¿Cómo debe reaccionar el mundo ante un ataque a la población civil como el que se vive en Libia?

Las declaraciones, los embargos, la ruptura de relaciones diplomáticas son salvapantallas ante un tirano.

Tenemos la mala experiencia de invasiones preventivas, sabemos que las intervenciones se prolongan durante años de ocupación con elevado coste para todos. Conocemos que la injerencia desacredita y tiene mal pronóstico.

Sin embargo, ¿Debe el mundo contemplar, sin utilizar la fuerza, cómo un tirano utiliza todo el armamento a su disposición, el armamento de los ciudadanos, en contra de los mismos ciudadanos?

Cuando se utiliza la fuerza no queda más remedio que combatir con la fuerza. Con la fuerza «de los buenos». Con la fuerza de quienes no utilizan la fuerza para reprimir protestas.

Con respeto infinito a la legalidad internacional, con autorización y llamamiento de la ONU, sin perder ni un minuto, todos los ciudadanos del mundo nos tenemos que poner del lado de los ciudadanos libios.

No es injerencia. Los libios han empezado ellos solitos la rebelión. Nos piden ayuda. El mundo no puede negársela. Estoy seguro de que una intervención militar tiene inconvenientes. Una intervención para dar la voz al pueblo que solicita democracia. Pero no intervenir tiene inconvenientes mayores. La legalidad internacional tiene que servir para estos casos de represión incontrolada, con la fuerza en manos de un loco.