Queridos amigos y amigas, amigas y amigos, gente,

Aquí me tienen, de nuevo.

La mitad del mundo está en llamas y la otra mitad tose por culpa de la ceniza. No se me ocurre mucho más. Miro por la ventana y no me gusta lo que veo. Miro la tele y no me gusta lo que veo. Y encima, ese refugio que parecía ser la ficción, ahora es un dechado de mandíbulas, de contrapicados, de tipos intentando ser graciosos desde su casa.

A mí no me funciona, pero supongo que hay personas que opinan lo contrario.

Espero que pronto recuperemos los viejos mecanismos que antes hacían que la cosa funcionara (hablo de la ficción; lo de la humanidad está jodido). Y que sea sin peligro, que nadie más se muera solo por culpa de un maldito virus. Ojalá sea pronto y ojalá todo salga bien y ojalá vuelvan a poner algo bueno en la tele, coño. Por este orden.

Como hace unas semanas desintonice todos los canales de televisión porque ya no aguantaba las toneladas de gilipollez que se emitían a diario, ahora solo me quedan las plataformas de streaming. Las malditas plataformas me han dado esta semana dos alegrías: una en la mañana ayer y otra en la mañana de hoy.

Ayer me tragué El resplandor de Kubrick. Una copia impoluta de una peli que amo con todas mis fuerzas. Hacía años que no la veía y me sorprendió lo mucho que aprovecha los espacios que deja el Overlook, ese hotel maldito. Desde los primeros planos aéreos, con esa música terrorífica, hasta esa inocente conversación del personaje de Jack Nicholson con los dueños del establecimiento, pasando por la habitación encantada o el ruido de la máquina de escribir: nada sucede al azar en las películas de Stanley Kubrick. Y esta no iba a ser una excepción.

Vamos, que me lo pasé pipa.

Y la segunda ha sido hoy, cuando he descubierto que habían puesto en Netflix (El resplandor también había sido allí), Agárralo como puedas 33 1/3.

Mi padre era muy fan de Leslie Nielsen y yo puedo decir lo mismo. Lo que he llegado a reírme con ese cabronazo de pelo blanco. ¿Sabían que estuvo a punto de ser Messala en Ben-Hur? Hubiera sido curioso.

La cuestión es que hoy me la he puesto y me he recordado en el sofá de mi casa. Cuando yo tenía 17 o 18 años, mirando la primera con mi padre. Riéndonos a carcajadas con la riada de gags que contenía la peli. En aquella época gloriosa de Top secret y Aterriza como puedas y la propia trilogía de Agárralo como puedas (está claro que los encargados de traducir los títulos de las películas en aquella época estaban algo vagos). Toda esa era de Zucker-Abrams-Zucker, donde estos genios ejercían de directores y guionistas y hombres para todo, fueron una bendición para la comedia.

Yo las veo ahora y sonrío, porque son pura nostalgia. Porque hay gags (toda la parte de los Oscar) con los que sigo riéndome como si tuviera quince años. Es una gran sensación, y seguro que, si son ustedes viejos como yo, recordarán estas películas con una sonrisa en el rostro.

Si es que no están muertos por dentro, claro.

Háganse un favor y pónganse la peli, y viajen en el tiempo sin moverse de casa.

Yo me voy a dormir, porque mi perro va a despertarme mañana a las seis de la mañana. Como siempre.

Besos y abrazos/as,

T.G.