Hola amigas y amigos,

Qué tal la vuelta? Igual algunos de ustedes son afortunados y están ahora empezando las vacaciones, como harían los listos (y los que pueden hacerlo).

Para mí, esta semana empieza la vida. Después de tres semanas de secano absoluto, el curro regresa al primer plano. Cuando eres autónomo, lo de no trabajar durante un mes entero se paga muy caro. De momento, en septiembre ya hay jodienda y en octubre más.

En fin, no he venido a quejarme de mis mierdas. Estoy seguro de que todo el mundo tiene las suyas y habrá algunas mucho peores que ser autónomo. Bueno, no lo sé.

Hablemos de cosas buenas.

Se ha estrenado en Netflix una serie llamada One piece. Es la adaptación de un manga y -me han dicho- que también hay una serie de animación del mismo nombre. Y que esa serie tiene más de mil capítulos.

Me sabe mal admitir que jamás voy a verlos. Si ya me cuesta con diez, no les cuento con mil.

La adaptación en imagen real de One piece tiene muchos, muchísimos menos episodios. Concretamente, ocho.

Sorprendentemente, me parece una serie estupenda. Supongo que no me fío mucho de Netflix y que las adaptaciones de comics acostumbran a ser reguleras (aunque me chifló Sandman). Sin embargo, One piece consigue ser justo lo que promete: una gran epopeya de aventuras, con buenos personajes y una dirección clara. Además, es muy complicado sintetizar tan bien una cosa tan sumamente larga y compleja.

La cosa es -básicamente- la búsqueda de un tesoro por parte de una serie de personajes que parecen llamados a fracasar una y otra vez por separado, pero juntos son una máquina de matar.

No nos engañaremos, la serie es eminentemente familiar. Para ver con la chavalada cualquier día que apetezca, pero eso no quiere decir que sea infantil o que los adultos vayan a aburrirse, es simplemente que juega en el género de las pelis de piratas y lo hace con enorme inteligencia. Si son ustedes de una generación determinada (como la mía) que disfrutó de tantas y tantas películas de aventuras, One piece les va a parecer un maravilloso regreso a parajes que ya no existen.

La buena noticia es que la serie también funciona en otros códigos y es extremadamente disfrutable, así que échenle un ojo y ya me contarán.

La otra buena noticia es que esta semana se ha estrenado en Skyshowtime Zoolander. Ya estaba la secuela, que es mala como la peste, pero el original no ha aterrizado hasta ahora. La he (re)visionado con temor, porque me reí mucho con ella en su momento y las comedias acostumbran a envejecer muy rápido.

Pero declaro con alegría que sigue siendo tan graciosa como siempre. Ben Stiller sigue siendo un actor de primera clase, los gags siguen siendo muy divertidos y me he partido de risa como si la viera de nuevo por primera vez. No acostumbro a hacer retro-recomendaciones, pero con Zoolander tengo cierta debilidad y la confieso abiertamente.

Y por último, en Apple tv tienen, Se busca: Carlos Ghosn, un documental que me ha gustado bastante, porque el personaje central, el tal Carlos Ghosn, me genera una fascinación que no sentía desde que vi un documental sobre los hipopótamos y su acentuada territorialidad, que les convierte en la bestia más peligrosa del mundo.

El tal Ghosn es el tipo que manejaba los destinos de Nissan y Renault y el docu explica su ascenso y caída, que es una cosa digna de verse, con todos los ingredientes de uno de esos culebrones turcos que están tan de moda.

Hala, a empezar con fuerza el maldito mes de septiembre.

Abrazos,

TGR