Para mí es un placer que me haya gustado el coche del que tengo que escribir. Cuando el coche no me gusta, me da mucha más pereza.

Parte delantera del C4 aparcado en bateria

Hoy tengo suerte. El nuevo Citroën C4 me ha encantado. De momento sólo he conducido la versión con el motor Diesel de 150 caballos de potencia. Ni he medido su amplitud, ni me he sentado en los asientos traseros, ni he hurgado por sus recovecos. No me ha dado tiempo de nada más que de sentarme, darle a la llave y hacerle unos 100 kilómetros por carreteras de Suecia. En Suecia no se puede pasar de 110 km/h en autopista y el límite en las carreteras no pasa de 70 km/h.

Lo que más me sorprendía ayer mientras lo conducía es que a esas velocidades pudiera distinguir algo y que me pareciera un motor tan bueno. Y sí, lo pude distinguir. El motor entrega la potencia con suavidad de gelatina (estoy escribiendo con prisa, no se metan conmigo :-). En fin, que no sé describirlo en dos patadas. Podría decir con suavidad pasmosa o con mucha suavidad. La cuestión es que ni suena ni vibra ni molesta, pero que responde con docilidad y mucha potencia desde muy pocas revoluciones. En los alrededores de 1.250 rpm ya tira de verdad, de forma plenamente utilizable. Un motor sensacional. Me ha recordado al del Renault Laguna de 170 CV (más o menos) que probé hace dos o tres años y que también me gustó.

Nuevo Citroen C4 desde el interior

La dirección es suave, con buen tacto. Quizá no transmita bien lo que sucede entre el asfalto y la goma (tendría que conducirla en otras carreteras y a otras velocidades para poder opinar con mayor certeza) pero me ha gustado su tacto, su precisión, aplomo y rapidez. En el paso por curva (sin frenar, a 70 km/h en alguna curva he podido notar algo) me ha dado la sensación de que el eje delantero entraba muy bien, con buen apoyo.

Es más duro de suspensión que el anterior C4 y resulta cómodo. En muchas ocasiones, un poco más de dureza para mí tiene como resultado mayor comodidad.

Lo que menos me ha gustado es el funcionamiento de la palanca de cambios y su posición. Ligeramente retrasada, la sexta queda muy lejos del conductor y los recorridos de la palanca son largos. El freno tiene un tacto brusco en las primeras frenadas porque el recorrido del pedal es corto. No tan corto como en el Citroën con suspensión hidroneumática, pero corto.

Los materiales, remates y acabados del interior, en un primer análisis rápido mientras conducía también me han parecido magníficos. Materiales blandos en la zona superior del salpicadero bien ajustados y duros de buen tacto y correctamente rematados en la zona inferior. Un aspecto cuidado agradable y de buena calidad aparente.

El aspecto del maletero no es tan bueno. Moquetas sin fijar dan una sensación de descuido que desentona con la parte delantera.