En su reciente visita a Londres, el Papa criticó que las democracias se basen únicamente en el consenso social. El Papa entró de lleno en una discusión capital, vieja y larga de este blog. Porque no sé si al Papa le gustan los coches o no, de lo contrario aseguraría que lee este blog. La última vez que hablamos de estas cosas por aquí, EJ25MT5, dijo que sólo debatiría de nuevo sobre este asunto con sidra y buenas viandas de por medio. He llenado la nevera. El debate sobre el Derecho Natural está disperso en este blog. Probablemente sea la esencia de este blog. O casi.

Copio y pego parte de la crónica de el diario El País que leo en el avión, precisamente de regreso de Londres:

«el sucesor de san Pedro recurrió a la sutileza y al martirio de santo Tomás Moro, juzgado y condenado a muerte en esa misma sala por poner su servicio a Dios por delante de su servicio al rey, para advertir que la democracia se sostiene sobre unos principios morales que van más allá del «consenso social»»

Salvador Sostres (periodista) en una columna de opinión en el diario El Mundo (no está disponible en internet), realizaba la labor tradicional de exégeta:

«El Santo Padre ha puesto en relación ateísmo y nazismo durante su visita al Reino Unido. La ausencia de trascendencia propicia el mal y lo propaga, y la primera estrategia de cualquier totalitarismo exterminador es robarle al hombre sus atributos, hasta la Humanidad misma. Y precisamente la transcendencia, el vínculo con Dios, es el atributo más íntimo y esencial del hombre.

(….)

Cuando un hombre renuncia a su tensión espiritual y a su temor de Dios vive mucho más apegado a la barbarie y el mal transita en él con impunidad. Dicho de otro modo: Dios es incompatible con los campos de exterminio (…)

El nazismo es una consecuencia del ateísmo y la creación política es ineficaz si falta una conciencia religiosa con su ética superior que escriben las leyes que escriben los hombres. El ateísmo es (…) una enmienda de mediocridad a una totalidad que sólo se realiza en el arquetipo Hombre-Dios.»

El mismo sábado, Javier Pérez Royo, catedrático de Derecho Constitucional, también opinaba en El País, con relación a Sarkozy y las deportaciones selectivas:

«La ley del más fuerte es insuprimible. La desaparición de dicha ley conduciría a cualquier sociedad a un proceso de descomposición inexorable. No podemos prescindir de ella para la articulación de una convivencia sostenible.

Ahora bien, el que no se pueda vivir sin ella no quiere decir que se pueda vivir aceptando su vigencia de manera ilimitada. La convivencia humana, a diferencia de la pura coexistencia animal, solo es posible si se establece algún tipo de control sobre la acción de la ley del más fuerte. La convivencia humana es una lucha permanente para controlar al más fuerte. Esta es la finalidad que han tenido todas las instituciones políticas y todas las normas jurídicas que ha ido creando el ser humano en su convivencia a lo largo de toda la historia. Obligar al más fuerte a expresarse con el límite de la existencia de determinadas instituciones políticas, que crean normas jurídicas a las que la acción de la ley del más fuerte tiene que sujetarse. En esto es en lo que ha consistido en buena medida el proceso civilizatorio.

En la propia configuración de las instituciones políticas y en la creación de las normas jurídicas ya se toma nota de la existencia de la ley del más fuerte, porque se sabe que no se puede hacer política ni crear derecho desconociendo su existencia.»

La opinión de Pérez Royo cierra el círculo para el debate.

¿Es la ley de Dios la ley del más fuerte?

¿Es la ley del más fuerte una tiranía?

¿Es recomendable luchar contra la tiranía mediante otra tiranía?

¿No es precisamente el consenso social la única herramienta que tenemos los hombres para luchar contra la ley del más fuerte? ¿No es el consenso social la única forma que conocemos de convertir a la sociedad en el más fuerte y de luchar así contra otros más fuertes?

¿Tenemos los hombres alguna posibilidad de acordar un consenso social para la vida no terrena? ¿Por qué se puede considerar barbarie la tiranía terrena y no la tiranía no terrena (en el caso de que existiera)?