Amigas y amigos,

Hoy hace frío. Diría que mucho frío. No excesivo, ojo.

En Barcelona no hace nunca mucho frío.

Pero hoy te puedes poner una chaqueta y bien.

Mañana? Dios dirá.

Y después de este modesto parte meteorológico, vamos a lo nuestro.

La semana pasada se estrenaron dos series buenas, buenas que ya comenté. Esta semana, de momento, tenemos también dos cosas. Una muy buena y la otra muy entretenida.

La primera la tenemos en Filmin y se llama The walk-in. Es la historia de Matthew Collins, un neonazi británico que se salió del movimiento, fundó una organización dedicada a combatir el odio y finalmente fue clave para impedir una locura que planeaba uno de los grupúsculos nazis más peligrosos del Reino Unido.

La serie es de 2022, pero nos llega ahora porque a veces las cosas buenas se hacen esperar y la protagoniza un actorazo llamado Stephen Graham, al que los más teléfilos de este foro recordarán por su trabajo en la reciente Hierve, Peaky blinders o Line of duty y los cinéfilos por Rocketman o El irlandés. Un intérprete excepcional en una serie de cinco episodios que nos viene muy bien para entender el auge del populismo de extrema derecha en Europa. A mí me gusta más llamarlo nihilismo, que es lo que es realmente, pero así nos entendemos todos.

The walk-in no puede evitar caer en algunos tópicos, pero tener al frente a un tipo como Graham hace que uno acaba creyéndoselo todo. El tipo es un actorazo de tal nivel que cuando no sale él dan ganas de darle al fastforward.

La historia de redención de un tipo cualquiera que un día se cansa de hacer locuras y decide hacer algo completamente distinto y al que después le costa horrores hacer las paces consigo mismo, sería imposible de llevar a cabo de un modo tan creíble sin el trabajo de Graham y es alucinante verle en acción.

No puedo recomendarla más.

La otra serie que he visto y me ha parecido notable se llama: Matar al presidente.

Es la historia del atentado que le costó la vida al almirante Carrero Blanco el 20 de diciembre de 1973 y que aún sigue generando toda tipo de teorías conspirativas, supongo que porque el almirante en cuestión era el gran candidato para suceder a Franco.

En esta serie documental de tres episodios se especula sobre la autoría del atentado, sobre si ETA era demasiado amateur y no tenía el material necesario para ejecutar algo así y sobre si fue el mismísimo Henry Kissinger el que acabó dando luz verde a la operación, porque a Carrero Blanco se le atribuía un profundo odio por todo lo americano.

Al final, y como acostumbra a pasar en estos casos, nadie sabe nada de nada. Todo el mundo es un gran experto, todo el mundo habla por los codos (hay un tipo que compara lo de Carrero con el magnicidio de Kennedy sin que le escape la risa), pero nadie puede sacar ninguna conclusión razonable.

Eso sí, la cosa tiene ritmo, las recreaciones tienen gracia y lo del comando de ETA alquilando pisos por todo Madrid, saliendo de fiesta, montando pollos por todas partes sin que nunca les detuvieran y actuando como si Madrid fuera Las Vegas, parece salido de una película de los Monty Python y es una maravilla.

No me han aclarado nada sobre el atentado, pero no me he aburrido.

Algo es algo, coño.

Ahora me retiro a vivir la vida con la calefacción puesta.

Abrazos,

TGR