Amigos y amigas,

Qué tal? Parece que la cosa vuelve a ponerse gris. A ver si salimos de la puta noria del hámster y volvemos (algún día) a la maldita normalidad. Yo estoy hasta el arco iris de toda esta plaga, seguro que como todos ustedes/as. En fin, cruzaremos los dedos.

Como mi familia hace años que decidió dejar el planeta, estas fiestas las volveré a celebrar conmigo mismo, pero imagino la frustración de tantas familias que pueden reunirse ahora y la jodienda de tener que estar todo el día pendiente de la pandemia, de las nuevas restricciones y de la madre que nos parió a todos.

Bueno, vamos a hablar de cosas bonitas que ver en estas fiestas.

A ver, quizás me he adelantado con lo de ‘cosas bonitas’. Son cosas cojonudas, pero igual no son bonitas.

Intento explicarme.

Este viernes se estreno en Hbomax una serie llamada ‘Station 11’ (aquí, ‘Estación 11’). Se basa en una novela publicada en 2014, que hablaba de una pequeña compañía de teatro shakesperiana que representaba sus obras en pueblos de Estados Unidos que aún seguían en pie, después de que una pandemia (lo siento, en 2014 la autora no sabía nada de nada).

Station 11 fue un éxito y se convirtió de inmediato en una obra de culto. HBO se hizo con los derechos poco después, pero no empezó la producción hasta finales de 2019. Cuando iban a toda máquina, empezó la pandemia.

Ya no había marcha atrás. ¿Qué iban a hacer? ¿Cancelarlo todo? Así que de repente te encuentras con una serie que cuesta no sé cuántos millones y que va sobre una pandemia (mucho más letal que esta nuestra, eso sí) que se ha cargado a la humanidad. Al 99%, para ser exactos.

Así que la acaban, la empaquetan y la programan, pero cuando sale la pandemia sigue aquí.

¿Y saben lo peor? La serie es una auténtica maravilla.

Visualmente brillante, con un arranque que la sitúa -tranquilamente- en lo mejor del año y un precioso guion, con un reparto espectacular… pero con ese hándicap gigantesco: ¿quién coño quiere ver una serie sobre una pandemia que ha arrasado el mundo? Pues no conozco yo a muchos, pero a pesar de todo, aquí estoy para defenderla. Con ganas, como Dios manda.

Porque esta serie cuenta lo importante que es la cultura como cohesionador, como pegamento social, como figura caudal en esos momentos en los que todo parece perdido. Donde pongo, ‘cultura’, pueden leer, ‘entretenimiento’. No me importa intercambiar las palabras. Porque -si apuestan por la serie- verán la inteligencia y la sensibilidad con la que aborda un tema tan peliagudo: mucho más cerca de The leftovers que The walking dead, para que me entienda todo el mundo.

Uno de los shows más cojonudos del año, con una joroba descomunal.

Ah, y Mackenzie Davis en el reparto, con algunas escenas que son la hostia. No les engaño, ni exagero.

Ella y el cuchillo que lleva; más largo que el de John Rambo.

Ya saben. De momento hay tres capítulos en Hbo, así que puede hacerme caso a medias y ver uno, a ver qué les pareces. Si les gusta, pues hay dos más. Lo peor que puede pasar es que pierdan cincuenta minutitos.

Yo les voy a querer igual, que quede claro.

Ya saben que soy un ser de luz y amor. O algo así.

Recuerden: Station 11. Denle una oportunidad.

Salud y abrazos, mi gente.

T.G.