba a triunfar a lo grande. Ya me gustaría a mí tener la mitad de su autoestima.

Y saben una cosa? Tenía razón. El tipo escribió una novela sobre un ex policía militar de 1’90 y 120 kilos que además tenía la capacidad de análisis de Sherlock Holmes. Un personaje capaz de resolver un asesinato en un par de días y dejar cinco o seis muertos por el camino a base de cabezazos y bofetadas con la mano abierta. Vendió cinco millones de su primer libro y ha vendido noventa millones más desde entonces. Así fue como este señor pasó de decidir qué iba a poner en la parrilla un viernes noche a comprarse un penthouse de diez millones de pavos en Manhattan.

No sé si hay algún mensaje ahí, pero la historia ya se ha contado.

Era obvio que los libros iban a caer en algún momento en las manos de un estudio de Hollywood. Así fue (lo compró Paramount), ficharon a Tom Cruise aunque no midiera 1.90 ni pesara 120 kilos, porque les pareció que era el hombre adecuado para el trabajo. Adaptaron ‘Un disparo’ y le encargaron el proyecto a Christopher McQuarrie, una bestia parda que ya demostró con Sospechosos habituales y la saga de Misión imposible que es un auténtico animal.

Jack Reacher era una película cojonuda, potentísima, realmente brillante en su desarrollo y ejecución, tanto que Tom Cruise parecía un excelente Reacher.

Luego hicieron otra que prefiero olvidar cuanto antes.

Ahora la cosa llega a Amazon y debo decir que estoy extremadamente satisfecho con ella.

La han llamado: ‘Reacher’.

Esta vez, el actor (Alan Ritchson) es un animal que haría retroceder a un rinoceronte si éste le viera venir. Grande como una montaña, puro músculo, con una mano del tamaño del iceberg que hundió el Titanic. Tambien tiene una mente descomunal, pero lo importante es que puede hundirte la cabeza con un puñetazo de arriba abajo, como si fuera un Bud Spencer desatado. Solo con eso ya me tenían ganado, pero es que encima la serie es buena. Es entretenida, potente y divertida y no tiene 27 episodios.

Si quieren pasar unas cuantas horitas bien buenas sin tener que preocuparse por qué demonios está pasando ahí fuera, esta es su serie.

La verdad es que con tanto show infinito, tanto culebrón, tanto hiperdrama, da gusto volver a la saga de hostias de toda la vida, esa que puedes ver con un cubo de palomitas y una cerveza.

A veces, no hay que pedirle más a la vida.

Un abrazo,

T.G.