Qué tal? Espero que cada vez más volcados en la vuelta a una vida normal. O al menos, a la normalidad de antes, aunque fuera una falsa normalidad. La compro: la normalidad de antes. Toda. Ya no soy tan exigente como antes.

En fin, después de dos años de esta porquería, ya nos va tocando.

Por cierto, si son ustedes de Madrid, vaya verbena que tienen allí liada. Al menos algo de diversión sin tener que pagar entrada. Ojo, digo en Madrid como si no nos afectara a los demás. Pero déjenme ser un poco frívolo, porque estoy de desgracias hasta el gorro.

(Cuando vuelvo a estas líneas, los rusos invaden Ucrania. Vaya festival, joder. No nos dan tregua)

Venga, hoy voy a hablarles de dos cosas. Igual mañana repito para dos más.

La primera se llama Severance y es una serie de Apple. Yo no miro mucho la plataforma, me da bastante igual: solo la uso cuando dan películas de Tom Hanks y cuando estrenan algo interesante. Bien, pues esta serie sobre un lugar de trabajo bastante particular, la cosa se pone muy pronto al rojo vivo. No les voy a explicar nada más, porque es muchísimo mejor si no saben nada en absoluto. De verdad, háganme caso y échenle un ojo al primer episodio.

Volveré a ella en breve, cuando algunos/as de ustedes/as la hayan visto y podamos destriparla un poquito más.

La otra cosa de la que quiero hablarles es bastante peor, no importa que hablemos de ella porque es bastante difícil hacer spoilers, y -en realidad- solo les interesará si gustan de esas películas con toneladas de hemoglobina y que carecen de cualquier interés más allá del que acabo de comentar.

Su título? La Matanza de Texas.

Ojo, no hablo del clásico de Tobe Hooper, sino del enésimo remake de una saga que nadie sabe muy bien cómo resucitar pero que sigue apareciendo cada dos por tres en un medio u otro.

En esta ocasión, ha sido Netflix la que se ha encargado de volver a darle juego.

La parte buena es que mueren un buen montón de influencers; la mala es que dura setenta minutos y ni así logra ser realmente entretenida. En primer lugar, porque el punto de partida es una auténtica memez; en segundo lugar, porque parece que lo único que importa es el número de idiotas que perecen bajo la sierra de Leather face. Y en tercer lugar, porque la película tenía sentido en cierto momento en el tiempo y en el espacio, y ahora parece algo desubicada.

No es que no me gusten los slashers (esas pelis donde la peña muere a docenas), pero creo que eso no es excusa para tratar de hacer algo con cara y ojos, con algo de rumbo y visión. Aquí no hay nada de nada, solo un telefilme con un tipo que lleva una máscara de piel y una sierra mecánica y unos cuantos imbéciles que tardan demasiado en morir. No hay ni una sola idea brillante en lo visual, ni nada memorable más allá de que al menos no dura dos horas.

No puedo decirles mucho más.

A ver si se acaban la pandemia, la guerra y la madre que los parió a todos.

Abrazos,

T.G.