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La seguridad vial no depende únicamente de los sistemas activos y pasivos que integran los turismos modernos. La infraestructura y, sobre todo, los propios vehículos pesados que comparten carretera con coches más pequeños, juegan un papel decisivo en la protección de los ocupantes.

En ese punto entran en escena los sistemas antiempotramiento trasero, conocidos en todo el mundo como barras de Mansfield, un importante elemento que reduce las consecuencias de un choque contra un camión o un remolque. Aunque pasan desapercibidas para la mayoría de los conductores, son obligatorias y responden a un problema de seguridad grave que durante décadas ha estado ahí.

Absorbe el impacto y reduce daños

Las barras antiempotramiento, según explica la DGT, son travesaños de una aleación de acero o aluminio colocados en la parte trasera de camiones y remolques, situados generalmente a unos 55 centímetros del suelo. Forman parte de una estructura anclada al chasis, diseñada para deformarse de forma controlada en caso de impacto. Su objetivo es impedir que un turismo termine introduciéndose bajo la plataforma de carga del camión, lo que resultaría en prácticamente un escenario mortal.

El funcionamiento se basa en la absorción progresiva de energía. Con el golpe, la barra se deforma al mismo tiempo que el frontal del coche. Esto permite que los largueros del turismo trabajen como lo harían en un choque frontal habitual, aumentando el tiempo necesario para que el vehículo se detenga, facilitando que se activen correctamente los airbags y los pretensores de los cinturones.

Las barras antiempotramientos son obligatorias en Europa. Imagen de la DGT

Tal y como explica Marcos Barreira, director técnico de CIMALab, los ensayos de choque demuestran que esta medida deja de ser efectiva en impactos contra camiones detenidos a velocidades superiores a 50 km/h. Pese a esa importante limitación, su presencia marca la diferencia entre un accidente grave y uno que puede tener consecuencias catastróficas.

Es obligatorio y está regulado

La instalación de barras antiempotramiento es totalmente obligatoria en la Unión Europea y todo camión o vehículo pesado debe llevarla. El Reglamento 58 de la Comisión Económica para Europa de la ONU (CEPE/UNECE), en vigor desde 2008, establece los requisitos de diseño, altura mínima, resistencia y dimensiones necesarias para su homologación. Esta normativa se ha endurecido con los años y actualmente es obligatoria para todos los vehículos destinados al transporte de mercancías con una masa máxima autorizada superior a 3500 kg, así como para determinados remolques matriculados desde septiembre de 2021 o que hayan sufrido modificaciones estructurales.

Lo que se pretende es reducir el impacto de los accidentes por alcance, especialmente en carreteras convencionales donde la diferencia de velocidades y la falta de margen lateral para evitar al vehículo de delante incrementan el riesgo. Esta medida se considera uno de los factores más relevantes en la reducción de víctimas mortales en colisiones traseras contra camiones.

Las barras antiempotramiento son un ejemplo de cómo la normativa y la ingeniería trabajan juntas para reducir la gravedad de los accidentes. Aunque pasan desapercibidas para la mayoría de conductores, aportan ese extra de seguridad que complementa los sistemas del propio vehículo y ayuda a minimizar consecuencias en uno de los choques más peligrosos que pueden producirse.