Amigas y amigos,

Qué tal la vida?

Espero que les trate con generosidad y cariño, tal y como se merecen.

Hoy vengo a hablarles del documental del que todo el mundo habla esta semana y con el que me han sobrevenido muchos recuerdos porque para los que tenemos una edad, ha sido cómo ver el nacimiento de una leyenda, nuestra propia Excalibur.

Hablo de La gran noche del pop, el docu de Netflix que explica la grabación del mítico We are the world, el single más vendido de la historia de la música contemporánea.

Seguramente, la mayoría de los que estén leyendo estas palabras saben que el We are the world es el single que grabaron las estrellas más grandes del mundo de la música en los AM studios de Los Ángeles, en una iniciativa parida por Harry Belafonte. Quincy Jones, Lionel Richie y Michael Jackson se pusieron manos a la obra y allí nació uno de los temas más famosos que se han parido jamás.

We are the world, we are the children.

La lista de músicos que se involucraron en el asunto es infinita. Cualquiera que fuera alguien en el mundillo del pop, el rock, el country y el blues estaba allí. De Stevie Wonder a Ray Charles, de Bruce Springsteen a Cindy Lauper, de Paul Simon a Diana Ross. Seguramente, no ha habido ni habrá otra reunión similar, en una sola noche, en un mismo sitio, de tantos iconos, leyendas, genios y figuras de la música.

El proyecto se llevó en secreto por razones obvias: si alguien se hubiera enterado de que todas esas celebridades se reunían para grabar un disco, hubiera habido 10.000 personas esperando en la puerta y no se hubiera podido llevar a cabo.

El documental es muy entretenido, salen algunos de los protagonistas hablando a cámara (el mismísimo Springsteen a la cabeza), pero lo mejor de la pieza son las pequeñas historias que son poco conocidas o que -como mínimo- yo que soy de la generación que pilló de pleno el lanzamiento del single, no conocían: el pobre Bob Dylan completamente perdido en un ambiente que no es el suyo y tratando de hacer su parte con los nervios de un niño al que le acaban de decir que los reyes son los padres, Stevie Wonder acompañando a Ray Charles al baño, ‘yo sé dónde es’ o la parte final en la que cada uno debe ejecutar su solo.

Me quedó con la astucia de Quincy Jones para gobernar a una banda semejante y el cartel de Harry Belafonte, ‘dejad vuestro ego en la puerta’, seguramente la mejor demostración de que aquello era una misión imposible que acabó dejando el mejor resultado posible en forma de montaña de dinero: es el single más vendido de la historia moderna de la música con 20 millones de discos físicos. El último tipo que había vendido una cantidad semejante fue Elvis Presley en 1960.

Échenle un ojo, especialmente si nacieron en los 70 o los 80. Si nacieron después también se lo aconsejo, pero seguramente no despertará la misma sensación de nostalgia.

Por cierto, ya tienen la segunda temporada entera de Reacher disponible en Prime video y no puedo insistir lo suficiente en que si no lo han hecho ya, se echen inmediatamente en sus brazos. No ha habido serie mejor para los amantes de la acción sin tapujos y las tramas detectivescas. Fresquita, salvaje, con un punto punk y un tio que da unas hostias que podrían acelerar la rotación de la tierra.

Ya en nuestra próxima cita les hablo de Los amos del aire (en Apple tv), ahora que ya he podido ver cuatro episodios y me lo estoy pasando pipa.

Abrazos,

TGR