Queridos amigos y amigas,

Esta semana se anunciaron los Goya. Fingiría que me importa, pero es que se me da muy mal eso de mentir. Todos los premios son endogámicos por naturaleza y estos no son ninguna excepción. Me alegro por los premiados y a otra cosa.

 

Lo realmente importante es que he visto Star wars: los últimos jedi y me lo he pasado pipa. Les aseguro que esta vez iba con todas las prevenciones posibles pero el cabrón de Rian Johnson lo ha conseguido.

 

Debo aclarar que voy leyendo por ahí que esta es la segunda mejor entrega de la saga después de El imperio contraataca y eso tampoco. Les concederé que sea la tercera (La guerra de las galaxias es intocable) pero de segunda nada. Sin embargo, si creo que es un paso adelante muy importante en términos conceptuales además de la más brillante en el aspecto visual, no solo por el despliegue de efecto especiales (impresionantes, pero qué menos) sino por el trabajo de texturas, volúmenes e ideas. La verdad, dejando de lado que les guste la película más o menos, es que esta entrega de Star wars es uno de los espectáculos visuales más despampanantes de la historia del cine. A su lado, Avatar parece una de Haneke.

 

También entiendo la división de opiniones de los fanáticos de la saga: es comprensible que estén descolocados con el nuevo rumbo que adquiere la franquicia después de esta entrega y la avalancha de ideas y personajes que transitan por el guión. Les propongo que se queden en casa mirando el vhs de la trilogía original y no molesten a los que adoramos los cambios.

 

Hoy un tipo me ha dicho “es que en esta secuela se saltan las leyes de la física”. Seguramente el pobre miserable cree que los sables láser, la fuerza y la estrella de la muerte son cosa de Newton y Galileo.

 

La otra gran virtud de esta entrega es el uso de la comedia (sí, han leído bien, de la comedia) en muchos momentos del filme. No puedo pensar en nada más difícil que darle algo de sentido del humor a una saga que siempre ha vivido en esa suerte de filosofía que subyace en la orden de los jedi y-por supuesto- en su alter ego del lado oscuro. Pues Johnson lo hace, lo hace a la perfección y el resultado es sensacional. Solo les diré que presten atención al plano de la plancha y a los nuevos amigos de Chewbacca.

 

Y finalmente, porque es jodido hablar de esto sin empezar a soltar spoilers, me gustaría admitir que es muy difícil que a mí no me guste una de Star wars (voy a olvidar esa cosa que hizo George Lucas, los episodios I, II y III, porque aquello no ha existido) porque en cuanto suena la fanfarria de John Williams y aparecen los créditos, se me pone la piel de gallina y los malditos recuerdos asaltan las cuatro esquinas de mi cerebro. Estoy atado a La guerra de las galaxias, he crecido, llorado y soñado con ella. Me recuerdo en el cine Coliseum oyendo a Darth Vader diciéndole a Luke que era su padre; o a la princesa Leia diciéndole a Han que le quería y a este respondiéndole: “Lo sé”.

 

En mi casa, en una de las paredes, cuelga un original de La guerra de las galaxias, fechado en 1977, regalo del abuelo de un amigo, que era proyeccionista. Si solo con mirar eso me siento un poco mejor, ¿cómo no va a gustarme una de Star wars?

 

Vayan y hablen. Se aceptan insultos, pero no mayúsculas.

 

Abrazos y abrazas a ustedes y ustedas,

T.G.