Queridas y queridos,

Cómo van? Espero que sigan gozando de este, nuestro país, un lugar en el que todo es posible.

Cada día me levanto y disfruto de las chaladuras del personal. Cuando pienso que no puede ser peor, alguien me sorprende.

El otro día un tío dijo en la tele que Vinicius era la nueva Rosa Parks. Y no lo decía en broma.

Así que abro un ojo por la mañana pensando qué maravillas van a pasar durante el día, quién va a decir qué, cómo van a lograr que piense que tampoco estoy tan mal. Se ha convertido casi en un deporte: en lugar de ir a correr miro las recomendaciones de Google.

Antes miraba siempre La voz de Galicia cuando tenía un mal día, pero ahora ya no necesito ser tan específico. Los titulares en forma de acertijo, las noticias-chaladura, las declaraciones sacadas de contexto, el periodismo bufandero… es todo un inacabable banquete de basura que se recicla una y otra vez.

Primero me deprimía este terrible paisaje mediático, consumido por la deriva de mi profesión. Ahora he desarrollado un afilado apetito por todas esas mierdas con las que nos bombardean cada día y solo espero encontrar la locura definitiva para poder dejarlo, para poder decir, ‘esto ya es insuperable’.

En fin, hasta aquí mi reflexión sobre este bonito fenómeno.

Hoy estrenan La sirenita. Ya, quizás no es lo que les apetece leer, pero es lo que he visto.

Les voy a decir la verdad: yo odio los musicales. A veces aparece uno que me gusta, como el West side story de Steven Spielberg, pero normalmente no soporto cuando la gente empieza a cantar. Si puedes hablar, no cantes. En las últimas películas de Disney eso es aún peor: cantan mucho, cantan canciones que no me interesan y que no ayudan a la trama y cuando dejan de cantar solo pienso cuánto tardarán en arrancarse con otra maldita canción.

Todo esto se agravó con el remake de Mary Poppins.

No recuerdo otra película que se me hiciera más larga, tediosa e insoportable. Teniendo en cuenta que soy muy fan del original (otra excepción a mi regla de los musicales, como Cantando bajo la lluvia o Un americano en París), aquello me causó un profundo trauma y me predispuso a odiar cualquier cosa que saliera del mismo sitio que aquella aberración.

Pido perdón por los prejuicios pero están totalmente justificados. Me molesta que canten.

Dicho esto: La sirenita no funciona. No por esas mierdas de si la protagonista es negra o el acento de Bardem o demás. Todo eso son gilipolleces muy del siglo XXI y sus polémicas de bolsillo. La película no funciona porque el original duraba hora y media clavada y la nueva dura ciento treinta putos minutos. Porque el guion no aporta nada nuevo a la historia, porque los secundarios están completamente desdibujados (pobre Sebastián) y porque da la impresión de que nada encaja.

Uno sale de la película preguntándose por qué alguien querría dar luz verde a un proyecto así, pero es una pregunta que se contesta sola cuando se tienen en cuenta las previsiones financieras de la película: 125 millones de dólares, solo en Estados Unidos, solo el primer fin de semana.

No soy ingenuo, ya sé cómo funcionan las cosas en el mundo exterior. ‘Love makes the world go round… love for the money’.

En fin, si yo tuviera críos no sé si les llevaría a ver la película a menos que se hubieran portado mal. En su lugar, buscaría el maravilloso original en Disney + y pasaría una buena tarde en casa.

Lo dejo en sus manos.

Abrazos,

T.G.R.