Amigos y amigas,

Después de una (pequeña) pausa, vuelvo al redil. A mi redil, con ustedes.

Ayer pude ver la última entrega de Spiderman y no puede decirse (en absoluto) que haya quedado satisfecho.

Hoy he visto que la película ya ha recaudado, en un solo día, más de dos millones de euros. Para ver algo similar, deberíamos retroceder hasta el estreno de Endgame. O sea, una locura bastante importante.

Me gustaría pensar que quizás esto sea el principio de una espectacular remontada de las salas, pero algo me dice que al final todo se va a reducir a esto: iremos al cine a ver grandes espectáculos y nos quedaremos en casa para todo lo demás.

No es que me parezca mal: es lo que hay.

Antes de empezar a hablar de Spiderman, debo advertirles que es imposible hacerlo sin incurrir en toda clase de spoilers. No hay manera de evitarlo, si quiero explicar algo, tengo que empezar por el principio y el propio principio es un maldito spoiler.

Así que si no han visto ningún trailer (algo raro, pero podría ser), o no han visto las películas anteriores y aun así tienen intención de acercarse al cine a ver Spiderman: no way home, les aconsejo que reserven la lectura de este bonito post para cuando vuelvan de allí.

Si por el contrario les da igual leer spoilers porque no piensan ir a ninguna parte o ya verán Spiderman cuando la echen por la tele, pues lean sin miedo. No hay problema.

Ahí va. Yo les he avisado.

Spiderman empieza justo donde lo dejó la anterior: con Misterio revelando al mundo la verdadera identidad del superhéroe. Con la vida de Peter Parker en ruinas y todo lo que ama en peligro, el trepamuros acude al doctor Extraño para que haga un conjuro con el que el mundo olvide la verdadera identidad de Spiderman.

Por motivos que no revelaremos, la cosa sale mal y, de repente, personajes de otras dimensiones empiezan a aparecer en la nuestra.

El problema es justamente ese: que hay demasiados personajes. Algunos con el carisma de jarrón chino, otros maravillosos. Demasiados personajes compartiendo espacio común.

Y aquí viene el gran spoiler.

Están avisados.

Del mismo modo que aparecen villanos de otras dimensiones, también aparecen otros Spiderman. Y aquí es cuando recuperamos a los antiguos actores que interpretaron al personaje: Tobey Maguire y Andrew Garfield.

Maguire parece estar allí porque vio luz y entró y me cuesta creérmelo, lo siento; pero lo de Andrew Garfield es peor, interpretando a un Spiderman triste, deprimido. Parece casi un personaje de comedieta. Con esa cara de estar sufriendo mucho todo el rato. Entiendo que debían asignarle un rol, pero el tratamiento cansino del superhéroe perpetuamente deprimido debería ser ya cosa del pasado. Para eso tenemos a Batman, coño.

Eso y las interminables escenas de acción, además de un buenismo en el guion que me cuesta comprender, francamente. Vale, entiendo que los buenos no son tan bueno y los malos no son tan malos, pero para hacer algo así y que te salga bien, debes tener una pluma finísima.

No les sale bien y eso me entristece.

Tampoco es que los villanos estén para tirar cohetes: el hombre de arena hace lo que puede, Electro es directamente ridículo, el lagarto gigante apenas sale. Al menos el doctor Octupus es cojonudo y El duende verde sigue siendo malo-malo. Algo es algo.

La parte buena es que Tom Holland y Zendaya tienen una química maravillosa y con eso basta para que la película acabe en alto. Son una pareja con un feeling orgánico descomunal y cualquier filme mataría por tener algo así. Sus escenas son lo mejor de la función y el único motivo por el que todo acaba funcionando. Más o menos.

Les animo a que vayan a verla, se lo tomen con mucha paciencia (dos horas y media) y disfruten de las salas llenas de fans que aplauden y griten. Yo estaré en casa, con mi perro.

Les leo.

*por cierto, hay una escena y un trailer post-créditos. Han leído bien: una escena y un trailer.

Abrazos/as,

T.G.