Queridas y queridos,

Hoy vengo a hablarles de una peli de terror. Me ahorraré toda la parte del género usado como metáfora, hipérbole, analogía y demás.

Se ha explicado en este blog y en muchos otros sitios, un millón de veces.

De lo que si les voy a hablar es de la última película de terror que he visto: Evid dead rise. Es la quinta entrega de una saga que marcó mi niñez de forma absoluta. En España la titularon Posesión infernal.

Se estrenó en 1981, pero yo no la vista hasta unos años después cuando salió en video y mi padre (al que le gustaban mucho las pelis de terror, aunque nunca le vi alterarse por nada) la alquiló. Lamentablemente, cometí el error de verla.

No recuerdo cuantas noches pasé sin dormir por culpa de la maldita Posesión infernal.

Para los que no lo recuerden, la peli hablaba de unos cuantos amigos que se iban a pasar un fin de semana a una cabaña en medio de ninguna parte. En la casa encuentran un libro hecho de carne humana y escrito con sangre. Como son idiotas, se les ocurre leerlo y haciéndolo despiertan a una legión de demonios cabreados que se dedican a atormentarles un rato largo-largo.

La peli se hizo con cuatro pesetas y la firmaba un director amateur llamado Sam Raimi. Fue un exitazo bestial, se convirtió en un filme de culto y contó con dos secuelas: Terroríficamente muertos y El ejercito de las tinieblas. La tercera era ya una comedia, directamente.

Raimi pasó después a proyectos más comerciales y hasta dirigió dos entregas de la saga de Spiderman. Buenísimas las dos.

Acaba de volver a Marvel para hacer más cosas, aunque -para mi gusto- no le han quedado ni la mitad de bien.

Hace unos años hubo un remake de la película que no estaba mal, pero que acaba repitiendo el bucle comedia-terror que tan bien funcionó en la trilogía original y que aquí acaba por marear.

Esta segunda entrega es otra cosa.

He leído por ahí que a muchos les parece que este tipo de terror es efectista y barato y que ha deshonrado al original (la gente utiliza verbos muy raros), pero creo que el espíritu gamberro de la primera entrega está muy presente en Posesión infernal: el despertar, que es el título con el que la han estrenado en España, y que no me parece que tenga nada por lo que ofenderse, a menos que a uno no le guste el gore, con lo cual hablaríamos de otra cosa muy distinta.

La peli arranca en un edificio de apartamentos que parecen haber sufrido un ataque alienígena y en el que se reencuentran dos hermanas que llevaban tiempo sin verse las caras. Lamentablemente, el feliz momento se ve interrumpido por la llegada de una fuerza maligna que tiene previsto amargar la vida de todo el que cruce en su camino. A partir de ahí, sierras mecánicas, decapitaciones, desmembramientos, más sangre que en todas las entregas de Halloween juntas y muchos demonios cabreados porque les han despertado a la hora de la siesta.

Si les gusta el género, el horror desquiciado y los poseídos expansivos y de perfil muy alto, esta es su película.

Si por el contrario son personas a las que les altera la visión de la sangre, o les molestan los diablos que gritan mucho y no dejan hablar, o no les gusta pasar miedo, les aconsejo que se mantengan alejados de las salas.

Yo disfruté como un enano y si me gustaran las palomitas me habría comido un kilo. Lamentablemente, las odio.

Nadie es perfecto.

Abrazos,

T.G.R.