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Después de los tres capítulos anteriores del viaje (primero, segundo y tercero), en esta entrada nos gustaría hacer un pequeño paréntesis para contar qué motos utilizamos para este viaje, qué equipamiento transportamos con nosotros y porqué nos hemos decidido por esta ruta. Nos hemos animado a escribir sobre ello porque pensamos que quizá resulte de interés:


Las motos

Ambos viajamos con el mismo modelo de moto: la BMW F800GS de primera generación, una veterana que salió al mercado en 2008. Lo que más nos gusta de esta moto —y el motivo principal para haberla elegido— es que tiene un buen desempeño en superficies muy distintas. Van fenomenal en carretera, son cómodas en desplazamientos largos y también dan buen resultado por el campo. Y, muy importante, su capacidad de carga nos permite llevar todo lo que necesitamos.

El motor es una maravilla: tiene dos cilindros y da 85 caballos, que para viajar como lo hacemos nosotros diríamos que es una potencia hasta excesiva. Es un motor muy fácil de aprovechar y se disfruta yendo a ritmos variados. Otra cosa buena es que consume muy poco: en torno a 4 l/100 km haciendo un uso mixto.

Aunque nos gusten nuestras motos, sabemos que están superadas. El segmento de las motos trail no para de crecer en popularidad y hay opciones modernas que son más ligeras y ofrecen mejores prestaciones. No obstante, los dos hemos tenido un par de BMW antes que estas y nos sentimos cómodos con la 800 GS. Es un modelo robusto (en principio) y lo conocemos bien. Esperamos que las motos hagan honor a todas estas bondades y nos den un viaje tranquilito. De momento hemos recorrido 6000 kilómetros y se están portando muy bien. Queremos dejar claro que BMW no nos apoya en ningún aspecto: los vehículos son nuestros.

La moto de Quique es una 800 GS estándar del año 2016, con 74.000 km en el momento de iniciar el viaje, y la de Carlos es la versión Adventure, del año 2018, con 54.000 km.

Diferencias entre ellas

Las diferencias entre ambas son pequeñas: la Adventure tiene un depósito de gasolina ocho litros más grande (24 frente a 16) y un carenado frontal un poco más ancho. También es un pelín más alta y lleva algo más de equipamiento enfocado, precisamente, a hacer viajes largos, como una cúpula que protege más del viento. Lo malo es que es más pesada y más aparatosa, así que, sobre el papel, tiene algo de desventaja en campo.

Estas motos son relativamente nuevas para nosotros, ya que las compramos pocos meses antes de iniciar el viaje. Previamente a empezar la aventura les hicimos mantenimiento básico completo, pero no nos hemos vuelto locos cambiando piezas de desgaste que aún tienen algo de vida por delante. Eso sí, llevamos algunos recambios por lo que pueda pasar durante el viaje, herramientas y conocimientos para hacer reparaciones que no tengan mucha complejidad.

Neumáticos

Salimos con neumáticos nuevos, unos Michelin Anakee Wild. Nos parece un neumático apropiado para un viaje de aventura como el que estamos haciendo, en el que esperamos un rendimiento equilibrado en todas las superficies. En asfalto resultan satisfactorios a ritmos moderados. Y, eso sí, en cuanto las motos dejan el asfalto, nos parecen brillantes, porque ofrecen una capacidad de tracción muy buena y transmiten una confianza tremenda. Michelin también nos ofreció la posibilidad de salir con neumáticos menos taqueados, pero finalmente elegimos los Wild porque nuestra prioridad es conseguir un buen desempeño off-road.

Los neumáticos delanteros tienen muy poco desgaste después de 6000 kilómetros. A los traseros les quedan menos de la mitad de vida, pero esperamos que podamos recorrer con ellos hasta 8000 o 9000 kilómetros. Cuando sea necesario, los cambiaremos por los de repuesto que llevamos enganchados en las defensas de motor del costado derecho.

Entre unas cosas y otras, llevamos unos 40 kg de equipaje cada uno, la mayoría dentro de unas maletas rígidas de aluminio que van firmemente ancladas a unos soportes específicos. Como es de esperar, las motos se sienten muy pesadas cuando las mueves en parado, pero una vez cogen un poco de inercia, van realmente bien y prácticamente te olvidas del peso extra. Con tanto peso, el avance es complicado en superficies blandas. Por ahora, se han portado fenomenal en el barro de Grecia y Turquía y nos hemos acostumbrado al peso extra muy deprisa. No creemos que más adelante vayamos a circular por zonas más complicadas


El equipamiento

Para este viaje hemos decidido llevar maletas rígidas con apertura superior en lugar de alforjas. El motivo es sencillo: tienen buena capacidad y son muy fáciles de cargar y organizar.

Lo que más ocupa, sin duda, son los elementos de acampada. Cada uno llevamos: sacos de dormir (uno o dos), funda de vivac (por si hay que reforzar la retención de calor del saco), tienda de campaña, esterilla hinchable compacta, silla plegable baja (también muy compacta, además de ligera), cartuchos de gas y quemador portátil. Compartimos un juego de cazuelas, platos y utensilios de limpieza.

