Hace pocas semanas el Fondo Monetario Internacional publicó sus previsiones de evolución económica. En su informe planteaban, con tono sorprendido, la posibilidad de que la economía mundial decreciera en el futuro. Era poco probable, pero posible según ellos. ¿Por qué alguien puede pensar que la economía mundial tiene capacidad para crecer año tras año indefinidamente? ¿Mediante qué mecanismo creen que eso sería posible?

Me dejan atónito estos economistas que creen que las soluciones son tan fáciles como imprimir más dinero, gastar más, endeudarse más. Me dejan atónito porque demuestran una ignorancia infinita sobre qué significa riqueza y cómo se genera.

¿Cómo les parece que sea posible que sea el dinero el que genere una casa, una coliflor o una sartén? ¿Por qué arte de birlibirloque va a tener el dinero capacidad de generar riqueza?

Sí, sí. Ya sé. Me dirán que el dinero históricamente propició un crecimiento económico enorme y que el dinero es un elemento fundamental para la economía. Sé que es cierto y eso es muy conocido, pero  de la capacidad del dinero de generar crecimiento hace siglos a que tenga poderes mágicos ahora hay un abismo. Hemos llegado a un momento en el que el dinero ha dejado de ser un bien escaso, no hay límite para él. Dinero y más dinero. (Cualquier economista podría decir que no es un bien escaso y por tanto no es objeto del estudio económico). Otra cosa es que el dinero valga algo o que valga para algo.

La riqueza es el resultado de un proceso termodinámico. En el mundo existe energía y el trabajo de los hombres consiste en transformarla para que esa energía adquiera formas (de energía) que sean consumibles por el ser humano. Hace milenios, el hombre tenía que correr detrás de las gacelas hasta agotarlas. Más valía que la carne de la gacela proporcionara más energía que la que consumía el hombre en perseguirla. Luego inventó lanzas, ruedas, trampas para reducir el consumo de energía que necesitaba para cazar esa gacela.

Con tecnología, el hombre, siglo tras siglo, obtuvo cada vez mejor rendimiento de la energía del sol que recibía. Él se comía esa energía del sol en forma de carne de gacela, de plantas que primero recolectó y luego cultivó. La evolución consistió siempre en procesos termodinámicamente más eficientes para aprovechar la energía del sol, la única fuente de energía que el hombre ha sabido aprovechar durante milenios. Toda la comida venía del sol, todo el calor venía del sol, todas las ropas venían del sol. Toda la energía necesaria para construir las casas venía del sol (a través de los alimentos).

Durante milenios, el hombre, con esa energía proveniente del sol, no supo construir un estado de bienestar, casas calientes durante todo el año, coches y aviones. Tenían dinero que les permitía comerciar con mucha facilidad, que les permitía endeudarse, que les permitía hacer burbujas financieras… lo tenían todo, pero en comparación con la actualidad eran pobres de solemnidad. No hace tanto de eso. Hace 100 años en España y en el mundo eran pobres de solemnidad si lo comparamos con la época actual. ¿Qué ha pasado en este tiempo?

Lo que ha pasado es que en los últimos 100 años hemos consumido el ahorro de toda la historia del planeta tierra. El petróleo, ese almacén de energía del sol, que desde el cámbrico (o incluso antes 🙂 ) hace más de 500 millones de años, un tiempo inabarcable para nuestra imaginación, la tierra viene almacenando, como las hormigas, hoja a hoja amasada por el sol, en silos subterráneos. 500 millones de años, la eternidad. Ese almacén de energía del sol la hemos transformado en riqueza utilizable por el hombre durante el último siglo, sin ninguna preocupación por gastarla con eficiencia, porque parecía que sobraba.

Cuando oigo a amigos que dicen que gracias a la lucha obrera hemos conseguido jornadas de ocho horas, pensiones, sanidad gratuita, derechos y más derechos, me tiembla la voz. ¿De verdad alguien cree que el hombre, durante la historia de la humanidad, era tan tonto como para vivir así de mal pudiendo vivir bien? ¿Cómo es posible que creamos que nuestros antepasados hasta hace trescientos años eran estúpidos perdidos? Sólo el carbón, ese almacén de energía maravilloso hasta que llegó el petróleo, sólo ese hallazgo y el conocimiento para transformarlo permitió que cambiara la riqueza de la humanidad, que exista una clase media amplia, que exista un estado de bienestar, que podamos ir de aquí a América en pocas horas, que todos tengamos coche y casa, que comamos tantísimo todos los días… Nada de esto lo puede ni el dinero ni la lucha obrera, ni, lo que es mucho más dramático, el trabajo de los hombres. Todo esto lo pueden unas gotitas de petróleo.

Piensen en cuántos hombres o cuántos días de trabajo harían falta para elevar cinco metros de altura, diez toneladas de ladrillos. Piensen ahora cuánto tarda un camión en hacerlo, cuánto petróleo consume, por una rampa de 100 metros con una pendiente del 5%. El petróleo es mágico, es el movimiento continuo, es nuestra riqueza.

