Los departamentos de marketing son a veces como los de diseño. Dicen cosas que el resto de los mortales no entendemos. Bendita ignorancia.
Ayer regresé de la presentación del nuevo A7 Sportback (en km77.com tenéis la información del coche). Fue una presentación agradable, en la que hubo tiempo para trabajar—si bien no en las condiciones más idóneas por el tráfico que encontré y porque todo eran carreteritas de poca anchura— sin las prisas que hay en muchas presentaciones.

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A las 7:20 del miércoles llegué a Barajas, unos minutillos antes de la cita. No era el primero en llegar. Reencuentro tras el parón veraniego con los compis de la competencia y con la gente de Audi, Reyes Luque (alias la embaucadora de mosquitos) y Fernando Sainz. Sobre las 11 de la mañana (creo) aterrizábamos en el aeropuerto de Olbia en la italiana (y ex-aragonesa) isla de Cerdeña. Calor y humedad.
En la carpa que Audi había montado en el aparcamiento del aeropuerto nos dieron la fugaz rueda de prensa. Nada que no se supiese ya. Hay una parte de las ruedas de prensa que no entiendo y es en la que nos intentan convencer de cosas que no tienen pies ni cabeza. En este caso ha sido que el A7 Sportback tiene lo mejor de tres mundos: una berlina, un deportivo y un familiar. Pues oiga, no, señor de márquetin, que no me lo creo. Ni es más amplio que un A6, ni más deportivo que lo que puede ser un A8 ni más funcional que un Avant. Lo siento. El coche será cojonudo (lo es) pero no en es lo que me lo intentas vender.

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A ver, no es que yo sea un listillo (veeenga, a veces puede), es evidente que si Audi se ha gastado sus dineros, que no los míos, en hacer este tipo de coche será porque se lo habrán pensado y repensado. Y estarán convencidos de que lo van a vender a un tipo de cliente que busca algo así.  Y yo no soy quien para decir lo contrario porque de eso no tengo ni idea, pero sí mi opinión. Dime que hay gente que busca un coche grande como un A8 pero con un aspecto más deportivo. Eso sí me lo creo. Lo de los tres mundos, como que no.
Esta misma conversación la tuve en la cena con un ingeniero, alemán y que hablaba español con acento mejicano. Fue un debate agradable porque él, un tío muy majete, puso interés —podría haberlo no hecho— en saber porqué yo no estaba de acuerdo con lo de los tres mundos. Hablamos de eso y de otras cosas, como por ejemplo que este A7 Sportback utiliza la plataforma del futuro A6; el dijo que no podía decir nada pero la cara que puso cuando se lo dijimos fue reveladora. Si fue cara de póker, Nills (¿Neils?), me has ganado la mano 🙂
El hotel donde estuvimos  alojados estaba situado en la Costa Esmeralda, muy cerca de Porto Cervo. En cuanto ví el mar entendí rápidamente el porqué del nombre. Me pareció un sitio muy bonito. Las vistas desde el balcón de mi habitación eran éstas, con A7 incluido:

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Por primera vez en mi vida he conducido un coche con conexión WiFi (al menos que yo sepa, porque en la presentación del A8 aún no estaba disponible). Y por primera vez en mi vida he usado un iPad. Y lo he hecho a la vez, porque mediante una tarjeta SIM de teléfono, el coche crea una red inalámbrica para conectar cualquier dispositivo capaz de ello, como un ordenador portátil, un móvil o el susodicho iPad, y navegar por internet. El funcionamiento de la red es como el de un módem USB, funciona bajo la cobertura de una compañía de telefonía móvil y, según la calidad de la señal, el intercambio de datos se produce a diferentes velocidades (3G, 2G, GPRS). Además, esta conexión la emplea el sistema de navegación, que muestra las imágenes de Google Earth en la pantalla (además de información adicional de lugares concretos, a través de la Wikipedia).

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El navegador mostrando la ruta sobre las imágenes de Google Earth y el iPad, sujeto por las aterciopeladas manos del compi de Autobild, Luis Guisado, navengado por km77.com 😉

Lo pienso y me parece increíble la velocidad a la que aparecen nuevos equipamientos para los coches. Es algo exponencial, sin duda. Habrá que ver, espero hacerlo, que os tendré que contar dentro de 10 años.

Hasta la próxima.

Alfonso Herrero