Aunque los coches eléctricos no emiten gases contaminantes ni tienen un motor de combustión deben pasar la Inspección Técnica de Vehículos, comúnmente conocida como ITV, igual que cualquier otro automóvil. La revisión es obligatoria y tiene como objetivo garantizar que el vehículo sigue siendo seguro para circular y cumple con los requisitos técnicos exigidos por la ley. Sin embargo, el proceso incluye algunas diferencias importantes respecto a los modelos con motor de combustión.
La periodicidad es la misma: los eléctricos deben pasar su primera ITV a los cuatro años de matriculación, después cada dos años hasta cumplir los diez, y anualmente a partir de entonces. Pero la inspección no evalúa los mismos elementos que en un coche de gasolina o diésel, ya que estos vehículos no tienen ciertos sistemas, como el escape o el motor térmico, que tradicionalmente forman parte de la revisión.
El precio de estas revisiones oscila entre los 35 y los 47 euros, según publica el RACE. En algunos centros, como ITV APP Plus, el precio es exactamente el mismo entre la revisión de un gasolina y un eléctrico, pero en otros es algo menor. Por ejemplo, en la ITV Vallecas de Ángel Nieto, la revisión del eléctrico son 10 € menos.
Qué se revisa durante la ITV de un coche eléctrico
El procedimiento comienza igual que en cualquier otro vehículo, con la pertinente verificación de la documentación (permiso de circulación y tarjeta ITV), número de bastidor y matrícula. Y al igual que cualquier otro coche, se exponen a una revisión del estado exterior e interior del vehículo, del sistema eCall (si lo incluye), de los cinturones de seguridad, las luces, los frenos, la dirección, los neumáticos y las suspensiones. Los técnicos revisan el estado general del coche, poniendo especial atención a los sistemas eléctricos y de seguridad.
Uno de los puntos más importantes es la batería de tracción. Aunque los operarios no pueden abrirla ni manipularla internamente, sí comprueban que no existan fugas o daños visibles, y que el cableado no esté deteriorado. También se inspecciona el aislamiento eléctrico, ya que un fallo en este sistema podría suponer un riesgo para los ocupantes o para los propios técnicos de la ITV.

También se revisa el sistema de dirección y suspensión, así como el estado de los neumáticos y de los ejes. Al no existir las vibraciones ni los ruidos de un motor de combustión, estos elementos se revisan con detalle, ya que cualquier fallo puede ser más perceptible y afectar a la seguridad.
Por supuesto, también se comprueban los sistemas de iluminación y señalización, el funcionamiento de los cinturones, el estado de los limpiaparabrisas y la integridad de la carrocería. En general, la inspección es similar a la de un coche convencional, aunque sin los apartados relacionados con emisiones o ruido del motor, que quedan excluidos.
En la ITV de un coche eléctrico no se mide la emisión de gases contaminantes ni el nivel de ruido, dado que este tipo de coches no tienen escape ni motor térmico. Tampoco se comprueba, por el mismo motivo, el sistema de combustible, pero sí se presta atención al conector de carga e inspecciona la toma y el cable en busca de cualquier deterioro.
En términos generales, la ITV de un coche eléctrico es más rápida que la de un coche de combustión, precisamente porque hay partes del proceso que no se realizan. En cualquier caso, es igual de obligatorio pasarla y, en caso de resultar suspensa, el vehículo no podrá circular hasta que no se subsanen los defectos encontrados.
Ya que invierten menos tiempo, ¿es más barato como con las motos?