Son las tres de la mañana. El Renault Clio lleva 24 horas en nuestras manos, acabo de pasar por el kilómetro 777 del marcador y me dirijo a Barcelona desde Madrid. Mañana tengo una reunión y prefiero dormir en Barcelona para no tener apuros ni contratiempos de tráfico por la mañana.

El Clio todavía está en rodaje y lo llevo a 120 km/h en quinta, con el control de crucero activado, exactamente a 3000 revoluciones por minuto según la aguja del cuentarevoluciones. Circulo por el carril derecho y acabo de pasar por Lérida. En poco más de cien kilómetros estaré en Barcelona. Pongo el intermitente para adelantar a un camión y cambio de carril.

Cuando ya estoy en el carril izquierdo, con las luces de cruce para no molestar al camión, veo, intuyo, se va formando, delante de mí, una imagen que no acabo de entender. Voy despacio y muy relajado, los pies lejos de los pedales y solo una mano en el volante. No sé qué hay delante y lo miro fijamente para entender de qué se trata, pero no reacciono ni me pongo alerta. Ni freno, ni muevo la otra mano. Antes de darme cuenta sólo he sido capaz de seguir recto, no dar ningún volantazo para esquivar esa sombra que sólo entiendo cuando ya estoy encima de ella.

Una banda de rodadura de un neumático de camión esta situada en mi carril, exactamente en forma de U abierta es casi un semicírculo perfecto, situado perpendicular al sentido de marcha, por lo que apenas se ve, ya que es únicamente la banda de rodadura, fina, de la que sólo veo su vista en alzado, de perfil.

En los últimos metros giro ligerísimamente el volante para pasar el neumático izquierdo por la base de la u apoyada en el asfalto, con la certeza que el lado derecho de la U me golpeará en el paragolpes y con las esperanza de que el lado izquierdo no me afecte. Pero me equivoco. Al pisar por el centro de la banda de rodadura, la parte izquierda de la banda de rodadura se pliega sobre sí misma y golpea la parte posterior del lado izquierdo del Clio. No oigo ruido por el impacto con el paragolpes. O si lo oigo queda ahogado por el fuerte ruido de la banda de rodadura al impactar en la puerta posterior y en la aleta trasera.

Golpe en el paragolpes

No paro porque ya no hay nada que hacer. Mañana veré las consecuencias. Llamo inmediatamente al 112 para avisar de que hay un neumático y doy el kilómetro exacto de su situación. Me aseguran que un vehículo de los Mossos d’esquadra acudirá a la zona para retirarlo.

Al llegar al hotel reviso los daños y a la mañana siguiente los fotografío. Avisamos al seguro y llevamos el coche a reparar el día 16 de abril. Desde entonces y hasta el día 17 de mayo ha estado en el taller, para reparar estos daños. Según nos dijeron el radiador también quedó afectado por el golpe. En la revisión que hicimos no nos percatamos y no había pérdida de refrigerante.

Daños en el lateral

No hemos publicado las fotos de las consecuencias del impacto ni hemos dicho nada durante todas estas semanas para no dar pistas al taller en el que lo hemos llevado a reparar. Les pedimos disculpas por la tardanza, pero nos ha parecido mejor no decir nada.

A lo largo de esta semana, en las próximas entradas, les contaremos con mayor detenimiento los daños, por qué el coche ha estado 32 días parado en el taller y cuál ha sido el resultado de la reparación.