Dos lectores de los seis que participaron en la selección realizada por km77.com han descrito la experiencia. Este es el primero que publico. Durante los próximos días o semanas publicaré el otro.

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Llego a la cita con Javier (el sábado 13 de julio) muy puntual, a las 10:00. Me está esperando con un VW Passat de última generación de color marrón oscuro metalizado (Mocca antracita, según la página web de VW España). Contrariamente a lo que es habitual en mi, no me fijo en la matrícula.

Me presento a Javier, y desde el primer momento hace todo lo posible por que nuestro viaje sea lo más agradable posible.

Al subirme al puesto de conducción, me ocurre lo que suele sucederme cuando me dispongo a conducir un coche por primera vez: me siento abrumado por las novedades, y por ignorar qué hace cada uno de la enorme cantidad de mandos y controles que hay a disposición del conductor. A duras penas, entre Javier y yo, conseguimos ajustar asiento y volante en una posición en la que me encuentro medianamente cómodo.

Javier me explica en qué consistirá la prueba: un recorrido de 37 km por la zona norte de Madrid, en el que se alternarán recorrido urbano, algo de autovía y carretera de segundo orden.

Llegaba a la prueba convencido de que el consumo sería el factor más importante para determinar qué persona pasaría a la siguiente fase del concurso. Sin embargo, Javier me indica que hay demasiadas variables aleatorias (tráfico, semáforos, temperatura, aire acondicionado, etc.) que influirán sobre el gasto de carburante a lo largo del circuito y que, por lo tanto, aunque lo tendrá en cuenta, no será decisivo.

El coche tiene cambio DSG de 7 marchas. Se puede manejar con las levas que hay situadas en el volante, pero como nunca he conducido un coche con ese tipo de caja de cambios, decido que voy a realizar la prueba en modo totalmente automático, confiando en que el sistema sabrá elegir en cada momento la marcha más adecuada a las circunstancias. En ningún momento se me ocurre preguntarle a Javier por la potencia máxima del motor.

Me pregunta Javier acerca de la información del ordenador de consumo que deseo ver en el display del cuadro de instrumentos. Considero que lo más útil es el consumo instantáneo. Así, en cada momento, puedo juzgar si las circunstancias de la marcha me permiten levantar total o parcialmente el pie del acelerador para intentar reducir el gasto.

También decido que vamos a llevar el climatizador encendido. Hace demasiado calor para mí y no quiero ponerme a sudar si se puede evitar.

En estas circunstancias iniciamos la marcha. Los primeros metros me sirven para ir habituándome al tacto de los mandos del coche, principalmente volante, acelerador, freno y palanca de intermitentes. Voy un poco tenso, pero la amena conversación con Javier me hace ir ganando paulatinamente confianza. Hasta el punto de que en un semáforo me doy cuenta de que he puesto el respaldo del asiento más vertical que de costumbre y me estoy sintiendo un poco incómodo.

Durante el recorrido urbano vamos encontrando muchos semáforos en rojo. En uno de ellos, creo que le he dado el primero de los dos sustos que se ha llevado Javier. Se ha puesto en ámbar muy pocos metros antes de pasar nosotros por él, así que, pensando por un instante que a mi derecha llevaba al examinador del permiso de conducir, he parado el coche en seco. Menos mal que llevábamos puesto el cinturón de seguridad….

Más adelante, y con la ayuda de Javier, empiezo a entender como funciona el cambio DSG si se levanta el pie del acelerador. En principio, si no se accionan los frenos, el embrague separa el motor de la caja de cambios, de tal manera que no existe retención y la pérdida de velocidad es mínima. El cuentavueltas cae por debajo de 1000 rpm (lo mínimo para dejar el motor al ralentí) y en el display del ordenador de consumo aparece la palabra “Inercia”. Sin embargo, si se pisa el pedal del freno, aunque sea ligeramente, el sistema interpreta que el conductor quiere reducir la velocidad, y por tanto, motor y transmisión permanecen unidos, de tal manera que el propulsor sí que retiene la marcha del coche. En el display, el consumo mostrado es 0,0 l/100 km.

La prueba continúa y, cuando ya han pasado cerca de 10 minutos, en un semáforo, de forma inesperada para mí, actúa el sistema start/stop, y el motor se para. Javier me explica que, si se lleva puesto el climatizador, tarda más en actuar.

Saliendo de la carretera de Colmenar para tomar el desvío hacia el barrio de Montecarmelo, Javier se ha llevado el segundo susto. Marchamos por el carril izquierdo de la autovía, adelantando a un coche más lento. En ese momento, Javier me indica que tenemos que salir hacia la derecha. ¡A la derecha! ¡A la derecha! insiste Javier. Tenemos que rebasar al otro coche y salir de la autovía en muy poco espacio, así que me encomiendo al equipo de ingenieros que ha desarrollado el VW Passat DSG y piso a fondo el pedal del acelerador. El coche gana la suficiente velocidad como para adelantar, cambiar al carril de la derecha y tomar a tiempo la salida que Javier indicaba.

El resto del trayecto transcurre sin acontecimientos reseñables. Hago todo lo posible por consumir poco carburante. Estoy empezando a disfrutar del Passat. En un momento le digo a Javier: “Buen coche el Passat este”. Javier no contesta e inmediatamente comprendo que por dentro se ríe burlonamente de mí. Él, que ha conducido y exprimido aparatos tan sensacionales como el Porsche Cayman o el Jaguar F-Type, no se va a dejar impresionar por un coche tan terrenal como el Passat.

Al terminar, la computadora de abordo indica un consumo medio de 4,3 l/100 km durante el recorrido. Sé que es mayor que el obtenido por mi inmediato predecesor en la prueba, pero, analizado fríamente, entiendo que es un resultado fantástico para un coche del peso y la potencia del Passat y para el tipo de vías que hemos recorrido.

Gracias a km77.com y a Javier Moltó por haber podido formar parte de este evento. Ojalá haya otros similares en el futuro, y que podamos participar nuevamente.

Saludos.

Escrito por Incabloc