Para quien no me conozca. Antes de dar mis opiniones sobre el Tesla Model 3, voy a mostrar mis preferencias lo mejor que sepa. Preferencias a favor y en contra de este tipo de coches.

Momento en el que Fernando Fernández y yo recogemos el coche. En este vídeo puede verse completo el proceso de entrega.

1.- Soy un rotundo partidario del coche eléctrico en las grandes ciudades. Estoy convencido de que las emisiones de óxidos de nitrógeno son una amenaza muy seria para la salud de los ciudadanos que viven en grandes aglomeraciones urbanas con altas densidades de tráfico.

2.- A mi juicio, los coches eléctricos de baterías grandes, capaces de almacenar mucha energía, son un error de concepto. Los acumuladores de energía de los coches de baterías son muy pesados y por tanto un alto porcentaje de la energía que se consume se destina a mover la propia batería. La paradoja radica en que gran parte de la capacidad de esa batería no se utiliza prácticamente nunca y, por lo tanto, desplazamos un altísimo peso inútil, que hace que esos coches consuman mucho más, sin necesidad.

El Tesla Model 3 envía continuamente avisos si las baterías se cargan por encima del 85% y si se descargan por debajo del 10%. No son avisos tranquilizadores. En realidad, con moverse entre el 80 y el 20% de capacidad de la batería es suficiente para viajar, gracias a los supercargadores.

3.- También a mi juicio, es obligatorio que los coches eléctricos tengan un consumo bajo. Es decir, que sean muy eficientes. No tanto por la autonomía que podamos conseguir con ellos, que también, sino porque la demanda de electricidad para cargarlos, al menos de momento, no debiera ser muy alta. Tenemos pocos puntos de carga y hay que compartirlos. Tenemos que reducir los tiempos de carga de todos los coches, porque si cargamos a más potencia y durante más tiempo, nos fastidiamos entre todos los propietarios de coches eléctricos. Necesitamos ocupar los puntos de carga durante el menor tiempo posible.

4.- Las baterías grandes y pesadas, además de incrementar el consumo del coche sólo para moverse a sí mismas, obligan a destinar recursos naturales escasos a su producción. Esos recursos, en una batería de la mitad de la capacidad, permitirían mover dos coches.

5.- Los coches eléctricos de baterías grandes no son normalmente adecuados para realizar largos viajes. Parar durante 30 o 40 minutos cada dos horas, cada vez que se viaja a 600 kilómetros de distancia, es poco compatible con la paciencia de una persona que gasta mucho dinero en la compra de un coche. Si viaja con frecuencia, no es operativo. Si viaja poco, es mucho más sensato pagar menos por el coche, consumir menos recursos escasos para la batería, consumir menos energía durante todos los días del año y parar una vez más durante esos pocos viajes.

Terminando el primer recorrido de consumo de nuestro Tesla Model 3. La media actual de consumo, pasados ya los 12.000 kilómetros, está situada en 17,8 kWh cada 100 kilómetros. En este primer recorrido fue ligeramente inferior.

6.- Esto no es un preferencia, sino una constatación de la realidad. De nada sirve que la autonomía real de tu coche sea de 350 kilómetros si los puntos de carga están situados cada 200 km. Lo que determina la cadencia de paradas son los puntos de carga, por mucha autonomía que tenga un coche. en la actualidad, no existe la posibilidad de saltarse un punto de carga, porque la distancia hasta el siguiente suele ser insalvable.

He resumido en estos seis puntos mis preferencias y mi perspectiva. Soy un convencido de que necesitamos reducir el consumo de energía en beneficio de la mayoría. Tenemos que consumir menos y contaminar menos. Y los coches eléctricos de baterías grandes no contribuyen a esa necesidad. Al contrario, la perjudican. Con el maravilloso reclamo de coche limpio y ecológico, perjudican el medio ambiente por utilizar sin contención materiales escasos y porque al consumir un 30% más de lo imprescindible, obligan a producir más electricidad, a transformar mayores cantidades de energía y por tanto, en definitiva, a contaminar más.

