Amigas y amigos,

La última vez me quedé sin espacio y no pude hablarles de la película que quería recomendarles.

Así que les hablé de la que odiaba en su lugar.

Ya lo sé, muy mal.

Hoy me propongo compensarles. De hecho, al final del post anterior les decía el título de la obra que me había gustado y que tenían en Prime, totalmente gratis, sin tener que suscribirse a ningún canal nuevo ni nada de nada.

Se llama Sangrientos dieciséis. Y la tienen en Prime.

Quiero que quede claro que la película no es ninguna obra maestra. Si van buscando algo así pónganse La noche se mueve, de Arthur Penn. La hicieron en 1975, salen Gene Hackman y Melanie Griffith. Es la hostia y la tienen en Filmin.

Aclarado este tema, vamos a lo nuestro.

Sangrientos dieciséis es la historia de una adolescente en uno de esos pueblecitos de Estados Unidos en los que un día aparece un tipo enmascarado y se carga a medio pueblo. Lo hemos visto mil veces, no es ninguna novedad y es muy probable que toda esa gente a la que asesinen se lo merezca, solo por vivir en esa mierda de pueblo.

Aquí hay uno de esos tarados con máscara que se dedica a matar crías justo cuando celebras su décimo sexto cumpleaños. Ya pueden imaginarse que el hombre tiene un cuchillo y le gusta usarlo.

Treinta años después de haberse cobrado unas cuantas víctimas en el pueblo, el tipo vuelve. Misma máscara, mismo cuchillo, mismas ganas de matar. Pero esta vez da con un hueso duro de roer: la adolescente interpretada por Kiernan Shipka, a la que los seriéfilos reconocerán por su papel en Mad men.

No les voy a decir más. Solo les aviso (si no quieren saber nada no sigan leyendo, porque, aunque ha salido por todas partes igual forman ustedes parte de ese colectivo afortunado que no ve trailers, ni mira las redes sociales, ni se entera de nada porque no quiere) de una cosa fundamental.

La base de la peli es un viaje en el tiempo.

Ya está, ya se ha dicho.

Y seguramente todo les suena de otras películas. Y cuando estén viendo Sangrientos dieciséis, es bastante posible que -en muchas ocasiones- piensen: esto ya lo he visto yo en alguna parte. Y tendrán razón.

La gracia de la película no es ser original, cosa que nunca es su objetivo; la gracia de la película es usar todos esos elementos que alguien ya había empleado antes en otras obras que todos/as conocemos (desde Regreso al futuro a Scream) y hacerlos funcionar a su favor, sin esconder de donde los han sacado. Esos constantes homenajes, el tono auto-paródico y el talento de la protagonista, hacen que Sangrientos dieciséis sea un delicioso pastelito de chocolate. Uno se lo come, lo degusta, piensa que -simplemente- es chocolate, y luego pasa a otra cosa. Pero coño, qué buen rato has pasado con el puto chocolate.

Como hemos pervertido el adjetivo ‘entretenido’ y ahora es considerado algo menor, cuando dices que algo es entretenido parece que en realidad te parezca que la cosa es regular. Para mí, entretener es lo mejor del mundo. Que algo me entretenga es un milagro. Normalmente, aguantar veinte minutos de cualquier cosa (Loki, Urban, subproductos que yo me trago para que ustedes no tengan que hacerlo) ya me parece una hazaña.

Así que esta peliculilla que mezcla el slasher con la ciencia-ficción y que se las apaña para colocar un montón de buenos gags y otro buen montón de asesinatos con mucha hemoglobina, es estupendo para dedicarle una hora y media a huir de este mundo nuestro que se cae a trocito cada vez más gordos.

Hala, abrazos. Cuídense.

TGR