Amigas y amigos.

Cómo lo llevan?

Aquí en casa tengo a la familia con problemas de salud, que es una de las jodiendas más grandes que hay. Así que, para empezar, les deseo salud a todos. Cuídense mucho. En serio.

Hoy voy a ir al grano, no voy a hablar del tiempo ni de ninguna otra gilipollez: voy a hablar de una serie que me ha gustado mucho y como cada vez veo menos cosas que me gusten de verdad, pues me he dicho a mí mismo: ‘Toni, vamos a hablar de esta serie que nos ha gustado mucho’.

Efectivamente, he empezado a hablar conmigo mismo en plural, lo que les puede dar una buena pista de mi estado mental.

La serie en cuestión es la cuarta temporada de True detective.

Solo he visto el primer episodio, así que mi opinión se basa únicamente en ese primer episodio.

Para hacer memoria y para aquellos que no estén al tanto: True detective tuvo una primera temporada espectacular. Explicaba la historia de dos policías que se obsesionaban con un crimen y decidían resolverlo fuera como fuera. Una serie atmosférica, con un guion brutal que mezclaba thriller, drama y terror y dos protagonistas alucinantes: Mathew McConaughey y Woody Harrelson. Los tipos formaban una de las parejas más brutales que se han visto en la ficción televisiva.

Encima, estaba bien acabada y no trataba de hacer ninguna pirueta narrativa.

Tuvo tal éxito que se convirtió inmediatamente en una serie de culto y HBO ordeno sin pensárselo dos veces una segunda temporada. Y claro, pasó lo que tenía que pasar: la segunda temporada fue una putísima mierda (disculpen mi vocabulario). Nada funcionaba: el guion era ridículo, el reparto era una porquería, la atmósfera no existía y el misterio era una risa. En resumen: todo lo que en la primera temporada funcionaba como un maldito reloj, se había convertido en un cucurucho de helado al sol un 15 de agosto.

A pesar de todo, tiempo después HBO autorizó una tercera temporada. Las esperanzas se renovaron, el protagonista era bueno y la trama parecía interesante… pero nada. Otra basurilla de factura impecable, con mucho plano de relleno y mucho diálogo aparentemente profundo. Otra pomposidad insoportable disfrazada de serie altamente compleja.

Pues bueno, yo no sé cómo coño lo han hecho, pero han conseguido la pasta para hacer una cuarta temporada. Un milagro.

Como pueden suponer, he llegado a esta cuarta entrega con las expectativas por los suelos, como no podía ser menos. Ahora bien, cuando anunciaron el reparto y vi a Jodie Foster en compañía de John Hawkes, me dije a mí mismo, ‘ojo Toni, que igual aquí hay algo’.

Y efectivamente: buen guion, actores superlativos e historia potente.

La cosa va así: en una estación científica del Círculo Polar Ártico, a 150 kilometros de Alaska, desaparecen los ocho tipos que estaban allí investigando el hielo. No uno, no dos, no tres. No, los ocho.

Así que la policía del lugar se pone a investigar qué demonios ha pasado y empieza a encontrar pistas realmente extrañas. Aquí se mezcla un factor sobrenatural (que no es sugerido, si no muy obvio y que es mi mayor preocupación de cara al devenir de la serie) y el propio clima del lugar, cuando empieza ese periodo en que durante 30 días no aparece la luz del sol. Es una entrega brutalmente atmosférica, especialmente bien articulada, con personajes muy bien dibujados y que ya solo por eso y por el -muy arriesgado- planteamiento, es lo mejor que hemos visto de la saga desde la primera temporada de True detective.

No sé cómo van a lidiar con toda esta mochila paranormal, pero de momento me han hecho recuperar la fe.

Por cierto, la showrunnner de la serie es una tipa de 52 años a la que yo no tenía el placer de conocer y que se llama Issa Lopez. Si la cosa le sale bien, habrá que seguirla muy de cerca.

Tienen el primer episodio en HBO. Qué esperan?

Abrazos,

TGR