Los hombres no hemos sabido administrar esa densidad de energía, esa capacidad del petróleo de dar riqueza. Nos la hemos apropiado y en cien años hemos malbaratado todo el ahorro de la historia del planeta, porque lo hemos quemado sin aprovecharlo con muchísimo cuidado, gota a gota. Lo hemos quemado con bajísima eficiencia, porque nadie se planteó en serio que se pudiera acabar.

Queda más energía en la tierra. Mucha más, queda todavía mucho petróleo, pero no importa tanto si queda mucho o poco sino si somos capaces de extraerlo en las mismas cantidades en las que lo hemos extraído en los últimos años. Porque para mantener el mismo nivel de generación de riqueza cada día, sólo nos queda la posibilidad de extraer la misma cantidad de petróleo o utilizarlo con más provecho.

La disputa sobre si se ha superado el nivel máximo de producción anual es poco útil. Da igual si ya ha sido o si será dentro de diez años. Sabemos que ocurrirá y no sabemos si ya ha ocurrido, pero sea como fuere, estamos merodeando alrededor de esa fecha.

La pregunta es: ¿podemos producir tanto petróleo como necesitamos para mantener nuestro nivel de riqueza y de renta? ¿Tenemos alternativas que puedan suplir la capacidad energética del petróleo si la producción de petróleo no crece al ritmo que crece la población del mundo que lo consume? ¿El consumo de petróleo que supone el crecimiento económico de China, India, Brasil… permite que nos llegue petróleo a igualdad de coste a los países que antes teníamos un alto consumo de petróleo por cabeza?

Si tuviéramos petróleo barato a disposición de todos, su combustión no generara gases de efecto invernadero, los campos pudieran ser explotados infinitamente y los recursos fueran infinitos estaríamos en el paraíso. En el paraíso, para que pudiera existir, no podía haber limitaciones de energía para lo que podían consumir cada uno de sus habitantes. El petróleo ha traído a la humanidad una suerte de paraíso, con sus malos olores y ruidos añadidos. El día que el petróleo escasee, se produzca menos que el día anterior de forma sostenida, el paraíso desaparecerá. Lo probable es que estemos viviendo el inicio de esa desaparición.

Los problemas de reparto de la riqueza han existido siempre, antes del carbón y durante el petróleo. Seguirán existiendo después y seguiremos sin saber cómo solucionarlos, al menos yo. Lo que sucede es que decir que nuestro problema actual se debe al desigual reparto de la riqueza es engañar, del mismo modo que es engañar decir que cuanto más consumamos, más empleo crearemos y mejor viviremos.

Si de verdad disponemos de menos energía prima que ayer, si de verdad no podemos sacar más petróleo del pozo, da igual cuánto dinero pongamos encima de la mesa en el mundo entero: las calorías que podremos transformar en riqueza no variarán. Y si no varía el número de calorías inicial y nos sabemos cómo sacarles mejor provecho, de nada sirve que inundemos el mundo de dinero, de deudas, de ilusiones. Quizá, si España se empeña en gastar más, en endeudarse más, obtendrá más petróleo, pero como en India también lo quieren, lo único que conseguiremos es que aumente su precio. No nos servirá de nada.

Tenemos que invertir para utilizar el petróleo y el sol con mayor provecho. Invertir en investigación, obtener nuevas fuentes de energía y no olvidar que somos riquísimos. Aquellos de ustedes que no se acuerden, pregunten como vivíamos en este país hace 50 años (yo tampoco me acuerdo). Somos todos riquísimos, pero somos más pobres que hace tres años, porque nos repartimos la energía inicial, la energía limitada, entre muchos más, porque China, India y otros países han despertado y están dispuestos a obtener mejor rendimiento de la energía inicial, de pagar mejor el petróleo, mediante la estrategia de cobrar menos ellos, de tener menos bienestar social (por término medio). Obtienen más, porque arriesgan más.

Tenemos energías alternativas, pero su capacidad de generar energía consumible por el ser humano no cubren el consumo actual de la humanidad. No hay previsiones optimistas que me parezcan serias a medio plazo. Por tanto, por si acaso, nos conviene ser prudentes.

Si no tenemos fuente de energía suficiente, hagamos lo que hagamos en el mundo, no podremos mantener el nivel de riqueza. Es mejor asumirlo que patalear y consumir energía de forma improductiva. Si de verdad nos preocupa el bienestar de los que menos tienen, el futuro de nuestros hijos, el bienestar medio de la sociedad, tenemos que diseñar bien la estrategia, convertirnos en una sociedad menos consumista y no más consumista, gastar bien y aprender a aprovechar mejor.

Quienes dicen que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades no saben de qué hablan. Nadie puede vivir por encima de sus posibilidades. Las posibilidades no las determina uno, las determina el entorno. Lo que sucede es que nuestras posibilidades, ahora, no son las mismas que las de hace siete años. ¿Hubiera sido mejor que hace siete años gastáramos menos? Probablemente. Pero sólo pudimos vivir de aquel modo porque teníamos la posibilidad de hacerlo. Hoy, y posiblemente en el futuro, no volveremos a tener esa posibilidad como sociedad. Nos iría mucho mejor si lo asumiéramos. No asumirlo supone un gasto inútil de energía. No nos sobra.