Ha muerto Enrique Hernández. Luike. Fundador del grupo editorial de revistas de motor más potente que ha existido nunca en este país y durante muchas décadas uno de los grupos más potentes creados con capital familiar. Con la muerte de Enrique Hernández-Luike muere definitivamente el Siglo XX. Enrique era un emprendedor de los de verdad, no como los de ahora que lo primero que buscan es realizar ampliaciones de capital prometiendo rentabilidades futuras. Enrique Hernández-Luike fundó su empresa en pleno franquismo, en una España paupérrima que empezaba a despegar y con sus iniciativas y sus ideas creó una empresa sólida, pasito a pasito, hasta convertirla en un gigante de la información.

Empecé a leer Autopista de muy pequeño, Auto Mecánica, Automóvil. Leía hasta los listados de precios hace unos 50 años y me sabía precios, cilindradas y potencias de memoria. Hubo un tiempo en que me lo sabía todo sobre los coches en España. Fue gracias a las revistas fundadas por Enrique Hernandez-Luike. Seguramente, si no hubieran existido esas revistas, yo no me hubiera dedicado al periodismo del motor. De muy pequeño, las leía con detenimiento. Para mí era sagrado ir al quiosco, comprarlas, comprenderlas y leerlas desde el principio hasta el final.

Los editoriales de Luike

Desde el principio hasta el final implicaba leer todas las semanas el Editorial de Luike. Lo leía desde muy joven y me asombraba la capacidad de aquel hombre al que yo no conocía de nada para escribir bien. Raramente escribía de coches, pero lo que escribía siempre tenía alguna relación con los coches. Eran unos editoriales pulcros, perfectamente dibujados en su imaginación y ordenados aunque fueran anarquicos, con una prosa sencilla y elaborada que me hacían disfrutar tanto de su lectura como de todo el resto de la revista junta. Mi objetivo cuando compraba Autopista no era leer el editorial de Luike, sino conocer bien los detalles de cualquier coche que se vendiera en el mercado español. Pero el editorial me fascinaba.

Años después entré a trabajar en la editorial Luike-Motorpress y tuve trato con Enrique Hernández-Luike, tantas veces ganador de premios por las letras que escribía para el Festival de Cante de las Minas, pero nunca tuve una relación estrecha con él. Yo era el último mono en aquella empresa y Enrique era dueño y señor de un imperio.

Pero no hacía falta tener trato con él para ser consciente de su fuerza y de su ingenio. Gracias a esas cualidades, la empresa que fundó creó cientos y cientos de puestos de trabajo. Enrique Hernández- Luike era un coloso del mundo editorial, en unas redacciones ubicadas durante muchísimos años en la calle Isaac Peral de Madrid. Era un coloso y un referente, como ha seguido siendo para muchos y en especial para toda su familia hasta el final.

Qué foto más bonita me acaba de mandar Helena Hernández, hija de Enrique, después de leer este texto. Esta cara de Enrique es tan exactamente suya. Me hace especial ilusión porque tenemos los dos un libro entre manos, un libro suyo y mío. Gracias Helena.

Cantidad de conocimiento transmitido

Las últimas veces que lo he visto, cuando en los últimos años hemos tenido una relación más cercana, siempre le he dado las gracias por todo lo que hizo, por su valentía y empuje para crear una empresa tan potente desde la nada y sobre todo por la cantidad de conocimiento que transmitió durante años y años a través de sus publicaciones. También, por darme a mí y a tantas otras personas la oportunidad de trabajar, de aprender y de contribuir en la medida de la capacidad de cada uno a transmitir información y a generar negocio con ello.

Gracias, Enrique. Gracias en mi nombre en primer lugar. Gracias por todo lo que fuiste capaz de poner a mi disposición, primero como lector y luego como trabajador en tu empresa. Gracias también porque en tu casa conocí a personas maravillosas. En tus redacciones conocí a personas que han aportado mucho en mi vida y a quienes debo mucho y quiero mucho.

Me atrevo a darte las gracias no sólo en mi nombre. Me atrevo a darte las gracias en nombre de tantos y tantos lectores anónimos de la época del papel, cuando la interacción entre el medio y los lectores era unidireccional. Durante varias décadas tus medios fueron la principal fuente de información de coches de este país y en todos esos años cientos de miles de personas pudimos obtener beneficios de ello. Gracias.

Una época que se ha ido

Contigo muere el siglo XX, al menos para mí. El siglo de la escasez que intuí de pequeño, aunque yo no la viví, y también el siglo de la abundancia y el desparrame. El siglo en el que los coches lo fueron casi todo para muchos de nosotros, que ansiábamos ir de aquí para allá con él, de desbrozar cunetas, de verlos pasar ensimismados en larguísimas derrapadas al borde de cualquier carretera en aquellos rallies míticos que no volverán, o no al menos como los vivimos entonces. El siglo de olor a gasolina, el siglo en el que quemarla conduciendo, a todas horas, para ir a conocer mundo era nuestra diversión y objetivo.

Los coches eran la meta y tus revistas el espejo en el que saborearla. Gracias por tanto. Nos dejas sin tu guía, sin el referente de tantos años. Es cierto que este mundo ya no era tu mundo y sin embargo me seguían llegando a los oídos destellos de tu genialidad.

Tus hijos, tu familia toda, a la que mando un abrazo, se quedan sin su gran referente. Sin la mirada impulsora de aquel niño que montaba negocios de un sólo día, con sólo 13 años, que le dejaban rentabilidades vertiginosas. Sin la mirada de padre amantísimo, de empresario de éxito y de conversador impagable, que nunca sabías si hablaba en serio o en broma, o todo lo contrario.

Te nos vas Enrique. Contigo muere un mito y se va toda una época. Te echaré de menos.