Madrid, 16 de junio.

Comida divertida e interesante con un amigo profesional que sabe mucho de este negocio en el que nos movemos. Nos vemos poco, pero lo pasamos muy bien. Le cuento aventuras y él me devuelve las suyas. A la salida le acompaño hasta su coche, aparcado en la calle Ligonde, en Las Tablas, al norte de Madrid. En la zona no hay ni un hueco para aparcar a esas horas, pero el tráfico es escasísimo y apenas hay peatones. Entiendo que hay muchas oficinas y que todo el mundo está en sus puestos de trabajo. Intuyo que a las nueve de la noche aquello es un erial y que por la mañana es necesario llegar pronto para encontrar sitio donde aparcar. Yo las he pasado canutas para encontrar un sitio a la hora de comer y he dejado el coche sólo medio bien aparcado.
Despido a mi amigo en su coche chulísimo, negro, mientras comentamos algunos últimos detalles sobre el Brexit y las elecciones españolas y camino hacia mi coche aparcado en la calle Portomarín. Dice google maps que son unos 400 metros en los que camino pensando en lo bien que me lo he pasado durante la comida y que es una pena que nos veamos tan poco.

A medida que me voy acercando a mi coche, medio bien aparcado, bajo de la acera y camino por la calzada porque para llegar tengo que cruzar y como no hay tráfico bajo a la calle y sigo caminando en paralelo a los coches que hay a mi izquierda. Camino absorto hasta que de pronto encuentro un coche aparcado en segunda fila. Ni me fijo en él. Sigo avanzando y cuando ya estoy a punto de alcanzarlo me fijo en que tiene la puerta delantera del acompañante abierta, que está apoyada contra un coche aparcado y que hay un hombre manipulando en la puerta. El hombre me mira y sigue con su trabajo.

Voy pensando en mis cosas y cuando empiezo a rodear el coche veo que el hombre que está manipulando la cerradura tiene un destornillador enorme en la mano metiéndolo por el bombín de la cerradura. ¡No está arreglando nada. Está robando el coche!

Ver mapa de la situación

Estoy a la altura de la rueda delantera izquierda del coche en el que están los ladrones, que es un Volkswagen Golf negro de hará unos quince años y abro los brazos en tono de interrogación. El conductor me mira y me paro al lado de su ventanilla. Detrás de él hay otro chico. Son todos jóvenes. El tercer chico, el que está reventando el coche aparcado, se sube al Golf, cierra la puerta y salen a toda velocidad. Miro rápidamente la matrícula pero estoy tan perplejo que ni siquiera la apunto.

Miro hacia el BMW Serie 3 y tiene la cerradura destrozada. Llamo al 091, que tarda un buen rato en contestar, y cuando le digo la matrícula que había mirado ya no la recuerdo, le digo sólo las letras, pero ya seguro de que se las digo mal.

Todavía estoy pensando que cuando estaba parado al lado de la ventanilla del conductor lo que esperaba yo es que la bajara y que me amenazara con algo para que me fuera de allí. Tenía miedo a que fuera un arma de fuego y no me daba ningún miedo que fuera un cuchillo. No estoy seguro, pero creo que era un Golf de tres puertas, por lo que instintivamente ni pensé en el de atrás, supongo yo. Lo que me sorprendió fue que se subiera el que estaba manipulando el coche y que se largaran.

Ni apunté la matrícula inmediatamente ni hice una foto a la cerradura del Serie 3. Cuando por fin me contestó la policía ni siquiera fui capaz de decirle la calle en la que estaba y no podía utilizar el localizador del teléfono porque no me funcionaba la aplicación de mapas con la llamada en curso.

Imagino que los ladrones pensaron que el coche era mío, de lo contrario me hubieran dicho que me largara de ahí. Si no se movieron hasta ese momento, y debieron verme llegar desde hacía un buen rato, me imagino que fue porque pensaron que el mío sería cualquier otro coche y que yo pasaría de largo.

Evité que robaran el Serie 3 casi sin querer. Si su propietario o propietaria lee esto o alguien que lo lea lo conoce y necesita un testigo para el seguro, que me escriba.

Eran las tres y media del mediodía. A plena luz, sin tráfico y con un solo peatón despistado. Cuando ya habían huido, pensé en si hubiera tenido alguna forma de evitar que huyeran. La próxima vez, si la hay, al menos apuntaré la matrícula inmediatamente.

Nota mental. Cuando hay un coche en segunda fila con la puerta abierta, apoyada sobre otro coche, y un hombre de pie entre los dos coches, no siempre es un tipo aliviando sus necesidades fisiológicas. Mejor mirar y prestar atención. Nadie ha dicho que sea agradable eso de mirar y ver.

Unos metros más arriba , aparcado sobre la doble línea continua central de la calle, estaba mi cochecito medio mal aparcado e intacto para mi alivio. Por sus retrovisores lo vio todo. Si hubiera sido un Volkswagen XL1 con sus cámaras, podía haberlo grabado. Pero no.