En una de las presentaciones a la que he acudido recientemente, me hospedé en este hotel. Está en la provincia de Alicante, en la sierra y no en el mar. En este reportaje que escribí hace tiempo ya decía que Alicante era mucho más que mar. Al ver el hotel decidí reanudar la vieja costumbre de fotografíar los detalles de la habitación, para luego enseñárosla.

Cada habitación del hotel está situada en un módulo individual con dos niveles. Me he alojado en la habitación 37.
La 77 hubiera sido más próxima a mi nostalgia, pero la 37 no estaba nada mal. 😄

En los hoteles como este, en los que las habitaciones están diseminadas en módulos separados, normalmente las caminatas para llegar hasta la habitación son largas. El hotel Vivood no es una excepción. Con buen tiempo no es un inconveniente, salvo que tengas dificultades para caminar por cuestas empinadas. Por el camino encuentras cartelitos con palabras pretendidamente sugerentes, entiendo yo, como este en el que pone «Evasión». Vi un carricoche eléctrico que se desplazaba por los caminos. Imagino que cuando vas cargado o cuando estás cansado lo puedes solicitar para que vengan a buscarte.

La puerta de entrada a la habitación desemboca en este pasillo. Dejar los zapatos en la puerta ayuda a no ensuciar el suelo de tierra y caminar luego descalzo por toda la estancia.

La zona superior conforma el lugar en el que pasar el día. En esta mesa escribí la información sobre el Volkswagen ID.7.

Detalles de bienvenida para el huésped. Mensaje, agua, golosinas y caja misteriosa, que fotografié pero no abrí.

Piscina no probada, ni tumbonas para tomar el sol. Apetecible pero no factible. Vista desde el interior del salón.

En el fondo del salón hay una suerte de cocina con fregadero que sirve para preparar algo y disfrutarlo en la piscina, por ejemplo. La puerta negra que se ve a la derecha de la foto da acceso a una ducha exterior y a la piscina.

El marco superior que da acceso a la piscina requiere atención. En un entorno tan cuidado, llama la atención inmediatamente.

Vista completa de la zona cocina, con su cafetera y su mural.

Ducha exterior. Ni la probé ni conté los agujeros de la alcachofa. Pero la cuenta es fácil. La alcachofa es cuadrada y cada fila tiene once. Un número insulso.

Pasillo que desde el salón da acceso a la ducha exterior a la piscina y a la terraza.

Terraza vista desde la piscina.

Desde el exterior, la cristalera refleja nítidamente el paisaje.

Con este paisaje quizá tenga más sentido utilizar la cama durante el día que durante la noche.

La cama se deja. Está dispuesta a cualquier hora. La parede situada tras la cama también es de cristal.

La ducha interior tiene, a ojo de buen cubero, el doble de surtidores para el agua por cada fila. Desde el exterior, seguro que las plantas se dedican a contarlos.

Claro, limpio y conciso.

Luz y contraste.

Mignardises de baño. O lo que sea.

Jabones o mignardises. O lo que sea.

Interruptores para las persianas accionables sin salir de la cama. Primera vez que lo veo.

Las toallas están situadas bajo los lavabos. Las papeleras es difícil que no desentonen.

Pasé un buen rato buscando el interruptor de la luza del vestidor. No quería dejarla encendida toda la noche, aunque fuera con la puerta cerrada para que no me molestara. Después de buscar el interruptor por todos los rincones, fuera y dentro del vestidor, me rendí y decidí dormir con la luz encendida y la puerta cerrada. Mis esfuerzos constantes por ahorrar consumo inútil de energía no iban a fructificar esa noche.

No pensé que me fueran a poner a prueba como periodista de coches. Al cerrar la puerta del vestidor la luz se apagó inmediatamente, como ocurre en los coches desde que soy niño.