Primera carga en destino con nuestro Model 3. La foto esta tomada en Arties, en el Valle de Arán. El coche tenía en ese momento poco más de 1.100 kilómetros. En esta foto es la última vez que lo vi con el tapacubos trasero derecho. No sabemos si nos lo robaron o si salió volando. (Aquí contamos cómo fue el proceso de compra del tapacubos)

Por todo estos motivos, califico a los Tesla como «errores de concepto». No sólo a los Tesla. Califico como errores de concepto (con la tecnología actual) a todos los coches de baterías grandes.

Dicho esto, confieso que el Model 3, ese error de concepto, tiene muchas cualidades para que te enamores de él. Yo no sé si me he enamorado, pero al menos sí sé que algunas cosas del coche me gustan mucho. Hay otras que no me gustan nada. Empiezo por las que me gustan.

Primer supercargador que utilizamos fuera de España. Después de la carga en el Valle de Arán, el recorrido hasta el Supercargador en Albaret-Saint Marie es de 444 kilómetros. En un recorrido lento y en bajada, el consumo fue de 13,4 kWh cada 100 kilómetros. Aquí me di cuenta de que iba sin tapacubos posterior.

El coche tiene un tacto delicioso. Un tacto delicioso del pedal del acelerador, en la entrega de potencia y un tacto delicioso en la dirección. La dureza de la dirección se puede regular, yo la llevo en el grado de asistencia denominada deportiva. Tengo que probar las otras. Todavía no lo he hecho. He decidido, por intuición, que con la dirección menos asistida el consumo debe de ser ligeramente inferior y durante todos mis recorridos, hasta ahora, he querido obtener el mínimo consumo posible a una velocidad dada, para ver la mejor capacidad del coche en cada circunstancia.

El consumo es inferior al que yo suponía, habida cuenta del tamaño y peso de las baterías. La buena aerodinámica del coche juega a su favor en autopistas y carretera. En ciudad no es tan eficiente, pero el consumo medio es razonablemente bajo. Dedicaré artículos monográficos al consumo.

Segunda frontera para el Tesla Model 3. De Francia a Ginebra. A partir de este momento el parabrisas lleva en su lado izquierdo el adhesivo que permite circular por las autovías suizas.

También me ha parecido sublime o, al menos muy buena, la forma de pisar el asfalto, la sensación que transmite de buena pisada y de absorber las irregularidades del piso. Por tratarse de un coche pesado (con las baterías, la tracción total y un ocupante debe de rondar las dos toneladas) la suspensión es dura, pero de una dureza progresiva, que absorbe sin brusquedades las irregularidades.

Por curvas, en carretera sinuosa, no lo he llevado a grandes velocidades, pero en Francia, en un recorrido que realicé desde Madrid hasta Ginebra, me adentré por carreteras de montaña, con lluvia y frío, y la sensación fue excelente. El coche entra con agilidad en las curvas y gira plano, porque las baterías van situadas en la parte inferior de la carrocería y contribuyen a reducir la altura del centro de gravedad. En esas circunstancias, con un motor eléctrico para acelerar con decisión y suavidad a la salida de las curvas, siempre a un régimen adecuado, se circula con rapidez con facilidad y comodidad.

Aparcamiento situado justo al lado del aeropuerto de Ginebra.

También lo he probado en carreteras muy estrechas (en la primera prueba del Campeonato de España de Energías alternativas, que se disputó en Coruña en marzo) y por esas carreteras no me ha parecido un coche tan ágil. Por carreteras muy estrechas, como se trata de un coche grande, en algunas curvas hay que ir realmente despacio y en esas circunstancias sí se nota que es un coche pesado, ya que para moverse con agilidad hay que pisar mucho el acelerador. En cualquier caso, las suspensiones delantera y trasera funcionan muy bien y a esta parte de sensaciones dinámicas les atribuyo muy buena nota.

