Considerando conjuntamente estabilidad y confort, el Focus Wagon 2.0 TDCi está a un nivel muy bueno. El control de estabilidad es una opción en todas las versiones y es algo necesario para alcanzar el nivel de seguridad que cabe esperar en un producto así de moderno.
La suspensión no me ha parecido más blanda que la que llevaba la versión con nivel de equipamiento «Sport» que ya habíamos probado y que tenía «suspensión deportiva». Al igual que aquel, ni va duro ni es incómodo. Tampoco es un coche blando en términos absolutos, aunque en determinadas circunstancias (como baches largos y profundos) la carrocería puede tener movimientos amplios de cabeceo o de balanceo.
Es de esos coches en los que es más fácil saber cual es el límite de adherencia, y de los que dejan sentir con fidelidad los apoyos. Esta información es muy valiosa para quien valore un coche agradable de conducir y también para quien guste conducir rápido.
Es ágil hasta cierto punto por la forma en que reacciona a cada movimiento de volante o a la deceleración en curva, aunque en determinadas ocasiones el anterior Focus era probablemente más ágil.
El tacto de la dirección es muy bueno y el coche entra con precisión en las curvas, pero no encuentro una diferencia definitiva con respecto por ejemplo, a un Opel Astra SW 1.9 CDTi con el sistema IDS Plus (más información de este dispositvo). Las ruedas de nuestra unidad de pruebas eran Michelin Pilot Primacy 205/55 R16 (que no nos han gustado en otros modelos).
El cambio de marchas es lo único que está por debajo del resto en calidad de manejo. En ocasiones es algo impreciso y no muy rápido.