Blue-Jasmine

 

Bueno, ya lo han visto ustedes, En llamas (segunda entrega de Los juegos del hambre) se lo ha comido todo. En Estados Unidos ha llegado a los 190 millones de dólares en su primer fin de semana: una auténtica barbaridad. En el momento de colgar este post, aún no hay cifras para España, pero estoy casi seguro que estaremos por encima de los seis o siete millones de euros, lo cual –estando como estamos– es un lujo tremendo.

 

De la película ya hablé: superior a la primera, inteligente, mejor dirigida. Normal que vaya a superar los 600 millones de dólares sin despeinarse.

 

Hasta ahí mi informe financiero sobre la taquilla, para que parezca que soy un tío muy serio y demás y que todo esto de la pasta que hacen los blockbusters me importa sobremanera. Mucho, mucho, mucho.

 

Y ahora (tatatatatachán) la película de Woody Allen: Blue jasmine.

 

Ya saben, una peli que está funcionando muy bien en taquilla y que la crítica estadounidense considera de lo mejor del buen Woody en los últimos años (cosa que, por otro lado, tampoco era muy difícil, dada la cantidad de medianías que nos hemos tenido que tragar por el camino) y en la que algunos ven una candidata a los Oscar.

 

Déjenme darles mi opinión en una palabra: NO.

 

Y otra: MEH.

 

Cierto, probablemente es la mejor película que ha hecho desde Desmontando a Harry, pero es que (recordemos) nos hemos tenido que tragar cosas como Midnight in Paris, El sueño de Cassandra (Ewan McGregor me explicó en una ocasión que Woody se quedaba dormido mientras la rodaba), Vicky Cristina Barcelona, No-se-qué de Roma (perdonen, no recuerdo el título, y no quiero perder tiempo buscando algo tan horrible) y otras muchas que me van a permitir que obvie porque este no es un blog dedicado al sado-maso (no descarto nada, pero de momento seguiremos con el cine).

 

Total que hacer algo mejor no era especialmente complicado.

 

Blue jasmine tiene muchas cosas buenas, que quede claro, y la mejor de todas es la alucinante Cate Blanchett. Si hay algo en esta película merecedor de un Oscar es ella. Su papel de mujer rota (metafórica y literalmente), por el encarcelamiento de su marido y su relación (disfuncional en la gama alta) con su familia, es de una riqueza desmesurada y ella resuelve todo con una facilidad pasmosa.

 

Tampoco está mal el retrato que el judío más famoso de Manhattan hace de los ambientes financieros estadounidenses y de esa máxima de que nunca es suficiente. Una reflexión de tintes negruzcos sobre una casta a la que sólo le gusta oír comentarios relacionados con la (legendaria) paradoja del crecimiento infinito. Ricos hasta el vómito atrapados en su propia inercia.

 

Sin embargo, la dirección sigue siendo rústica y hay momentos (por ejemplo, el primer encuentro entre Jasmine y su hermana) donde Woody parece obsesionado por colocar cargas de ingenio que le den al diálogo ese look explosivo de antaño. Lo consigue sólo en parte, aunque –repito– muy por encima de la media de sus últimos trabajos.

 

Soy de la opinión que ya hemos visto lo mejor de Woody Allen (que es mucho, muchísimo) y que ahora este se dedica a hacer una película al año, hace caja y si te he visto no me acuerdo. También es cierto que el esfuerzo (en todos los sentidos) que se detecta en Blue Jasmine es loable y demuestra que al genio le quedan golpes escondidos.

 

Resumiendo: brillantísima Cate Blanchett (tiene medio Oscar en el bolsillo), grandes momentos de guión, dirección un pelín deficiente y una docena de frases para enmarcar (no haremos spoilers, no nos gustan).

 

Por cierto, si miran ustedes televisión (no me cabe ninguna duda de que lo hacen) háganse un favor y échenle un vistazo a estas dos cosas: Dates y Ray Donovan.

 

No les digo nada más, una es una joya y la otra un cartucho de dinamita.

 

Pórtense bien o les pondré en bucle el anuncio de la lotería.

 

Abrazos/as,

T.G.

P.D. Me pide JFK que comente lo de los Premios Feroz. Bueno, teniendo en cuenta que lo de los premios (incluidos los Oscar) me parece una perdida de tiempo, pues qué le voy a decir? Lo de buscar unos premios de tipo industrial (como los Globos de Oro) para una industria (la española) que no existe me parece una soberana perdida de tiempo. Pero -faltaría más- les deseo lo mejor. Aún así, no creo que dar unos galardones ayuden a mejorar la maltrecha salud de nuestro cine.