¿Hasta qué nivel tenemos pensado incrementar la deuda en España para pagar nuestras deudas? ¿Dónde situamos el tope?

Ya sé que hay otros países que tienen un nivel de deuda más alto que el español. ¿Y qué? La casuística es inútil. A nosotros, quienes pueden prestarnos el dinero, no nos permiten endeudarnos más. Por los motivos que sea. Como el dinero no es nuestro y nos lo prestan otros, las condiciones las ponen ellos. Siempre ha sido así y no lo vamos a cambiar.

Un país sólo puede reducir su deuda si consigue obtener crecimiento económico real (no crecimiento económico ficticio alimentado por el crecimiento de deuda). Y el PIB de España no va a alcanzar el nivel de 2007 en muchos años (Muchos pueden ser 25 años. Los motivos por los que no vamos a crecer los dejo para otro momento, pero a mi juicio sólo puede creer que vamos a crecer quien quiere engañarse)

Como no vamos a crecer en los próximos años de forma significativa, no nos queda más remedio que cortar el déficit de golpe y empezar a reducir la deuda. Que aumentemos el endeudamiento para pagar la deuda es un acto suicida.

En España tenemos la tendencia a aguantar, a negar la realidad, hasta que explota. Como los niños. ¡Pues no respiro! Es una mala estrategia. Pretendemos crear empleo mediante la ley laboral, para impedir los despidos, cuando la única posibilidad de generar empleo lo da una economía sana. Aguantamos en las empresas con plantillas imposibles hasta que revientan, y se producen despidos masivos, en lugar de realizar reestructuraciones ordenadas, continuas en el tiempo.

Pretendemos mantener la ficción de riqueza mediante deuda, hasta que explote. Aguantemos hasta reventar. Miremos para otro lado. El día que la bomba salte no reconoceremos el paisaje.

Tenemos que sumir que no podemos seguir endeudándonos, porque no vamos a ser capaces de pagar esta deuda. Tenemos que asumir que la competitividad no se gana en unos años (llevamos más de treinta años intentando ser competitivos y no lo conseguimos) y que tenemos que pagar la deuda a costa de disminuir nuestra riqueza, nuestros activos. Vendiendo nuestros anillos.

Ahora vamos a endeudarnos todos los españoles a un interés de alrededor del 3% (según dicen) para ser accionistas de algunos de nuestros bancos. Con ese dinero, con el que nos endeudaremos todos, pensamos que salvaremos el sistema bancario español y que nos compensa asumir ese riesgo. Si las cosas salen bien, pagaremos ese 3% de intereses en forma de dividendos y recuperaremos el capital con plusvalías cuando se privatice esa participación del Estado. Todo muy bonito, pero ¿y si sale mal? ¿Y si los bancos no consiguen mejorar su gestión, hacer rentable el capital, y ese dinero pierde su valor? ¿Hasta cuánto nos compensa endeudarnos para intentar salvar nuestro sistema bancario? (¿Y quién va a valorar cada uno de los bancos para saber qué porcentaje corresponde al Estado a cambio del capital aportado con ese dinero prestado a todos los españoles?)

No nos queda más remedio que asumir que hemos empobrecido y que no podemos pagar tantos servicios como pagábamos antes. Le podemos echar la culpa a los banqueros, a los políticos (en muchos casos son los mismos) o a nosotros mismos por elegir tan mal a nuestros dirigentes. Pero a quién le echamos la culpa es irrelevante. Tenemos que asumir la realidad. Lo hemos hecho mal y hay cosas que antes podíamos pagar y ahora no podemos pagar.

Como en las novelas, cuando uno se arruina tiene que prescindir de gastos corrientes. En España nos hemos arruinado. Las deudas nos agobian. Tenemos que malvender nuestros activos (casas, empresas, bancos)  tenemos que despedir al servicio, dejar de ir a la ópera, dejar de comer comida de ricos… Tenemos que empezar a prescindir de cosas que hemos disfrutado durante unos años, pero que resulta que no podemos pagar. El denominado Estado del Bienestar es inalcanzable para nosotros. No podemos pagarlo. Hace muchos años que no podemos pagarlo. Vivimos de una ilusión. Tenemos que asumirlo. De nada sirve intentar encofrar el Estado del Bienestar con leyes para que resista inmóvil. Reventará. Quizá podamos recuperarlo si hacemos la cosas bien desde ya, pero será imposible de mantener si seguimos mirando hacia las estrellas para soñar.

Reventará igual que ha reventado el empleo en España. Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. Por mucho que recemos, por mucho que le pongamos leyes al señor, el Estado del Bienestar es insostenible. No podemos pagarlo. Reventará. Cuanto antes empecemos a reordenarlo, mejor conseguiremos que sobreviva la parte que seamos capaces de pagar. Si no lo reformamos cuanto antes, reventará de forma desordenada, como el empleo. Quien más sufrirá, como siempre, serán los seres con menos recursos (intelectuales y físicos) de la sociedad.

A nadie en el mundo le gusta renunciar a buenos servicios del Estado, pero son muy pocos los países en el mundo los que pueden pagarlo. Tenemos que asumir que no pertenecemos al grupo de países ricos.