Qué tal amigos y amigas?

Pues ya me he ventilado todas las temporadas de Person of interest que tenía HBOmax en la plataforma y me dispongo a empezar (por enésimo vigésima vez) El ala oeste de la Casa Blanca. Ayer pensé que estoy al día de Yellowjackets, Station Eleven, Chicago PD & Chicago Fire, Bull, Blue bloods, United States of AL, Swat, FBI & FBI Most wanted y -no menos importante- de La casa de empeños.

El año pasado empecé 301 series. Lo sé porque las he contado (por primera vez en mi vida llevé un registro por escrito), de las cuales sigo viendo apenas una docena. Está todo ido de madre en lo que respecta a la producción audiovisual. Les he dicho que empecé 301 series, pero no he mencionado que vi 526 películas y que, de algún modo, conseguí sacar tiempo para vivir un poco.

Sé que me gano la vida con esto, o al menos lo intento, pero, aun así: es demasiado.

Ayer tuve que ver dos o tres series nuevas. No les voy a castigar con los detalles, digamos que ninguna de ellas era una obra maestra. También vi unas cuantas películas: la de chica embarazada que tiene que sobrevivir en medio de una rebelión androide, la de maldición de un bicho gigante, la del bar del buen rollito (con George Clooney de director y Ben Affleck al frente del reparto, que no está mal, para acabar el día de buen rollo), la de Canta 2 (que está muy bien si tienes críos o alma de niño/a), la de Hierve, que va de un cocinero con una vida muy tensa, rodada en plano secuencia (interesante, no tan rupturista como nos han hecho creer) y unas cuantas más que no tienen más historia.

A veces tengo la sensación de que estoy viendo una y otra vez la misma película, pero seguro que soy yo y mis neuronas descarriladas.

Hoy vengo a hablarles sin entusiasmo, pero con cariño, de una película española, opera prima, que acaban de estrenar en Netflix.

Se titula, ‘El páramo’.

El director se llama David Casademunt y me atrevo a pronosticar que, si le dan algo de pasta y un proyecto más gordo, hará cosas chulas en el universo del séptimo arte.

De momento, nos deja esta peli ambienta en la España de las guerras, pero que esquiva el tema para convertirse en una peli de terror.

Cuenta la historia de una pareja que vive alejada de todo, en el páramo del título, y que trata de mantener a su hijo alejado de todo lo chungo que circula a pocos kilómetros de casa.

Un día, el padre (que tampoco está muy fino) le cuenta a su hijo la historia de la bestia, una criatura de leyenda que viene a llevarse a la gente y contra la que no hay escapatoria. Obviamente, el niño -que por algo es un niño- se obsesiona con el tema y empieza a ver a la bestia por todas partes.

Es una película hecha con muy poco dinero, con un par de decisiones de guion incomprensibles (sobre todo una en el tramo final), pero que tiene un enorme mérito por la creación de una atmósfera malsana desde el minuto cero, una fotografía cojonuda, y un gran conocimiento de las bisagras del género. Solo por eso, y teniendo en cuenta que es su primera película, vale la pena echarle un ojo.

Y ya está, lo único que me apetece en los próximos días es la serie de ese genio llamado James Gunn (el de Guardianes de la galaxia & Suicide squad): Peacemaker. Eso si consigo que vuelva a funcionar la app de hbomax: la peor app de todos los tiempos.

Abrazos/as,

T.G.