Lo segundo que más ocupa es la ropa, porque tenemos que cubrir condiciones climáticas muy variadas. Llevamos desde un bañador hasta abrigos cálidos. ¿Ropa interior? La suficiente. 😊

Comida

En las maletas hay latas de sardinas, fideos instantáneos, latas de fabada (compramos unas cuantas antes de salir de España, para darnos algún festín más adelante) y pan. Siempre nos gusta llevar comida y agua para uno o dos días, por lo que pudiera pasar (por ejemplo, si pasamos por un sitio que nos gusta mucho y queremos pasar la noche ahí), aunque intentamos aprovisionarnos en mercados locales a la menor oportunidad. Nunca faltan en nuestro equipaje algunas piezas de fruta y algún dulce.

Electrónica

Llevamos un ordenador portátil cada uno (para escribir este blog), cámaras de aventura (y sus accesorios, incluidas baterías extra), un dron, varios móviles (algunos exclusivamente para navegación y mapas; otros para comunicarnos y grabar), discos duros y tarjetas de memoria. Tenemos la posibilidad de ir cargando todo en marcha (salvo los ordenadores), ya que disponemos de adaptadores de corriente en las motos.

Herramientas básicas

Caja de herramientas con juego de puntas y vasos, alicates, llaves fijas para desmontar ruedas y tensar la cadena, una llave inglesa, cinta americana, espray reparapinchazos, bridas de varios tamaños, una cincha resistente (ya la usamos para remolcar una moto que se quedó sin gasolina el primer día de viaje) y un compresor de aire portátil.

Repuestos

Pastillas de freno, filtros de aire y aceite, un litro de aceite de motor, retenes de horquilla delantera, rodamientos de ruedas y dirección, y un kit de transmisión. Nos planteamos llevar un juego de discos de embrague, pero nos parece poco probable que nos haga falta. Y, muy importante: cada uno llevamos un neumático trasero extra, colgado en las barras protectoras del carenado. (Nos hará falta, seguro; lo que no sabemos es dónde necesitaremos montarlo).

Botiquín

Con lo suficiente para atender algunos problemas menores de salud que pudieran surgir.


La ruta

Si quieres hacer un gran viaje saliendo desde casa montado en tu propia moto y te corre por las venas el veneno aventurero, hay dos rutas míticas que probablemente hayas considerado. La primera, hacia el este, Asia, con destinos finales como Mongolia o la India. La segunda, rumbo sur, África, con el objetivo de alcanzar Ciudad del Cabo.

Nosotros disponemos de dos meses para hacer nuestro viaje, así que no tenemos tiempo para completar una de esas grandes rutas. El consuelo (tremenda suerte la nuestra) es hacer, al menos, una parte relevante de una de ellas y empaparnos de la sensación de libertad de viajar en moto por lugares lejanos. Cuando uno sueña con hacer un viaje largo en moto, se le vienen a la mente paisajes preciosos, buen tiempo y buenas vibras en general. Luego, cuando consigues disponer de algo de tiempo y todo se alinea para poder salir, empiezas a entender que la realidad dista bastante de esa imagen.

Nuestra elección

Los factores más limitantes para elegir nuestro viaje han sido el clima, los conflictos armados y la logística de traer las motos de vuelta a casa. Hemos elegido viajar hasta Kirguistán porque la ruta nos permite conocer países interesantes y poco turísticos, en su mayoría tranquilos, y creemos que el clima debería estar de nuestro lado, si acaso con un poco de frío de más según nos acerquemos al Himalaya.

Otro motivo para elegir esta ruta es que en Biskek hay una empresa que nos puede traer las motos de vuelta a Madrid por un precio razonable, así que podemos iniciar el viaje, ver qué tal se nos da y siempre tener esa opción abierta.

Hay varias maneras de llegar hasta Biskek. En esta época del año, lo más razonable es disfrutar del buen tiempo del sur de Europa al principio del viaje, en este caso Grecia (aunque, en nuestro caso, no ha sido así). De ahí, lo natural es entrar en Turquía (que es donde nos encontramos ahora), un país enorme y con muchísimo que ver, que estamos recorriendo por su zona central y sur para evitar los lugares más fríos.

Sortear el mar Caspio

Después viene la complicación principal, ya que se plantean dos opciones para sortear el mar Caspio: por el norte (dando la vuelta por Georgia, Rusia, Kazajistán y Uzbekistán) o por el sur (recorriendo Irán y Turkmenistán para acabar igualmente en Uzbekistán). La ruta del norte es más larga y hay mucho territorio de estepa. La ruta del sur nos atrae más porque nos permite conocer Irán, pero también implica, casi impepinablemente, cruzar Turkmenistán, uno de los países más herméticos del mundo, para alcanzar Uzbekistán.

Aún no sabemos a ciencia cierta si conseguiremos cruzar Turkmenistán, porque el país ha dejado de expedir visados de tránsito, o es muy difícil conseguirlos. Quizá no nos quede más remedio que adquirir el visado de turista, que nos gusta menos y tiene un precio desorbitado, pero probablemente sea lo más práctico. Os iremos contando.

Una vez en Uzbekistán, queremos visitar alguna de sus ciudades míticas de la Ruta de la Seda, como Bujará y Samarcanda, para después adentrarnos en Tayikistán y recorrer la carretera de los Pamires —o alguna de sus variantes, como la del valle Bartang, si es que las condiciones climáticas y de la ruta lo permiten—. Finalmente, esperamos tener algunos días restantes para viajar por Kirguistán de sur a norte; procuraremos hacerlo por pistas de tierra siempre que podamos.