Amigas y amigos.

Qué tal va la vida. Frío, calor, frio, calor, y así hasta el fin de los tiempos.

Ahora llega el veranito y sus 8 meses de calor extremo. Muy feliz, claro que sí.

Por lo menos ha llovido. Un rato largo. No vamos a quejarnos.

Hoy les vengo a hablar de la serie más punki y faltona que he visto en lustros. Una chaladura de tal tamaño que solo cabe enamorarse perdidamente de ella.

Se llama Such brave girls y habla de tres mujeres (dos adolescentes y su madre) que viven en un pueblo al norte de Inglaterra y que están jodidas de todas las formas posibles: el padre se largó hace 10 años, el nuevo novio de la madre es un auténtico idiota y ellas están como dos cabras.

El material es ideal para un drama de esos en los que al final quieres tirarte por el balcón, pero -paradójicamente- es una sitcom. Una sitcom negrísima, radical, totalmente desacomplejada, con tres actrices maravillosas tirando del carro y un concepto que no tiene nada de rompedor, pero que es muy difícil llevar a cabo: el trauma puede ser gracioso. Uno puede reírse de todas sus mierdas siempre que encuentre la fórmula correcta para hacerlo.

En Such brave girls, la fórmula es una sinceridad salvaje, acompañada de una manera de ver la vida que uno podría calificar tranquilamente de nihilista. Las protagonistas hablan de cosas realmente jodidas desde el que ya no tiene nada que perder. Cuando no tienes una mierda, todo te da igual y cuando todo te va mal, tiendes a pensar que te va a ir mucho peor. Es un ciclo difícil de romper y en el que uno entra solo y sale del mismo modo.

Este tipo de comedias son un rara avis porque ya nadie las hace bien. Todo el mundo quiere ser canallita y golfo y demás, pero luego acaban haciendo algo completamente inofensivo porque es muy complejo contar algo sencillo. De hecho, los personajes aparentemente simples son una tarea extremadamente ardua porque parece que escribirlos debería ser fácil. Es una trampa mortal.

Recomendadísima.

Luego tienen un documental bastante duro en HBO. Se llama La verdad contra Alex Jones y habla de uno de esos gurús de la alt-right estadounidense que tiene millones de seguidores, grita todo el rato y ve conspiraciones por todas partes. Este documental habla del juicio contra este señor por inventarse una de las mentiras más repugnantes que han circulado por los medios de comunicación de la ultraderecha americana: que la masacre en la escuela de Sandy Hook era en realidad un montaje.

Sandy Hook es una escuela de un pueblo llamado Newtown en Connecticut. El 12 de diciembre de 2012 un chalado con armas semi-automáticas entro allí y mató a veinte niños y seis adultos.

El tal Alex Jones se sacó de la manga una teoría en la que afirmaba que todo era inventado, que los niños estaban vivos, que los padres de las víctimas eran actores. Y así una montaña de mentiras que llegó a convencer a un 20% de la población estadounidense de que nadie había muerto en Sandy Hook.

Los padres de los niños empezaron a ser acosados y a recibir amenazas de muerte. Imaginen el dolor de perder a un hijo en una tragedia similar y súmenle convertirse en la diana de un hijo de perra como Alex Jones.

Al final, muchos de los progenitores decidieron denunciar a Jones y este documental es la historia de ese juicio. No les revelaré la sentencia. Échenle un ojo. Vale mucho la pena y obliga a hacerse muchas preguntas, todas ellas muy desagradables sobre la sociedad en la que vivimos.

Abrazos,

TGR