De la parte dinámica, lo que no me ha gustado son los frenos. Básicamente por el tacto del pedal. Al escribir este texto desconozco las cifras de frenada que hemos obtenido con el coche en las mediciones que realizamos. Pero independientemente de ese resultado, por bueno que sea, los frenos no merecen buena nota. En ciudad, a baja velocidad, tiene un tacto imposible. Parar en un paso de cebra por el que aparece alguien en el último segundo, da una sensación de vértigo poco agradable. Al pisar el freno, da la sensación de que el coche acelera. Y no sólo cuando la batería está muy cargada (circunstancia en la que no puede regenerar energía). La sensación es mala en cualquier situación. En carretera de curvas, especialmente en bajadas, los frenos no transmiten confianza alguna. Yo piso siempre el pedal mucho antes de lo que te dicta la vista y la velocidad del coche. Por si acaso.

Primera parada para saludar al mar. Los coches sirven principalmente para acercarnos al mar. No sé si el perro miraba a sus dueños porque quería una foto con el Tesla o si les pedía permiso para ensuciar la rueda delantera. No debieron de dárselo.

Otro factor que no enamora es que no es un coche silencioso por carretera. El ruido de rodadura y los ruidos aerodinámicos son elevados. La estanqueidad del cierre de las puertas, sin marco para las ventanillas, es mejorable. No sólo para impedir el paso de los ruidos. En algún lavadero, con lanzas de agua a presión, hemos encontrado que no es suficientemente estanco.

Con todo, lo que menos me ha gustado del coche es la necesidad de utilizar la pantalla para realizar casi cualquier operación. Salvo para poner y quitar las luces de carretera, para todo el resto de acciones que normalmente se realizan mediante mandos y botones hay que utilizar la pantalla central.

He participado en el ECO Rally de Coruña con el Tesla Model 3. Aquí, a punto de pasar la verificación. El resultado fue malo malo, pero no por culpa del coche.

Una de esas operaciones resulta hasta peligrosa. En las carreteras de montaña por las que me acerqué a Ginebra, llovía intermitentemente, con fuerza variable. En esa situación, el limpiaparabrisas automático funciona fatal. No entra en acción cuando el parabrisas está completamente cubierto de gotas y luego no para de ninguna manera cuando se detiene la lluvia. Tan pronto mantiene la velocidad más lenta mientras empieza a diluviar, como sigue barriendo impenitentemente aunque haga rato que no llueve.

En definitiva, que no queda más remedio que forzar la velocidad del limpiaparabrisas manualmente, a través de la pantalla. Para conseguirlo, hay que buscar en el recuadro izquierdo inferior de la pantalla los dibujitos de puntos que corresponden con la velocidad deseada. Sin posibilidad de distinguirlos por el tacto, en mitad de las curvas, con la lluvia arreciando, de pronto urge acelerar la velocidad del limpia y para conseguirlo hay que prestar mucha atención a la pantalla. Da igual mirar por el parabrisas, porque no se ve nada. Lo malo es que la operación no se puede realizar con rapidez y que hay que dejar de mirar demasiado tiempo a la carretera. El sistema no debiera aprobar ningun examen razonable sobre seguridad.

Al terminar el rallye, en Coruña, nos dejaron subir hasta la torre de Hércules con los coches eléctricos. Y rodearla. Un señor privilegio.

Si el limpiaparabrisas automático funcionara con un mínimo de solvencia, el problema no sería tan grave. Quizá alguna de las dos actualizaciones de software que hemos recibido mientras el coche es de nuestra propiedad se traduzca en un mejor funcionamiento del limpiaparabrisas automático, pero no ha vuelto a llover mientras yo lo conducía y no he podido probarlo.

Hay muchas más cosas sobre las que hablar del coche. Autopilot, por ejemplo. O consumo. O acabados, terminaciones y detalles. Sobre algunas de ellas ya hemos dado información y sobre otras la daremos más adelante.

Estas son mis primeras impresiones sobre el coche. A los pocos días de comprarlo, me fui con él hasta Ginebra desde Madrid. Algunas semanas después, me fui con él a Coruña. Y entre medias, he realizado varios recorridos por Madrid y también recorridos de consumo habituales. Lo iré contando todo.

También espero que todos los periodistas de km77 que han probado el coche tengan tiempo para contar en este blog sus impresiones. Entre todos, quizá enderecemos los sesgos individuales.